Ética
Conflictos de Interés
Es hora de que los periodistas informen sobre los conflictos de intereses de sus fuentes de información (Full disclosure: It’s time for health care journalists to report their sources’ conflicts of interest)
Health News Review, abril de 2018
https://www.healthnewsreview.org/2018/04/full-disclosure-its-time-for-health-care-journalists-to-report-their-sources-conflicts-of-interest/#.WstNo4r7OJs.twitter
Traducido por Salud y Fármacos
Las revistas médicas requieren que los autores divulguen los conflictos de intereses, una política que se estableció para ayudar a los lectores a evaluar por sí mismos la validez de los datos y las afirmaciones de los autores. Este requisito fue el resultado de una serie de estudios que encontraron que los médicos e investigadores que reciben dinero de fabricantes de medicamentos o dispositivos médicos son más propensos a exagerar los beneficios de los tratamientos y a restar importancia a los efectos secundarios.
No existe una política similar para la transparencia en la prensa. A pesar de la creciente cautela del público entorno a las pruebas y tratamientos inadecuados, y la creciente atención a los incentivos financieros de los médicos, los medios de comunicación no requieren rutinariamente que los periodistas revelen los conflictos de intereses que puedan tener sus fuentes. Este error de no dar información sobre las fuentes de expertos puede resultar engañoso para los lectores, como lo ilustra un artículo reciente en The New York Times.
Es hora de que los periodistas y editores obliguen a que se haga este tipo de divulgaciones.
La falta de contexto distorsiona el debate
Gina Kolata escribió el artículo publicado el 26 de marzo por el New York Times titulado “Para muchos derrames cerebrales, hay un tratamiento efectivo. ¿Por qué algunos medicos no lo ofrecen? “(For many strokes, there’s an effective treatment. Why aren’t some doctors offering it?). La autora afirma que anualmente cerca de 700.000 pacientes con accidente cerebrovascular “podrían evitar daños” si recibieran el medicamento anticoagulante tPA. No hay ambigüedad en el lenguaje, a pesar de que diez de doce ensayos clínicos no solo no encontraron ningún beneficio para el tPA, sino que revelaron aumentos significativos en la tasa de hemorragias cerebrales, un efecto secundario del tPA. El encuadre general del artículo sugiere que los médicos de urgencias están privando a los pacientes de un medicamento que podría evitar resultados desastrosos, incluyendo la muerte y la parálisis.
Mary Chris Jaklevic describió la semana pasada en este blog (Health News Review), las muchas formas en que este mensaje sirve para engañar a los lectores del Times. Una distorsión clave se relaciona con la justificación para no tratar con tPA a los pacientes con accidente cerebrovascular. Citando a los médicos que apoyan el uso de tPA, la historia afirma que los escépticos del medicamento obtienen su información de las redes sociales y no de la literatura revisada por pares. Esa idea fue aceptada como válida por cientos de lectores que publicaron comentarios en el sitio web del Times, como Paul quien escribió: “La declaración más aterradora en este artículo es que las redes sociales más que las revistas revisadas por pares son las que persuaden a los médicos más jóvenes.” Dcbill, de México, escribió:” La próxima vez que vea al médico, le preguntaré si él / ella lee artículos de revistas médicas reales [sic] o confía en los blogs… “
Confiando en las mismas fuentes pro-tPA, el Times también informó que muchos escépticos del medicamento han confiado o se han dejado dominar por Jerome Hoffman, MD, profesor emérito de medicina de la Universidad de California-Los Ángeles. Hoffman es conocido en todo el mundo como un experto escrupulosamente independiente en evaluar la validez científica de los estudios médicos, pero el artículo del Times le caracteriza simplemente como orador “carismático” que dio charlas y “vendió cintas informativas que exponen su teoría”. (The Times publicó una corrección que indica que contribuyó a las cintas de educación médica continuada para médicos y no las vendió).
¿El mensaje que emerge del Times? Los buenos médicos que leen artículos de revistas médicas revisadas por colegas están molestos con los médicos más jóvenes que leen blogs, escuchan a Hoffman y privan a sus pacientes que sufren un accidente cerebrovascular de un tratamiento beneficioso.
Pero, ese mensaje ¿hubiera sido aceptado de forma tan efectiva y los lectores lo hubieran aceptado tan rápidamente y de forma tan efectiva si hubieran sabido que los expertos que expresaron su apoyo al medicamento tienen conflictos de intereses financieros y profesionales?
Pagos no mencionados de los fabricantes de medicamentos
Según el Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas, existe un conflicto de intereses “cuando un interés secundario (como la ganancia financiera) puede influir el juicio profesional de un interés primario (como el bienestar de los pacientes o la validez de la investigación). Aunque recibir dinero de un fabricante de medicamentos no necesariamente ocasiona una mala práctica, se sabe que los conflictos de intereses aumentan la probabilidad de sesgo a favor del producto del patrocinador.
Debido a que el Times no informó sobre los intereses profesionales / financieros de los médicos que hablaron firmemente a favor de tPA, explicare aquí algunas cosas:
Aunque Fonarow no recibió financiamiento de ninguno de los fabricantes de tPA, Genentech o Boehringer Ingelheim, hay un conflicto interesante pero que se suele pasar por alto en el caso de médicos como él, y que los lectores podrían querer tener en cuenta. Según un estudio publicado en el New England Journal of Medicine en 1998, los médicos que apoyaban el uso de cierta clase de medicamentos tenían más probabilidades de tener vínculos financieros con los fabricantes de esos medicamentos (97%) que los médicos que tenían una posición neutral o negativa (37%). Sin embargo, en un giro que no se tiene en cuenta, los médicos que tomaron dinero de cualquier fabricante de medicamentos (incluyendo los competidores) también fueron más propensos a expresar puntos de vista positivos (60%).
Se repite el error
Gina Kolata ha estado informando sobre el tPA desde al menos 1995, y parte de sus informes anteriores, como el que escribió para el Times en 2007, también tenía errores importantes. Este de 2007 citó a especialistas en accidentes cerebrovasculares que afirmaban que el tPA podía “salvar vidas”. El reclamo era inexacto; ningún estudio ha demostrado que el tPA salve vidas, y un ensayo clínico tuvo que suspenderse temprano porque los pacientes con accidente cerebrovascular tratados con tPA tenían más probabilidades de morir que los pacientes que recibieron placebo.
Después de que se le pidiera que respaldara la afirmación de que tPA salva vidas, el Times publicó una corrección: tPA, reconocieron, no se había demostrado que salvara vidas. En esa historia, el Times tampoco divulgó los extensos conflictos financieros de los expertos pro-tPA que citaron.
Desafortunadamente, el Times está lejos de estar solo. HealthNewsReview.org analizó 2.526 historias que han revisado a lo largo de 12 años y encontró que solo la mitad (53%) de las historias se calificaron como “satisfactorias” de acuerdo al criterio: “¿Utiliza la historia fuentes independientes e identifica conflictos de intereses?”
La combinación de la esperanza y la exageración impulsada por dinero puede dar como resultado el uso prolongado y generalizado de tratamientos ineficaces y dañinos. En un artículo sobre la debilidad científica de tPA para el accidente cerebrovascular, Josh Farkas, profesor asistente de Medicina Pulmonar y Cuidados Críticos de la Universidad de Vermont, describe el fenómeno: La medicina sigue estando plagada de estudios que no se pueden replicar. La historia es familiar. Primero, se lanza un estudio muy positivo en una importante revista médica, con mucha pompa. Esto lleva a cambios generalizados en la práctica. Décadas más tarde, queda claro que el estudio fue incorrecto.
Una llamada a la divulgación sistemática
La Declaración de Principios de la Asociación de Periodistas de la Salud llama a los periodistas a “estar atentos a la hora de seleccionar fuentes, a preguntar, sopesar y divulgar los intereses financieros, promocionales, personales o de otro tipo”. También insta a los periodistas a: Investigar e informar posibles enlaces entre fuentes de información (estudios o expertos) y aquellos (como los fabricantes) que promueven una nueva idea o terapia.
Muchos periodistas no hacen caso a esta llamada, o no divulguen en absoluto esos intereses o lo hacen de una manera selectiva, posiblemente tendenciosa.
Es interesante que el Times, si bien no mencionó los conflictos de varios expertos que respaldan el tPA, inicialmente incluyó una falsa insinuación de conflicto financiero de Hoffman. En un correo electrónico que me envió, Kolata explicó: “En medicina, los expertos a menudo tienen conflictos y, como periodistas, tenemos que hacer juicios sobre cuándo incluirlos en la lista. He informado conflictos muchas veces cuando parecen especialmente relevantes”.
Las historias desequilibradas como esta no sirven a la ciencia, y no sirven a los pacientes. El público necesita saber los conflictos financieros que pueden influir en las noticias de prensa tan urgentemente como los médicos y los investigadores que leen las revistas médicas. Es hora de que los periodistas y los medios populares de todo el mundo establezcan la obligación ética de los periodistas de informar los conflictos de intereses, cuando existan, de todas nuestras fuentes y expertos.
Addendum: para obtener más información sobre por qué y cómo divulgar los conflictos de intereses, recomendamos nuestro criterio “¿Utiliza la historia fuentes independientes e identifica conflictos de interés?” (Does the story use independent sources and identify conflicts of interest? https://www.healthnewsreview.org/about-us/review-criteria/criterion-6/