A raíz de iniciativas recientes se ha iniciado un necesario debate sobre la situación de la investigación clínica (IC) en el país. Una primera argumentación partió desde dos organizaciones gremiales relacionadas, la Asociación Colombiana de Centros de lnvestigación Clínica (ACIC) y AFIDRO, que agrupa a la industria farmacéutica multinacional en Colombia. A su vez, diversas instituciones académicas del país han empezado a abordar el asunto.
Dentro de las primeras argumentaciones expresadas se encuentra el artículo titulado “Estado de la Investigación Clínica en Colombia”, publicado por esta revista. Similares contenidos fueron esbozados en una comunicación circulada a los miembros de la ACMI y replicados por la página la Sociedad Colombiana de Cardiología, suscritas por comités de estas sociedades científicas y la ACIC. Estos argumentos fueron también publicitados en un foro convocado por la Cámara de Comercio de Bogotá, con el patrocinio de AFIDRO. De hecho, esta entidad presentó ante diversas instancias del gobierno nacional un Plan de Interés Estratégico Nacional (PINE, un tipo de instrumento instituido por el gobierno nacional en 2013, donde entes diversos pueden proponer cambios en la política de un sector), donde se sugiere una política para la IC, de acuerdo a su visión e intereses.
El otro grupo de contribuciones al debate incluyó manifestaciones desde centros de investigación como el Centro de Pensamiento Medicamentos, Información y Poder de la Universidad Nacional de Colombia, y un foro promovido por el foco de ciencias de la vida y la salud de la misión de sabios. Como miembros de este sector, y participantes en algunas de estas manifestaciones, quisiéramos contribuir al debate ampliando algunas ideas al respecto. Nos referiremos en este breve artículo al significado de la primera serie de iniciativas y esbozaremos nuestra visión para avanzar en este fundamental aspecto en el país.
El artículo completo se puede leer en el enlace que aparece en el encabezado. Salud y Fármacos considera que las reflexiones de estos autores son extrapolables a otros países.
Al final del artículo, los autores concluyen: La comunidad científica del país no puede darse el lujo de limitar la investigación clínica (IC) a aquella que se realiza con fines de obtención de licencia de comercialización de nuevos medicamentos y dispositivos. Las incipientes cifras de inversión local en investigación clínica e incongruencia institucional en torno a la IC difieren de las altas potencialidades para responder más preguntas relevantes de salud de mejor manera. La formulación de una necesaria política de estímulo de una ICSICOL (Investigación clínica surgida de las instituciones colombianas) mayor, diversa y robusta será la forma cierta de avanzar en la generación de valor en nuestros sistemas de CTI (Ciencia, Tecnología e Innovación) y de salud. Optar por este camino, precisar los términos y el liderazgo, esclarece un rumbo de la IC que beneficie a la población, contribuya a solucionar las inequidades en la disponibilidad y el acceso a servicios y tratamientos y aumente nuestra productividad.