Edulcorantes: alternativa al azúcar sin exagerar
La Razón, 19 de marzo de 2010
http://www.larazon.es/noticia/1177-edulcorantes-alternativa-al-azucar-sin-exagerar
A la hora de endulzar una bebida o un alimento siempre solemos recurrir al azúcar. Sin embargo, esta tendencia ha cambiado en los últimos años por el auge que han experimentado los edulcorantes artificiales. ¿Los motivos? Un sabor dulce sin apenas calorías. La sacarina encabeza la lista, pero no es la única. A su lado la acompañan otros dos, menos conocidos para los consumidores, el aspartamo y el ciclamato. Para el doctor Alejandro Domingo Gutiérrez, especialista en Medicina Interna y Endocrinología del Hospital USP San Camilo de Madrid, «la diferencia radica, aparte de por su composición química, en sus cualidades sensoriales, grado de dulzura, olor, compatibilidad con otros ingredientes alimentarios y en su capacidad edulcorante. A modo de ejemplo, la sacarina es de 300 a 500 veces más dulce que el azúcar, el aspartamo lo potencia en 200 y el ciclamato lo incrementa entre 30 y 50 veces».
Aunque a primera vista parecen iguales, cada uno de ellos tiene un uso y una función definida. «La sacarina es la más utilizada y, a veces, aparece mezclada con el ciclamato con el fin de potenciar su dulzor. Debido a su estabilidad, está indicada para cocinar. Por su parte, el aspartamo resalta e intensifica los sabores, especialmente de los cítricos», aclara Pedro Prieto Hontoria, dietista-nutricionista y tecnólogo de los Alimentos del Instituto de Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Navarra (Icaun).
Fidelidad
Sin duda, los diabéticos y las personas que quieren perder peso son, por el excelencia, el colectivo más fiel a los edulcorantes. Para Prieto, «constituyen una buena opción para las personas que sufren diabetes y quieren disfrutar del placer de lo dulce sin tener un impacto en su glucemia ni en los niveles de insulina. Sin embargo, en dietas de adelgazamiento existe un debate sobre si favorecen o no la pérdida de peso porque existen muy pocas investigaciones científicas que lo avalen». En esta misma línea se sitúa Domingo quien añade que «si ese diabético padece, además, obesidad, el beneficio es mayor ya que evitamos que esa insulina segregada en exceso al tomar azúcar refinada sea un factor que incremente la obesidad al aumentar la síntesis de grasa por las células adiposas». Pero en el caso de que no se dé ninguna de las dos circunstancias anteriores, el experto sostiene que «es preferible optar por el consumo de un producto natural como es el azúcar».
A la hora de introducir en la dieta diaria cualquiera de estos edulcorantes, también conocidos como aditivos artificiales, conviene valorar los beneficios e, incluso, riesgos que pueden ocasionar en la salud. En opinión de Domingo, «se han hecho muchos estudios para demostrar su inocuidad en el ser humano y parece ser que no son dañinos excepto si se superan los límites aconsejables. Para demostrar esta inocuidad hubo que probar que no se podía aplicar al hombre los experimentos con animales, demostrado el poder carcinogénico de algunos de ellos. Una aplicación imposible por las diferentes cadenas enzimáticas y oncogenéticas que existen entre las personas y los animales de experimentación». En cualquier caso, sí que es cierto que existen algunos casos en los que conviene moderar e, incluso, evitar el empleo de estos edulcorantes. A modo de ejemplo, Domingo sostiene que «la sacarina debe evitarse durante el embarazo porque atraviesa la placenta y podría afectar al feto». Pero todavía hay más. Un abuso, según Prieto, «lleva a procesos diarreicos y agravar la enfermedad de fenilcetonuria –patología rara hereditaria que produce una alteración del metabolismo– en el caso del aspartamo, ya que puede causar problemas como retraso mental en personas con esta patología, sobre todo en los primeros meses de vida». En este sentido, un informe elaborado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en julio de 2009 advierte de que hay colectivos que deben vigilar su ingesta como «personas que padecen alergias, asma, los niños menores de tres años porque su sistema digestivo y renal no se encuentra preparado para recibir edulcorantes, personas mayores debido a que su organismo va perdiendo progresivamente su capacidad funcional y aquellos enfermos cuyo sistema inmunitario es deficiente, entre otros».
Con el fin de evitar cualquier imprevisto, la mejor garantía radica, sin duda, en lo que los expertos denominan IDA (Ingesta Diaria Aceptable). «Según normas internacionales, en el caso del aspartamo la ingesta no debe pasar de los 40 miligramos por kilo de peso, 11 miligramos por kilo para el ciclamato y cinco miligramos para la sacarina». A este respecto, el informe de la OCU advierte de que «el consumo habitual de edulcorantes puede hacer que sobrepasemos la dosis diaria recomendada». Para comprobar hasta qué punto su empleo puede llegar a sustituir al azúcar común, la OCU seleccionó diez marcas de edulcorantes y elaboraron un bizcocho casero con cada uno de ellos para comprobar su comportamiento en la cocina, dulzor, color, esponjosidad…
Los resultados fueron, cuanto menos, sorprendentes. «No creemos que la realización de un bizcocho casero con edulcorantes sea una buena idea, si se desea disfrutar de ese producto. Además, las personas que quieran reducir la ingesta de calorías sólo conseguirán consumir diez menos por ración». A modo de ejemplo, 60 gramos de bizcocho, una ración, con azúcar aporta 179 calorías y si se elabora con edulcorante, 161. En pastillas, líquido, granulado… Existen muchas formas de comercializar los edulcorantes, pero ¿cuál es la más indicada? Para domingo, «los edulcorantes que vienen en bolsitas individuales además de aspartamo contienen un gramo de glucosa, aunque no lleguen a los tres de un sobre de azúcar. La forma líquida puede ser la ideal para endulzar los alimentos fríos y, quizá, en pastillas sea la manera más fácil de dosificar en nuestro desayuno diario».
Para obtener el documento hay que suscribirse en http://www.ocu.org/edulcorantes-s448784/archivo-detalle-articulo-p19531.htm