Consumo de medicamentos en la población cubana mayor de 15 años, año 2005
aDra. Ana Julia García Milian, aDra. Liuba Alonso Carbonell, aLic. Odalis Rodríguez Ganen,
aDra. Isis Yera Alos, aLic. Francisco Debesa Garcia, y bDr. Pedro López Puig
aCentro para el Desarrollo de la Farmacoepidemiología, La Habana, Cuba
bGrupo de Análisis y Planificación de Medicamentos. Ministerio de Salud Pública, La Habana, Cuba
Resumen
Numerosos estudios describen varios factores que influyen en el uso de los fármacos. Esta investigación se realizó con el propósito de caracterizar las prácticas de consumo de medicamentos de la población mayor de 15 años de Cuba en el año 2005, determinar la prevalencia de la automedicación e identificar las vías a través de las cuales la población recibe información sobre los mismos. Es un estudio observacional, descriptiva de 1.143 personas seleccionadas mediante un muestreo estratificado aleatorio con fijación proporcional al tamaño del estrato poblacional (edad y sexo) de cada municipio incluido.
El 62,6% de los encuestados refirieron consumir algún tipo de medicamento. Los datos indican que el consumo de medicamentos es más frecuente entre las mujeres que entre los hombre, y entre los mayores de 60 años que entre las personas de otras edades. Se consumieron un total de 1214 medicamentos, de ellos los más consumidos fueron los AINEs y analgésicos (48,8%), cardiovasculares (20,7%) y los psicofármacos (16%). El 28,9% de los encuestados afirmó automedicarse (alrededor de la mitad de los que consumen medicamentos). El 76,2% refirió recibir información sobre medicamentos; de estos el 96,8% consideró al médico como la principal fuente de información.
Palabras claves: Automedicación, consumo de medicamentos, información sobre medicamentos
Introducción
El uso racional de los medicamentos es una preocupación permanente del sistema de salud cubano y la detección de su mal uso y la implementación de estrategias que mejoren su uso forman parte prioritaria de las líneas de trabajo de Ministerio de Salud Pública (MINSAP) para lo cual se apoya en el Centro para el Desarrollo de la Farmacoepidemiología (CDF). Este Centro realizar estudios que detecten esta problemática y diseñen estrategias educativas que colaboren en su solución. El presente trabajo responde a estas políticas.
A pesar de que los medicamentos constituyen un elemento importante para la salud, ya que de ellos depende en buena medida la capacidad que hoy tiene la medicina de interrumpir o modificar el curso natural de las enfermedades, el uso inadecuado de los mismos puede convertirlos en un peligro para la salud de las personas.
Numerosos estudios, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo, describen variados factores que influyen en el uso irracional de los fármacos. Entre ellos se puede citar la polimedicación, el uso de medicamentos que no guardan relación con su diagnóstico o son innecesariamente costosos, y la automedicación no responsable [1,2].
No solo el prescriptor es el responsable de que se haga un uso racional de los medicamentos, también lo es la población pues es la determinante final de su uso. Cuando el paciente se automedica y consume un fármaco sin orientación ni información adecuada, recomendado por familiares o amigos, se toma una dosis incorrecta o por un período inadecuado, también se está haciendo un uso irracional de los medicamentos [3].
Teniendo en cuenta que en Cuba existe escasa información sobre el uso de medicamentos por parte de la población realizamos esta investigación para obtener información que nos permita redirigir nuestra estrategia hacia los comportamientos y grupos de mayor riesgo y, de forma indirecta, medir el impacto que dicha estrategia ha tenido al compararlo con estudios similares realizados en nuestro contexto. Las dos preguntas que guían la investigación son: ¿Cual es el patrón de consumo de medicamentos de la población de Cuba? y ¿A través de cuales vías la población recibe información acerca de los medicamentos?
Método
Se trata de un estudio observacional descriptivo, de corte transversal en el que se incluyeron 1.143 sujetos. El mismo se desarrolló en el año 2005 entre la población mayor de 15 años en las 14 provincias del país y fueron incluidos la totalidad de los municipios de Ciudad de la Habana y en el municipio cabecera de las restantes provincias. La selección de los individuos de la muestra se realizó mediante un muestreo estratificado aleatorio con fijación proporcional al tamaño del estrato poblacional (edad y sexo) de cada municipio incluido. La distribución obtenida se presenta en la Tabla 1. Para la selección del encuestado dentro de cada municipio se utilizó el método de rutas aleatorias.
Tabla 1. Encuestados por sexo y grupos etarios, 2005 (porcentajes)
Rango de edades (años) |
Mujeres |
Hombres |
Total |
15-19 |
7,0 |
9,1 |
8,0 |
20-24 |
7,7 |
7,3 |
7,5 |
25-29 |
11,1 |
10,2 |
10,7 |
30-39 |
24,8 |
22,9 |
23,9 |
40-49 |
12,8 |
17,6 |
15,1 |
50-59 |
15,7 |
14,0 |
14,9 |
60 y más |
20,2 |
18,4 |
19,3 |
Sin información |
0,7 |
0,5 |
0,6 |
Total |
100 |
100 |
100 |
Un equipo multidisciplinario constituido por sociólogos, farmacéuticos, psicólogos y farmacoepidemiólogos elaboró el cuestionario y se validó a través de un pilotaje. Las preguntas fueron divididas en tres partes de acuerdo a los tres objetivos propuestos. La aplicación del instrumento se efectúo por una entrevista cara a cara realizada por los farmacoepidemiólogos de cada territorio. La investigación cumplió con los criterios éticos recomendados por la Declaración de Helsinki [4].
Las variables incluidas en el estudio fueron: edad, sexo, consumo de medicamentos, medicamentos consumidos por prescripción y sin ella, recepción de información y vías de obtención de esta. Los medicamentos referidos por los pacientes se clasificaron por grupos farmacológicos según el Formulario Nacional de Medicamentos [5]. La vía de recepción de la información sobre el fármaco se clasificó según su procedencia en: médico, prospecto, familiares y amigos y medios de comunicación masiva.
Resultados
El 62,6% de los encuestados refirieron estar consumiendo algún medicamento en el momento de la entrevista (Tabla 2). Según la Tabla 3, el consumo de medicamentos en más mayor entre las mujeres (69,1%) que entre los hombres (55,6%), el consumo se incrementa con la edad; así, el 87,3% de personas de 60 años y más refirió consumir algún fármaco.
Tabla 2. Distribución de encuestados según sexo y referencia
de consumo de medicamentos, 2005 (porcentajes)
|
Consumo de medicamentos |
Total |
|
Si |
No |
||
Mujeres |
69,1 |
30,9, |
100 |
Hombres |
55,6 |
44,4 |
100 |
Total |
62,6 n=716 |
37,4 n=427 |
100 n=143 |
Tabla 3. Distribución de encuestados según rango de edades y referencia
de consumo de medicamentos, 2005 (porcentajes)
Rango de edades (años) |
Consumo de medicamentos |
Total |
|
Si |
No |
||
15-19-9 |
27,5,5 |
72,5,5 |
100 |
20-24 |
48,8 |
51,2 |
100 |
25-29 |
48,4 |
51,6 |
100 |
30-39 |
52,7 |
47,3 |
100 |
40-49 |
64,7 |
42,9 |
100 |
50-59 |
81,2 |
18,8 |
100 |
60 y más |
87,3 |
12,7 |
100 |
Total* |
62,8 n=713 |
37,2 n=423 |
100 n=1.136* |
*Nota: En 7 casos no se recogió la edad
Los encuestados afirmaron consumir un total de 1.214 fármacos (Tabla 4) con un promedio de dos medicamentos por paciente. Como puede observarse en la Tabla, los grupos farmacológicos más utilizados fueron los analgésicos y los antinflamatorios no esteroideos (AINEs) con el 48,8% del total; dentro de estos grupos los de mayor uso fueron la dipirona (23%) y el ácido acetilsalicílico (19,1%). Los medicamentos para el sistema cardiovascular ocuparon el segundo lugar con el 20,7 %, de ellos los antihipertensivos resultaron ser los más frecuentemente referidos (69%). Los psicofármacos ocuparon el tercer lugar (15,8%).
Tabla 4. Distribución de fármacos más consumidos según grupos farmacológicos, 2005
Grupos farmacológicos |
% (n=1224) |
AINEs y analgésicos (n=592) |
48,8 |
Dipirona (n=136) |
23,0 |
ASA (n=113) |
19,1 |
Ibuprofeno (n=63) |
10,6 |
Paracetamol (n=53) |
8,9 |
Otros (n=227) |
38,3 |
Cardiovasculares (n=252) |
20,7 |
Antihipertensivos (n=174) |
69,0 |
Nitratos orales (n=35) |
13,9 |
Glucósidos cardiacos (n=9) |
3,6 |
Otros (n=34) |
13,5 |
Psicofármacos (n=192) |
15,8 |
Benzodiacepinas (n=85) |
44,3 |
Meprobamato (n=70) |
36,5 |
Antidepresivos (n=16) |
8,3 |
Otros (n=21) |
11,9 |
Otros medicamentos (n=188) |
14,7 |
El 33,7% de los encuestados consumió medicamentos solo bajo prescripción médica, mientras que el resto refirió estar consumiendo fármacos con prescripción facultativa y también se automedica (Figura 1).
Figura 1. Distribución de encuestados según consumo o no de medicamentos, 2005
Del total de pacientes que consumen AINEs y analgésicos el 37,7% lo hacen con prescripción médica mientras que el 62,3% lo consume por automedicación; por el contrario, los cardiovasculares se consumen en su mayoría (77,8%) bajo indicación facultativa. Similar comportamiento se encontró para los consumidores de psicofármacos donde el 67,2% de los pacientes lo emplearon luego de ser prescriptos por un profesional de la salud (Tabla 5).
Tabla 5 Distribución de los grupos farmacológicos mas referidos
por los encuestados según consumo con o sin prescripción, 2005 (porcentajes)
Grupo farmacológico |
Con prescripción |
Sin prescripción |
AINEs y analgésicos (n=592) |
37,7 |
62,3 |
Cardiovascular (n=252) |
77,8 |
22,2 |
Psicofármacos (n=192) |
67,2 |
35,9 |
En esta investigación refirieron recibir información sobre medicamentos 76% de los encuestados (Figura 2); de estos el 98,6 % consideró al médico como la principal fuente de información.
Figura 2. Distribución de encuestados según recibo de información sobre medicamentos, 2005
Discusión
Para evitar los riesgos asociados al uso de los medicamentos es necesario evaluar y monitorear con regularidad el uso adecuado de los mismos.
Los resultados de este estudio indican que las mujeres consumen más medicamentos que los hombres en todos los grupos etarios resultados que coinciden con los reportados en estudios realizados en España sobre el consumo farmacéutico de la población adulta [6,7] y en muchos otros países. Nuestro estudio no ha explorado las causas de una mayor medicalización entre las mujeres en Cuba, pero está bien establecido universalmente que por razones fisiológicas y quizá por una mayor flexibilidad de horario, las mujeres acuden con mayor frecuencia a consultas médicas que los hombres lo que puede explicar el número mayor de prescripciones.
Al igual que un estudio de la prescripción del uso de medicamentos en la atención primaria en La Habana en el año 1997 [8], la presente investigación mostró que los fármacos agrupados como analgésicos y AINEs fueron los más consumidos. Encuestas de salud en Europa señalan que los dolores musculoesqueléticos constituyen la queja más frecuente de la población y que entre un 15% y un 20% de las consultas de atención primaria se deben a este tipo de afecciones [9].
Las enfermedades cardiovasculares representan la principal causa de morbilidad y mortalidad en países desarrollados y en vías de desarrollo [10]. En Cuba, estas enfermedades están entre las más prevalentes del país, ocupando desde el año 1970 el primer lugar entre las principales causas de muerte [11,12]. Quizá sea ésta la causa de que el consumo de fármacos empleados para tratar las enfermedades cardiovasculares ocupe la segunda posición en porcentaje en la muestra estudiada.
Estudios en otros países indican que con mucha frecuencia la ansiedad, la depresión y los trastornos del sueño constituyen causa de consulta, que un 15-20% de la población sufre estos trastornos [13], y que entre un 15 y un 20% de las prescripciones se atribuyen a procesos mentales [14], pudiera pensarse que es justificable que en nuestro estudio los psicofármacos sean el tercer grupo farmacológico de mayor consumo.
En este estudio la proporción de personas que reconoció automedicarse fue, a nuestro criterio, bastante elevada, aunque es inferior a la reportada en España en donde el 67% de los españoles consume fármacos de prescripción sin consultar al médico [15].
La OMS reconoce que es posible una automedicación responsable. No obstante, afirma que la autoprescripción puede generar múltiples problemas, incluso la muerte al ocultar ciertos síntomas y prolongar o agravar la enfermedad [16], o bien generar dependencia psíquica o física. Entre los expertos hay un gran debate sobre el tema de la automedicación ya que puede tener ventajas y también inconvenientes [17].
Los defensores de la automedicación responsable identifican ciertas ventajas. Entre ellas se pueden mencionar: una reducción de la demanda de atención médica por dolencias menores que no la requieren, evitar la sobresaturación de los servicios médicos y la reducción del tiempo que los médicos dedican a los pacientes, la disminución de los costos del sistema sanitario, además de ganar en rapidez, fácil accesibilidad y disponibilidad del tratamiento medicamentoso [18,19].
Por otra parte, es preocupante como sugieren algunos estudios que la población piense que los medicamentos que consume son inocuos y seguros ya que como es bien conocido todos los medicamentos tienen efectos secundarios de mayor o menor gravedad. Por ello, en Cuba, se recomienda que los AINEs—con excepción del ácido acetil salicílico—al igual que otros medicamentos se utilicen con prescripción facultativa, y que todos los psicofármacos, sin excepción, deban ser dispensados después de la presentación de una prescripción.
Si bien podemos considerar aceptable el consumo sin prescripción de la dipirona, el AINE más consumido entre nuestros encuestados para el dolor de cabeza, el dolor osteomioarticular o la fiebre, sí resulta alarmante el uso sin prescripción de los psicofármacos como el meprobamato, clorodiazepoxido y diazepam, los cuales tienen un elevado potencial adictivo [20]. El mal uso y abuso de los psicofármacos puede llevar a serios problemas de salud, no solo por alterar la actividad cerebral, sino por ser responsables de fármacodependencia, con sus consecuentes reacciones somáticas, psíquicas y sociales.
El uso de medicamentos puede ocasionar efectos negativos en enfermos de diabetes, hipertensión arterial, asma, úlcera, gastritis, y otras enfermedades por lo que estos pacientes deben consultar al especialista antes de consumir algún medicamento.
Para el correcto uso del medicamento es importante que tanto los profesionales sanitarios como los pacientes dispongan de una información lo más completa y clara posible [21]. Sin embargo, algunos autores plantean que los pacientes presentan en general una carencia de información sobre los medicamentos que les son prescritos ya que en ocasiones el paciente recibe del médico información incompleta y cargada de terminología médica lo que dificulta su comprensión [22,23]. Y no abundan las fuentes en las que los pacientes pueden obtener información fidedigna, práctica y de fácil comprensión. En el presente estudio, alrededor de las tres cuartas partes de los encuestados (76,2%) afirmaron recibir información relacionada con medicamentos, y de ellos la mayoría (98,6 %) la obtuvo de un prescriptor; sin embargo debemos resaltar que en este estudio no se exploró la calidad de la información recibida.
El porcentaje de encuestados que refirió recibir información sobre medicamentos fue superior al reportado por Guilera Sardá y colaboradores en España, donde el 54.9% de la población recibe información sobre medicamentos de los médicos, y en donde el prospecto es la principal vía de obtención de la información [24]. Otras referencias señalan al prospecto como la principal fuente de información sobre medicamentos [25], resultado este que difiere de lo encontrado en nuestro estudio donde ocupó el tercer lugar quizás porque muchos medicamentos que se comercializan en el país no incluyen prospectos.
Correspondencia
Dra. Liuba Alonso Carbonell
Centro para el Desarrollo de la Farmacoepidemiología
Correo electrónico: liuba@mcdf.sld.cu
Ave 44 Nº 502 Esq. 5ta Ave. Miramar, Playa, La Habana. Cuba
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(regresa a prescripción, farmacia y utilización)