El caso Neurontin: investigación sesgada al servicio del mercado
Health Letter, diciembre de 2009
Traducido por Salud y Fármacos
Cuando las compañías farmacéuticas tienen el objetivo de demostrar que uno de sus productos es seguro y efectivo, pueden incurrir en prácticas que son profesionalmente sospechosas y moralmente poco éticas. Las recientes noticias sobre el fármaco Neurontin constituyen un buen ejemplo.
Neurontin, fabricado por las compañías Pfizer y Parke-Davis, es el nombre comercial del fármaco gabapentina. Está aprobado para el tratamiento de la epilepsia y de la neuralgia post-herpética pero también puede utilizarse fuera de las indicaciones autorizadas por la FDA, como el tratamiento de la migraña, el trastorno bipolar y el síndrome de piernas inquietas. Además, algunos médicos prescriben Neurontin fuera de las indicaciones autorizadas para un amplio grupo de trastornos de mayor prevalencia, que incluye sofocos, insomnio y ciertos tipos de tinitus (zumbidos en los oídos). Con el paso del tiempo, los usos fuera de las indicaciones autorizadas han superado los usos aprobados, por lo que el fármaco presenta una cuota de mercado importante y cada vez mayor. En el año 2004, las ventas del fármaco alcanzaron los US$2.700 millones. Pero ese mismo año se detectó que Pfizer instaba a los médicos a que prescribieran Neurontin para usos fuera de las indicaciones autorizadas, lo cual es ilegal. Como resultado, la compañía tuvo que pagar US$430 millones en concepto de multa penal y civil. Pero éste no fue el fin de la saga Neurontin.
Dado el gran interés de las compañías para que la FDA aprobara algunos de los usos fuera de las indicaciones autorizadas, se realizaron investigaciones para comprobar si el fármaco es efectivo para algunos de estos trastornos. Si pueden convencer a las autoridades federales de que la evidencia de seguridad y eficacia es adecuada, entonces la FDA puede extender su aprobación para estos usos adicionales, ampliando así el mercado del fármaco. Por lo demás, se prohíbe la publicidad o promoción de estos usos no aprobados`. A veces, aunque no tengan la intención de enviar los estudios a la FDA para la extensión de los usos aprobados, las compañías realizan estudios para publicar los presuntos nuevos beneficios de los fármacos.
El caso legal contra Neurontin descubrió algunas de las estrategias que Pfizer y Parke-Davis emplearon para contrarrestar o echar por tierra la publicación de hallazgos desfavorables. Las tácticas engañosas que se revelaron inicialmente a la opinión pública en el año 2008 incluyeron el retraso de la publicación de los informes con evidencias de falta de eficacia del fármaco, la reinterpretación de los datos negativos y la confluencia de hallazgos negativos con estudios positivos para neutralizar los resultados. En algunos casos, los investigadores legítimos de los estudios vieron que sus hallazgos fueron reescritos y adaptados para, en palabras de uno de los redactores médicos de la compañía, “hacer que [la impresión general del artículo] suene mejor de lo que parece en los gráficos”.
Un estudio reciente publicado en la revista New England Journal of Medicine, basado en un análisis más exhaustivo de estos mismos documentos, halló que los resultados publicados de los ensayos clínicos aleatorizados sobre los usos fuera de las indicaciones autorizadas del fármaco Neurontin efectuados por Pfizer y Parke-Davis fueron sesgados para mostrar la eficacia del fármaco y que los datos fueron manipulados de forma que apoyasen los hallazgos deseados. Esta práctica, llamada “notificación selectiva de resultados”, utiliza dos técnicas: no notificar las variables negativas y cambiar las variables de los ensayos para producir los resultados deseados.
Este último caso implica la modificación de los objetivos de la investigación tras su ejecución. La mayoría de los ensayos farmacológicos incluyen variables a analizar principales y secundarias. Las variables principales son, por definición, más importantes que las secundarias. Por ejemplo, la variable principal de un estudio puede ser la reducción de la incidencia de una afección determinada, mientras que la variable secundaria puede ser la mitigación de alguno de los síntomas.
The Guardian describe la práctica de la modificación de variables de la siguiente manera: Usted podría realizar un estudio sobre un fármaco antihipertensivo, por ejemplo, en el que anuncia que desea comprobar si puede reducir los ataques al corazón, pero finalmente comprueba que no lo hace. Entonces podría cambiar retrospectivamente el objetivo del estudio, ignorar los ataques al corazón, fingir que el estudio solo trataba sobre la presión arterial, y notificar de forma entusiasta que reduce la presión arterial como si éste hubiera sido siempre su objetivo.
Esto equivale a emprender un viaje de costa a costa en Estados Unidos, desde Los Ángeles a Washington, DC, pero decidir que ya ha llegado a su destino cuando se va a mitad de camino por Kansas y declarar que en realidad éste había sido su destino en todo momento.
Los investigadores que examinaron los protocolos de la investigación del fármaco Neurontin identificaron veinte ensayos clínicos, de los cuales solo se publicaron doce. En ocho de estos doce ensayos publicados, las variables principales definidas en el informe fueron diferentes de las descritas en el protocolo de investigación original. Las discrepancias incluyeron la introducción de una nueva variable principal, la omisión de la distinción entre las variables principales y secundarias, y la omisión de una o más variables principales inicialmente previstas. De las 21 variables principales incluidas en los protocolos de investigación, no se notificaron seis y cuatro de ellas se notificaron como variables secundarias. Y de las 28 variables principales incluidas en los informes publicados, doce no estaban incluidas en las variables principales inicialmente previstas. Y estos cambios no eran neutros, sino que favorecieron la presentación de la eficacia de Neurontin para las indicaciones no aprobadas.
Aunque puede haber razones legítimas para modificar las variables principales y secundarias de investigación, estos cambios deben documentarse en el protocolo de investigación y en el análisis estadístico a los que están sujetos los hallazgos, y deben incluirse en cualquier informe publicado sobre el ensayo clínico. Esto no se realizó de forma sistemática en los ensayos sobre Neurontin. Por este motivo, los autores del estudio expresan su preocupación de que “las prácticas de notificación observadas en estos análisis no cumplen con los estándares éticos para la investigación clínica ni mantienen la integridad del conocimiento científico”.
Estas prácticas socavan la confianza que depositamos en la ciencia y en los estudios publicados y ridiculizan los sistemas que generan evidencias para los fines de tomas de decisiones. Aunque los datos fiables de los ensayos clínicos pueden parecer algo difícil de conocer, constituyen el núcleo de mucho de lo que hacemos y no hacemos en la atención sanitaria. Citando a The Guardian: “Nuestro fracaso para asegurar la publicación completa y sin distorsiones de todos los datos del ensayos es el punto de mayor importancia en la medicina hoy en día, porque éste es el único camino para saber si un tratamiento es beneficioso o, por el contrario, resulta dañino”.
Más información sobre Neurotin en Boletines Fármacos:
2003, Volumen 6 (1); 2009, Volumen 12 (4); 2009, Volumen 12 (5).