Una organización internacional sin ánimo de lucro para fomentar el acceso y el uso adecuado de medicamentos entre la población hispano-parlante

ECONOMÍA Y ACCESO

Tratado de Libre Comercio, Exclusividad y Patentes

Tres opiniones sobre la Asamblea Mundial de la Salud y el Tratado Global de Investigación y Desarrollo
Suerie Moon y John-Arne Røttingen de Harvard University
http://tinyurl.com/mwaav6p
Rachel Marusak Hermann for Intellectual Property Watch
http://tinyurl.com/kx2xjal
Ambas traducidas por Salud y Fármacos
Francisco Rossi – Diálogos Farmacéuticos, 2 de junio de 2013

Suerie Moon y John-Arne Røttingen escribieron el 24 de mayo de 2013 una nota en el blog de PLoS animando a los estados miembros de la OMS a adoptar nuevas formas para gestionar el sistema de global de investigación y desarrollo. El título del blog era Demostrando progreso: construyendo un sistema global de investigación y desarrollo más equitativo (Demonstrating progress, building a more equitable R&D system). A continuación traducimos su contenido.

Esta semana, los estados miembros de la OMS están reunidos en asamblea en Ginebra y hablan de cómo fortalecer el sistema global de investigación y desarrollo de medicamentos para responder mejor a las necesidades de los países de bajos y medianos ingresos. En noviembre pasado los gobiernos acordaron establecer una serie de proyectos piloto para probar las recomendaciones del grupo de expertos de la OMS para desarrollar medicamentos asequibles capaces de responder a las necesidades de salud que durante mucho tiempo han sido olvidadas.  Lo que no está claro es lo que exactamente estos proyectos piloto deben demostrar. Uno de los principios principales es que estos proyectos no sean simplemente pilotos – deben demostrar nuevos mecanismos, principios o acercamientos al problema.

No deberíamos perder tiempo y dinero demostrando lo que la última década ya ha dejado claro. Por ejemplo, hemos visto que el aumento del financiamiento público o por entidades filantrópicas ha incrementado la disponibilidad de tecnologías que podrían funcionar y aportar mejores productos al mercado. Hemos visto que los organismos sin ánimo de lucro que se asocian para desarrollar productos son capaces de producir mejores mercancías a un costo relativamente bajo. Hemos visto que si la propiedad intelectual se maneja de forma creativa, se pueden reducir barreras a la investigación y la  producción competitiva de  medicamentos. Y hemos visto como los gobiernos pueden juntar sus fondos y en forma conjunta decidir que van a invertir en investigación y desarrollo (como en el caso del diagnóstico del VIH), y crear incentivos de producción financiando la compra de productos (como en el caso de los antirretrovirales pediátricos y las vacunas del pneumococo). Finalmente, hay una larga historia de colaboración y asistencia entre los científicos del norte y los del sur, incluyendo en investigación básica y ensayos clínicos. Todos estos representan avances importantes para la investigación y el desarrollo en salud global y deberían apoyarse, pero no son suficientes.  

Entonces ¿qué es lo que queda por demostrar? Hay que centrarse en al menos dos áreas: nuevas formas de financiamiento y de gobernanza.  Los mecanismos tradicionales para potenciar la investigación y desarrollo se basan en incentivos de “empujar la venta” y “jalar o estirar la demanda” (push and pull). Uno de los acercamientos nuevos que podría dar buenos resultados es la innovación a través del conocimiento abierto (open knowledge innovation), por el que un amplio grupo de contribuyentes de la comunidad trabajan con un objetivo común, los resultados se comparten rápidamente, y hay amplio acceso a los beneficios del nuevo conocimiento. Hay dos proyectos que han utilizado esta modalidad, parecen ser promisorios y han tenido cierto éxito, pero todavía hay muchas preguntas que responder sobre cuándo, dónde y cómo puede funcionar mejor esta estrategia para reducir los costos y acelerar la innovación. El financiamiento para empujar (push) debería dedicarse a probar programas que utilicen este modelo de innovación a través del conocimiento abierto.

Entre los mecanismos para jalar (pull), una propuesta importante es ofrecer premios para incentivar el desarrollo de un producto específico a cambio del derecho al monopolio que otorgan las patentes. Uno de los beneficios de este acercamiento es que bajarían los precios de los medicamentos, ya que la producción competitiva empezaría inmediatamente. El monto del premio se determinaría a partir del valor del invento, incluyendo el impacto de la invención en la salud pública, el costo de la investigación y desarrollo, la calidad del producto y otros factores.

Finalmente, se requieren nuevos acercamientos a la gobernanza del sistema global de investigación y desarrollo, incluyendo mejor información sobre los insumos, procesos y resultados; mejor coordinación para el establecimiento de prioridades, y sistemas confiables de financiamiento.

Los gobiernos no deberían estropear esta oportunidad para probar nuevas formas de invertir, incentivar y gobernar un sistema de innovación que responda a las necesidades de salud.

AMS: Mientras los países miembros aprueban decisions sobre Investigación y Desarrollo, EE UU dice que es la hora cumplir con las promesas (World Health Assembly: As members approve health r&d decisions, US says time to “put our money where our mouth is”) Este comentario escrito por Rachel Marusak Hermann de Intellectual Property Watch, que traducimos a continuación, fue publicado el 27 de mayo de 2013 a través de la lista de discusión ip-health

Cuando nos encaminábamos hacia la 66ava Asamblea Mundial de la Salud, la perspectiva de tener un tratado global que respondiera a las necesidades de salud de los países de bajos y medianos ingresos parecía poco probable y en el mejor de los casos a años vista. Sin embargo, en un giro sorpresivo en esta conversación que ha sido muy politizada, EE UU retó a los estados a demostrar que esta estrategia puede funcionar. Este proceso empezará pronto, ya que los miembros aceptaron la resolución y acordaron organizar en los próximos meses una reunión para discutir proyectos piloto de investigación y desarrollo en salud. 

La Asamblea Mundial terminó un día antes y tuvo lugar entre el 20 y 27 de mayo. Durante el último día, el comité encargado del informe de seguimiento del grupo consultivo de expertos en investigación y desarrollo (financiamiento y coordinación) (CEWG) aprobó la Resolución CEWG A66/23 y el “punto de decisión” propuesto por EE UU.

La resolución de CEWG tiene tres áreas de acción: establecer un observatorio de investigación y desarrollo en salud global; instaurar proyectos piloto; y desarrollar normas y estándares para recopilar información sobre investigación y desarrollo. El punto de decisión propuesto por EE UU se centra en avanzar con los proyectos piloto.

Según esta decisión, hacia finales de este año se realizará una reunión técnica consultiva de 2 o 3 días. Si bien estará abierta a todos los estados miembros, los expertos en investigación y desarrollo asumirán el liderazgo. La directora general, Margaret Chan consultará con los directores regionales para escoger a los expertos.

El objetivo de la reunión es identificar proyectos que respondan a los vacíos existentes en investigación y desarrollo para las enfermedades que afectan primordialmente a los países de bajos y medianos ingresos, apoyar el conocimiento abierto, promover la separación entre los precios de los productos y lo que ha costado su investigación y desarrollo, y proponer sistemas innovadores y sostenibles de financiamiento conjunto. Los proyectos deberían poderse ampliar a gran escala y contribuir a llenar los espacios que no responden a las leyes del mercado.

La delegación estadounidense fue la única que comentó sobre el punto de decisión antes de ser aprobado por el comité el 27 de mayo. Hablando en nombre de la delegación, Nils Daulaire, Director de la oficina de asuntos globales del Ministerio de Salud (Office of Global Affairs at the US Department of Health and Human Service) sugirió que el éxito de los proyectos piloto podría resolver los grandes desacuerdos que durante el último año ha habido entre los estados miembros.

“La recomendación más controvertida del CEWG fue el acuerdo vinculante de investigación y desarrollo, con contribuciones obligatorias que sumarían casi US$3.000 millones. La mayor parte de este dinero provendría de los países que en este momento no están contribuyendo mucho en esas áreas”, dijo Daulaire.

“Los proyectos piloto no solo probarán la factibilidad del mecanismo de coordinación, sino también, y eso es importante, el deseo de los países miembros de poner dinero nuevo para alcanzar objetivos compartidos”, decía el pronunciamiento de EE UU. “Dicho de otra forma, si los países miembros no pueden poner una buena cantidad de dinero en proyectos piloto y apoyar al secretariado, tendremos que limitar nuestras ambiciones. Pedimos que los países miembros cumplan sus promesas y pongan dinero” dijo. 

¿Se trata de un cambio en la política estadounidense?

La predisposición a discutir un camino hacia el tratado parece romper con la posición de EE UU desde que CEWG presentó su informe en abril 2012.

James Love, director de Knowledge Ecology International (KEI), dijo a Intellectual Property Watch, “EE UU vino a esta reunión diciendo que no podían cambiar nada de la resolución, ni siquiera una coma podía cambiarse”.

 “Después presentaron una resolución nueva el viernes pasado. Sorprendió a todo el mundo. Por lo tanto, uno de los mensajes es que aparentemente los EE UU pueden decidir si usted puede renegociar los términos de referencia o no, porque lo que sucedió fue un cambio significativo. Dicho esto, estamos de acuerdo con el cambio y estamos felices de que EE UU lo haya hecho”.

Tomando a los estados miembros por sorpresa, EE UU puso la propuesta sobre la mesa el 24 de mayo. Los parámetros de esta reunión fueren concluidos por un grupo informal, presidido por Malebona Precious Matsoso de Sudáfrica, al día siguiente. (IPW, WHO, 25 mayo 2013).

Germán Velásquez, asesor especial para salud y desarrollo en el South Centre, y uno de los promotores del tratado de investigación y desarrollo, se mostró complacido con los resultados. “Sabemos que la ventana para llegar al tratado está abierta, solo tenemos que esperar dos años más”, dijo a Intellectual Property Watch

La industria se mostró abierta a desarrollar nuevos modelos de innovación tales como “asociaciones público-privadas para el desarrollo de productos que demuestren que se pueden utilizar acercamientos diversos en ciertas circunstancias” dijo Mario Ottiglio, director de asuntos públicos y política global de salud en la federación internacional de productores farmacéuticos y asociaciones (IFPMA), en un correo electrónico.

“Tras discutir diferentes modelos, deberíamos identificar las necesidades prioritarias y cómo podemos utilizar los esfuerzos que se están haciendo actualmente para avanzar en las enfermedades que afectan primordialmente a los países de bajos y medianos ingresos. Pensamos que los proyectos piloto pueden ser una buena contribución”, dijo Ottiglio.

Según otras fuentes, el secretariado de la OMS había sugerido que dada la escasez de recursos “sería ideal si uno de los estados miembros propusiera auspiciar la reunión” y EE UU se mostró dispuesto a hacerlo ya fuese apoyándola económicamente o auspiciándola, pero no hubo un compromiso formal.

El informe de esta reunión técnica se presentará al consejo ejecutivo en enero 2014. No se sabe si el informe será remitido a la Asamblea Mundial de la Salud para su aprobación.

Carta de Francicso Rossi
Terminó la Asamblea Mundial de la Salud, AMS, con resultados algo difíciles de calificar. Mi lectura final es que, hasta el célebre reporte del CEWG, los países en desarrollo y las organizaciones defensoras de los derechos humanos y del acceso a la salud y a los medicamentos, habíamos trabajado de manera razonablemente coherente, razonablemente unificada (con fisuras periódicas como es razonable esperar) y a mi manera de ver, exitosa. Exitosa porque hoy con entusiasmo o con amargura, todo el mundo acepta que el modelo de innovación basado en propiedad intelectual, monopolios y altos precios terminó su ciclo y debe ser reemplazado por alternativas que respondan más a las necesidades de salud que a la rentabilidad de las inversiones y que separen el costo de la investigación, del precio final del medicamento.

Pero ese éxito conceptual y político tiene que traducirse en el abandono de la propiedad intelectual (y las otras modalidades de monopolio), de manera “brutal” o de manera gradual. Tal vez las ONG le apostamos demasiado a la alternativa “brutal” al apostar todo nuestro capital al tratado como la opción más útil para la salud pública. Siendo realistas y prácticos, habría que aceptar que el Informe CEWG fue muy fuerte en “condenar” la propiedad intelectual como la causante del crecimiento exagerado de los precios de los productos nuevos, y el Tratado es una propuesta radical que supone reemplazar una cosa por la otra, sin transición. Y ciertamente no se podía esperar que la reacción no fuera brutal.

Digamos que aunque la guerra parecía haber terminado, aún quedan muchas batallas. Los que con triunfalismo habíamos creído que el CEWG había “zanjado” el asunto y que el tratado era la solución a todas nuestras angustias, tendremos trabajo para rato…

Estas interpretaciones y estos análisis tienen por objeto ofrecer un contexto para decir que en la 66  Asamblea Mundial de la Salud  el tratado fue derrotado, las ONG perdimos terreno y lo que es realmente grave, asistimos a una desbandada de Países en Desarrollo. El bloque de países del sur se mostró fragmentado y sin liderazgo. Primaron los intereses particulares, las negociaciones bilaterales, los acuerdos y las consultas.

Casi al mismo tiempo, en el seno de la Organización Mundial del Comercio, los países ricos hicieron un bloque para impedir que, dando cumplimiento a lo previsto en el ADPIC, los países “menos adelantados” consiguieran una prórroga del plazo para implementar el ADPIC, especialmente (pero no exclusivamente) para productos farmacéuticos.

El año pasado se condujo un proceso de consultas regionales, que en las Américas fue llevado a cabo (de alguna manera) por la OPS y en el cual tratamos, como alianza y como veeduría en Colombia de participar (Mediante el envío de documentos)  y que culminó en la reunión de Noviembre en Ginebra. La reunión terminó bastante mal porque esperábamos el inicio de negociaciones para un tratado global en Innovación y Salud Pública y –para decir lo menos- cualquier discusión al respecto se pospuso para el 2016. Temíamos que en la AMS de esta semana se tuviera la intención de “acabar” con el tratado, o posponerlo más.

En los días previos a la AMS, supimos que UNASUR había conseguido un consenso sobre el tema a pesar de muchos puntos de divergencia, en donde Brasil, que siempre había tenido un liderazgo global, había perdido interés. Supimos también que la resolución sobre el CEWG había sido colocada en la agenda para el viernes, lo que parecía preocupante porque esas discusiones, siempre largas y difíciles, podían terminar por cansancio de cualquier manera.  Nos aseguraron que el primer día “alguien” (más de 30 países se habían ofrecido) propondría adelantar el punto para el martes, pero “alguien” nunca apareció.

Esta fue la primera manifestación de lo que, a mi juicio, fue una “estampida” de países en desarrollo, que terminaron mostrando que ya no hay un bloque único, (ni siquiera en UNASUR) y que los países ricos han tenido un gran éxito en dividir para vencer.  Porque lo que si se supo fue que, combinando diferentes estrategias, un grupo de países ricos liderados por Estados Unidos, Japón y Suiza y con una fuerte participación de la Unión Europea, se dedicaron a dividir los bloques del sur, ya con negociaciones bilaterales o multilaterales, ya con críticas a los aspectos (especialmente financieros) del tratado, ya con su capacidad de influencia. UNASUR, que era el bloque más fuerte, no consiguió los consensos y los apoyos necesarios para presentar una propuesta alterna a la resolución.

Las intervenciones de las ONG fueron muy duras y en particular HAI-KEY y la Declaración de Berna presentaron la postura más crítica, así como MSF, pero eso no suele afectar a los delegados de los países ricos ni a al secretariado de la OMS. Por algo son ricos.

Al momento del debate y cuando se preveía una larga y estéril discusión (un diálogo de sordos), los EE UU sorprendieron con una propuesta de decisión. Una decisión no es una resolución y en teoría son asuntos independientes. En términos prácticos (que tomó tiempo entender) se trataba de realizar una reunión de expertos y representantes de países interesados, para poner en marcha el observatorio de experiencias alternas al modelo clásico de innovación y para identificar proyectos demostrativos, antes del fin de 2013.  A cambio EE UU pidió (y consiguió) que la resolución no se modificara y se aprobó como estaba, especialmente con la fecha del 2016.  Of the record EE UU hizo saber que el tratado es un asunto que van a continuar combatiendo hasta mucho después del 2016. 

El texto original en la práctica tenía por objeto substituir el tratado por el observatorio (lo que habíamos advertido desde el año anterior) con un lenguaje bastante agresivo pero la versión final incluyó modificaciones bastante positivas como la mención explícita del delinkage, la incorporación de incompatibilidades y de conflictos de interés para los expertos y la mención de proyectos demostrativos enfocados a las necesidades de los países en desarrollo con lo que, al menos en el lenguaje, el “espíritu” del tratado sigue con vida.  Un pequeño detalle sobre el cual no hubo tiempo de reaccionar y no sé si tendremos capacidad para reaccionar; la reunión de expertos y gobiernos, no incluye a las ONG.     

 

modificado el 28 de noviembre de 2013