Ensayos Clínicos
Ensayos Clínicos y Ética
Los centros oncológicos traicionan a la ciencia cuando anuncian ensayos clínicos como tratamiento (Cancer centers sell out science when they advertise clinical trials as treatment)
J. Kimmelman, AJ. London
Statnews, 25 de abril de 2018
https://www.statnews.com/2018/04/25/cancer-centers-advertising-clinical-trials/
Traducido por Salud y Fármacos
En un video promocional, el MD Anderson Cancer Center anuncia los ensayos clínicos, junto con la inmunoterapia y la terapia con haces de protones como una de sus muchas formas de “combatir el cáncer”. Cancer Treatment Centers of America promueve ensayos clínicos como parte de su “compromiso con brindar a nuestros pacientes opciones nuevas e innovadoras de tratamiento contra el cáncer”. Es posible que haya visto vallas publicitarias o escuchado anuncios de radio con mensajes similares. Pero lo que realmente está viendo y escuchando en dicha publicidad es una negación de principios éticos y de la ciencia.
Hay mucho dinero detrás de la oferta de tratamientos para el cáncer, y los centros de tratamiento contra el cáncer gastan aproximadamente US$173 millones en publicidad anualmente. Una de las maneras en que compiten por los pacientes es ofreciendo un menú de opciones de ensayos clínicos y sugiriendo a los pacientes que participar en ellos aporta ventajas para su cuidado.
Como argumentamos en un artículo reciente de Viewpoint en JAMA Oncology, dicho mensaje no solo es engañoso, sino que también socava las mismas normas científicas que se supone que los ensayos clínicos, y los propios centros de cáncer, deben avanzar.
Algunos anuncios invitan a las personas a participar en un ensayo clínico mediante el uso de testimonios de pacientes que describen mejoras médicas significativas después de participar en un ensayo. En un video de MD Anderson, un paciente dice: “Al final del ensayo clínico apenas podían detectar un rastro de cáncer en mi cuerpo”.
La razón fundamental para ejecutar ensayos clínicos es reemplazar las anécdotas con evidencia científica. Cuando las organizaciones prestigiosas usan anécdotas para alentar la participación en ensayos clínicos, otorgan credibilidad a una práctica que intentan desalentar y suplantar con la medicina basada en la evidencia.
Algunos anuncios implican que, como cada gran avance en el tratamiento se ofreció por primera vez a los pacientes que participaron en ensayos clínicos, los pacientes que ingresan a los ensayos obtienen acceso a grandes avances. Tales afirmaciones constituyen lo que los estadísticos tildan de falacia inversa. Piense en la lógica. Es como decir que la mayoría de las personas que ganan la lotería compran sus boletos en tiendas de conveniencia (Nota, en EE UU solo se puede obtener lotería en esas tiendas), así que compre sus boletos de lotería en una tienda de conveniencia para ganar la lotería.
Sugerir que los ensayos brindan a los pacientes “una ventaja” oculta el hecho de que la mayoría de los nuevos medicamentos no son superiores a la atención estándar y, en algunos casos, son inaceptablemente tóxicos. Además, los ensayos a menudo implican visitas más frecuentes y procedimientos de investigación potencialmente gravosos, como biopsias de órganos. También esconde el hecho de que los participantes en los ensayos a menudo se asignan al azar, para controlar la composición de los grupos que permiten que los científicos comparen tratamientos novedosos con el estándar de atención. ¿Están los centros médicos implícitamente afirmando que los pacientes asignados al azar al brazo control están en desventaja?
Antes de que los pacientes puedan inscribirse en un ensayo clínico, deben pasar por un proceso de consentimiento informado con la intención de garantizar que comprenden la naturaleza y el propósito del estudio, así como la probabilidad de experimentar beneficios, molestias y riesgos. Sin embargo, a menudo los pacientes han decidido inscribirse en el ensayo antes de sentarse a discutir la información del consentimiento informado. Los anuncios que despliegan un razonamiento falaz y tergiversan el propósito de los estudios se aprovechan de las esperanzas y los temores de los pacientes, lo que puede dañar la integridad del consentimiento informado. Esto es particularmente pernicioso, dada la historia de engaño y prevaricación en la investigación médica que ayudó a que surgiera la bioética.
Los comités locales de ética en investigación trabajan arduamente para ayudar a los pacientes que están navegando por un laberinto de miedo, incertidumbre y exageración a ver los ensayos clínicos como lo que son: experimentos médicos que desempeñan un papel esencial en la generación de evidencia para el cuidado de futuros pacientes. Los mensajes que usan un lenguaje emotivo para enfatizar el potencial de beneficio individual sin mencionar los riesgos o cuantificar la perspectiva de beneficio o daño, desvían las expectativas y complican esta tarea.
El aspecto más insidioso de estos anuncios proviene del embrollo de que los pacientes que obtienen acceso a medicamentos en los ensayos tienen una ventaja sobre los pacientes que no los obtienen. Si esto fuera cierto, no tendría sentido ejecutar ensayos clínicos. Más importante aún, este mensaje reduce la credibilidad de prestigiosas organizaciones al mismo nivel que tienen las clínicas sin escrúpulos que ofrecen a los pacientes tratamientos no probados, basados en células madre. También refuerza la posición de movimientos como “derecho a intentar”, que consideran que los ensayos clínicos son obstáculos innecesarios para acceder a los beneficios de tratamientos novedosos no probados. De hecho, un hombre vestido con una bata blanca en un video de MD Anderson explícitamente dice: “Usted se siente inmediatamente queriendo tratar a todos con lo que se usa en el ensayo”.
Para solucionar esto, ofrecemos tres sugerencias. En primer lugar, las organizaciones de atención médica deben tratar todos los mensajes públicos como parte de su deber de proporcionar información confiable y precisa a los pacientes. Para facilitar esto, los departamentos o agencias de marketing deben examinar los anuncios de los ensayos clínicos propuestos con los comités de ética hospitalaria o los comités de ética en investigación.
En segundo lugar, las sociedades profesionales como la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica o grupos de defensa de los pacientes como la Sociedad Americana del Cáncer deberían emitir políticas o directrices sobre la publicidad de ensayos clínicos por parte de los centros médicos. Dichas directrices deben instar a que los anuncios no socaven el consentimiento informado del paciente al inflar las expectativas y generar malentendidos sobre la investigación.
Tercero, la FDA, que regula los anuncios de medicamentos, y la Comisión Federal de Comercio y los fiscales generales, que supervisan las prácticas de comercialización, deberían considerar regular los anuncios de ensayos clínicos o, al menos, establecer pautas estrictas para los mensajes públicos que se emitan sobre ellos.
Existen muchos motivos válidos para que los pacientes participen en la investigación clínica, entre los que destaca el deseo de ampliar las fronteras de nuestra comprensión del cáncer y nuestra futura capacidad para tratarlo. Para algunos pacientes, incluso la escasa probabilidad de cosechar beneficios personales puede ser suficiente para incentivar su participación.
Los pacientes que ofrecen sus cuerpos para ayudar a descubrir los tratamientos del mañana merecen mensajes verídicos, equilibrados y respetuosos con su papel en avanzar la ciencia, y no la cada vez más frecuente exageración en torno a los ensayos clínicos.