Un diván para los conspiradores. El Dr. Luis D. Herrera evita la discusión sobre el fondo del problema
Carlos Agustín Paéz,
La Nación (Costa Rica) 21 de marzo 2010
Aparentemente herido en su amor propio, el Dr. Luis Diego Herrera cuestiona acerbamente la salud mental de quienes nos hemos opuesto a la vacunación masiva obligatoria contra la influenza AH1N1 en Costa Rica.
Seco de argumentos para rebatirnos, astutamente entresaca párrafos y afirmaciones de nuestro artículo en La Nación, y, demostrando comprensión escasa de lectura, nos diagnostica como conspiradores e irracionales, evitando con ello la discusión sobre el fondo del problema.
Según sus palabras, no quiere malgastar el espacio periodístico en el terreno del debate, en el cual, a su parecer, ya pontificaron los sabios –con quienes afirmó no estar “alineado”– y nos tira en un enorme diván para liberarnos de nuestras ideas paranoides.
Con nosotros, no hay duda alguna, tirará el Dr. Herrera a los irracionales parlamentarios europeos y los miembros del Consejo de Europa que, seguramente como parte de la misma conspiración, han exigido una investigación sobre las actuaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en esta “pandemia”, su costo, y los conflictos de interés entre autoridades de salud, farmacéuticas e investigadores (Le Monde, 9/3/10).
Recapitulemos. Al cambiar la definición de “pandemia” y quitarle el concepto de “gravedad” (Doshi, 12-09-09, BMJ, vol.339, pág. 603), según la OMS cualquier virus diseminado es una pandemia, aunque sea relativamente benigno, como el AH1N1.
La Dra. Mirta Roses, directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), señaló en forma sincera y muy gráfica que el virus AH1N1 “no tenía dientes” (La Nación, 28/11/09). Ya sin el estorbo de la gravedad, siguió la declaratoria de emergencia mundial, y con ella la eliminación de las responsabilidades de las farmacéuticas sobre los efectos secundarios de estas vacunas, y la elaboración, a todo trapo, de una cantidad de vacunas carentes de los indispensables estudios de seguridad y eficacia.
Muchos millones de dólares iniciaron su danza al ritmo del miedo. Para la compra originalmente solicitada por Costa Rica –hoy innecesaria– de 1.800.000 dosis, el costo era de 13,5 millones de dólares. Dos estudios de experimentación clínica para vacunas, hechos en Costa Rica, según pudimos corroborarlo, generaron jugosos contratos por $ 4.000.000 cada uno.
El periódico La Nación no nos quiere callar, doctor Herrera. Todo lo contrario. Nos da el espacio que usted nos hubiera negado si hubiese sido jefe de redacción, según lo afirmó en su artículo. Esa actitud suya fue propia de regímenes totalitarios como el de Stalin o Hitler. No es un insulto la comparación, es una forma precisa de poner en evidencia la absoluta falta de tolerancia que a usted le es propia.
Vemos que no leyó el instructivo para aprobar Panenza en Francia, según le sugerimos. Hubiera aprendido que solo se aprobó para situaciones de pandemia, porque no tiene estudios de eficacia y seguridad. Ya la “pandemia”, doctor, si la hubo, apenas se ve en lontananza. Cuando se oficialice lo que ya es un hecho, cual es el fin de la “pandemia”, Panenza desaparecerá del mercado –al menos en Francia– hasta que se efectúen las pruebas de seguridad y efectividad que se omitieron debido a la falsa alarma. Como nosotros estamos seguros de que usted sabe que, al día de hoy, numerosos países devuelven las vacunas por millones, ante el desconcierto de las compañías productoras.
La cifra de 48 millones de vacunados en Europa, que usted menciona, es efectista, pero muy baja. Basta decir que la población de la Unión Europea es de 500 millones de personas. Para ponerla en debida perspectiva, España pidió 37 millones de dosis y solo vacunó 3 millones, se dejó 13 en reserva y devolvió 21 millones de dosis.
Gripe benigna. Las razones, estamos seguros de que usted las sabe, pero no las dice: la AH1N1 es más benigna que la gripe estacional y la gente recela de una vacuna que no tiene los estudios científicos previos necesarios para cualquier medicamento que se comercializa. La Dra. Margaret Chan, directora de la OMS, se lamentaba: “No anticipamos que la gente no quisiera vacunarse”. (Reunión N,° 126 con el Comité Ejecutivo de la OMS, Suiza, 18-1-2010).
No dijimos tampoco que el Dr. Fukuda tuviera “relaciones inconfesables con las farmacéuticas”. Lo que sí hizo Fukuda y por la prensa (La Nación, campo pagado, 21/2/10), fue decir que no había habido “influencia indebida”, lo que, por lógica, implica que sí la hubo de algún tipo.
Sí acierta el Dr. Herrera cuando dice que la relación mercurio y vacunas no se restringe a la AH1N1, ya que al ser un preservante, el Timerosal aparece en varias de ellas. La importancia que tiene el fallo que mencionamos es que cambia la jurisprudencia de los Estados Unidos en la materia. De ahora en adelante, habrá seguramente mayor cuidado de las compañías farmacéuticas con el Timerosal, cuya eliminación como preservante en las vacunas está siendo promovida por la FDA y la Asociación Americana de Pediatría al menos desde el 2001.
Curiosamente evade el Dr. Herrera entrar en el tema del Timerosal y la vacuna Panenza multidosis (45 microgramos de timerosal/0.5cc.), usada en Costa Rica indiscriminadamente en toda la población. No nos dijo por qué no se utilizan vacunas con tan altas concentraciones de Timerosal ni en Estados Unidos ni en Europa en mujeres embarazadas o niños pequeños. Por el contrario, aduce falazmente, para intentar darle criterios de seguridad a Panenza, que se vacunaron en Europa 320.000 mujeres embarazadas, sin explicarle al lector que esas mujeres no recibieron vacunas similares a la Panenza multidosis.
Para concluir, agradecemos sinceramente al Dr. Herrera que nos considere una minoría. Hemos sido prudentemente escépticos ante las grandes mayorías, y muy reacios a pastar en rebaños o desplazarnos en manadas.