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Investigaciones
Dexrazoxano en niños: desacuerdos y arbitraje europeo
Rev Prescrire 2018; 38 (414):259-260
Traducido por Salud y Fármacos
Dexrazoxano, un quelante del hierro con propiedades citotóxicas, se autorizó para su uso como agente cardioprotector en algunos pacientes tratados con antraciclinas [1]. Las antraciclinas, como la doxorrubicina, son fármacos citotóxicos que conllevan un riesgo de insuficiencia cardiaca, en ocasiones varios años después del fin de tratamiento. La cardiotoxicidad de las antraciclinas aumenta con la dosis recibida acumulada. Dexrazoxano parece ser particularmente de utilidad en pacientes con riesgo cardiaco muy alto y/o para los que parecen estar justificadas dosis muy altas de antraciclinas [2).
En 2011, el uso de dexrazoxano estaba contraindicado en niños, debido a un aumento del riesgo de los llamados cánceres secundarios y por la eficacia no demostrada en niños [3]. A finales de 2015, la compañía envió los datos bibliográficos a las autoridades europeas para justificar el uso de dexrazoxano en niños. La falta de consenso entre las agencias nacionales de la UE condujo a un procedimiento de arbitraje por parte del Comité de Medicamentos de Uso Humano (CHMP) de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA). En 2017, este comité concluyó que el uso de dexrazoxano estaba justificado en niños que reciban dosis acumuladas de antraciclinas superiores a 300 mg/m2, por ejemplo, para tratar sarcomas o leucemia mieloide aguda recidivante.
El CHMP justificó su posición a partir de datos que mostraban la efectividad del dexrazoxano en la prevención de insuficiencia cardiaca en niños expuestos a dosis altas de antraciclinas (pero sin detallar el nivel de protección a corto plazo). Según el CHMP, no pareció aumentar el riesgo de cánceres secundarios en niños, con un seguimiento de hasta 12 años tras la exposición a dexrazoxano [4, 5]. Sin embargo, el bajo nivel de evidencia proporcionado por estos datos condujo a la siguiente enmienda en la Ficha Técnica Europea: “No se ha establecido la seguridad y la eficacia (…) en niños con edades entre 0 y 18 años”. Esto ilustra la incertidumbre alrededor de esta decisión [1,4].
En la práctica. Desde su introducción en el mercado europeo en la década de los 90, la evaluación de dexrazoxano resulta insuficiente para determinar su balance riesgo-beneficio. Casi 20 años después, el desacuerdo entre las agencias muestra que la incertidumbre sobre este fármaco sigue siendo sustancial.