Políticas
Nota de Salud y Fármacos: Hemos decidido traducir este artículo porque, sobre todo en la segunda parte, presenta la visión de la industria, que como era de esperar sigue priorizando la protección de la propiedad intelectual por encima del acceso, incluso en condiciones de pandemia, y a pesar de estar recibiendo grandes pagos incondicionales por parte del gobierno. También es interesante ver como una industria que se caracteriza por ser muy opaca, cuando tiene que competir reclama mayor transparencia. En algún momento nos gustaría constatar que la industria también se decanta a favor de la transparencia para ampliar el acceso global a medicamentos de calidad.
Faltan detalles sobre los recientes acuerdos entre gigantes farmacéuticos y gobiernos.
La Cámara de Comercio de EE UU, el grupo de presión más grande del país y la principal voz del poder corporativo en Washington, ha sugerido que se requiere más transparencia en los acuerdos relacionados con la vacuna Covid-19 que se están celebrando entre empresas farmacéuticas y gobiernos.
En este momento hay más de 150 vacunas en desarrollo en todo el mundo, y hay numerosos acuerdos de colaboración entre la industria y los sectores público y privado que fortalecen estos esfuerzos.
Varios de estos candidatos a vacunas ya se están testando en ensayos clínicos en humanos, lo que aumenta la esperanza de que una vacuna viable pueda estar disponible para fin de año.
Entre los líderes en la carrera por desarrollar una estrategia para inmunizar contra Covid-19 se encuentran AstraZeneca, Johnson & Johnson y Sanofi, y cada uno de ellos ha prometido que si sus vacunas demuestran ser efectivas pondrán a disposición miles de millones de dosis a nivel mundial sin fines de lucro (Nota de Salud y Fármacos: pero no han mencionado los precios, y como se desconoce el costo de producción será difícil verificar si cumplen con esta promesa. En cualquier caso, ese compromiso solo cubre el periodo de duración de la pandemia, no las posibles dosis que se requieran una vez superada la crisis. Recientemente, Novartis se comprometió a hacer lo mismo).
Al mismo tiempo, estas compañías, que han recibido miles de millones de dinero público de los gobiernos, ya han establecido una serie de acuerdos que los comprometen a producir millones de dosis para los gobiernos que han invertido en ellas.
El mes pasado, el gobierno del Reino Unido anunció un acuerdo por £65,5 millones con AstraZeneca, a quién previamente se le había otorgado la licencia de la prometedora vacuna de la Universidad de Oxford, que obliga a la empresa a entregar un total de 100 millones de dosis para los residentes en Gran Bretaña.
Utilizando una maniobra parecida, la administración Trump ha prometido £969 millones para la compañía a cambio de 300 millones de dosis, la primera de las cuales podría estar disponible para los estadounidenses a partir de octubre.
AzstraZeneca y Serum Institute of India, uno de los fabricantes más grandes del mundo, también han alcanzado un acuerdo de licencia multimillonario para suministrar mil millones de dosis a países de ingresos medios y bajos, incluyendo India.
Sin embargo, se desconocen los detalles de estos acuerdos. A principios de este mes, los activistas de la salud exigieron que el sector farmacéutico publicara todos los detalles sobre los acuerdos de licencia, incluyendo los costos de producción, los precios (tanto durante la pandemia como una vez que se declare terminada) y la divulgación de la cantidad total de la inversión pública.
Aparentemente, la Cámara de Comercio de EE UU, que durante las últimas dos décadas ha gastado más de US$1.600 millones en cabildear al gobierno federal, se ha ido sumando a estos llamados a la transparencia a medida que los principales productores farmacéuticos de EE UU han intensificado sus esfuerzos por desarrollar una vacuna.
Patrick Kilbride, vicepresidente senior del Centro de Políticas para la Innovación Global de la Cámara de EE UU (US Chamber’s Global Innovation Policy Centre GIPC) dijo a The Independent “Se trata de una situación única y me siento cómodo diciendo que se justifica un mayor nivel de transparencia, especialmente dada la inusual contribución del sector público a algunos de los esfuerzos en curso”.
“Como ciudadano, me gustaría entender cómo un gobierno trabaja con diferentes actores y la industria privada para distribuir una vacuna o una terapia”.
“La respuesta corta es sí [se necesita más transparencia]. Pero en la Cámara de EE UU no tenemos una posición clara sobre eso”.
Sin embargo, la Cámara de EE UU no llegó a apoyar las solicitudes para que las compañías farmacéuticas renunciaran a los derechos de patentes y propiedad intelectual (IP) sobre las terapias por el dinero público que había recibido, argumentando que no se deberían percibir simplemente como una “recompensa o bonificación” por un descubrimiento.
“En base a nuestra experiencia de trabajo con los miembros de la Cámara, los beneficios de la propiedad intelectual (PI) preceden a la obtención de patentes o el registro de una marca”, dijo.
“Es el mismo sistema, la confiabilidad del sistema, el tener un sistema que obliga a respetar los derechos de la compañía, lo que permite que las empresas hagan inversiones a largo plazo y de alto riesgo durante muchos años”.
“[El sistema de protección de PI] genera un contexto que permite que las empresas digan ” probemos esto y esto”.
El Sr. Kilbride reconoció que, si bien algunas compañías habían indicado que no tienen la intención de obtener ganancias de sus posibles vacunas, otras empresas podrían no tener el mismo tipo de compromiso.
“Lo importante es que el gobierno no tome decisiones precipitadas, que durante esta crisis no instauren un mecanismo de defensa que elimine estos derechos, sino que realmente consideren las circunstancias y decidan caso por caso”.
Numerosas empresas ya han descartado la iniciativa establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), llamada Covid-19 Technology Access Pool (C-TAP), que alienta a los gobiernos y empresas farmacéuticas a compartir datos, propiedad intelectual y conocimientos de manufactura.
Hasta ahora, 37 países, incluyendo Noruega, los Países Bajos y México, se han suscrito a C-TAP, pero el Dr. Albert Bourla, director ejecutivo de Pfizer, describió el esquema como “carente de sentido”.
“En este momento, también es peligroso”, dijo a principios de este mes. “En este momento se está haciendo un gran esfuerzo por encontrar una solución. Los riesgos que estamos tomando [representan] miles de millones de dólares y las posibilidades de desarrollar algo aún no son muy buenas”. (Nota de Salud y Fármacos: compartir información veraz sobre las cantidades que las empresas han invertido y las subvenciones que han recibido de los gobiernos y entidades filantrópicas sería una buena forma de promover y exigir mayor transparencia).
El director ejecutivo de AstraZeneca, Pascal Soriot, dijo: “Creo que la propiedad intelectual es una parte fundamental de nuestra industria y si no se protege la propiedad intelectual, esencialmente no hay ningún incentivo para que alguien pueda innovar”. [Nota de Salud y Fármacos: esta frase es incorrecta. Hasta 1995 las patentes no eran obligatorias, es más, algunos países de altos ingresos prohibían las patentes para los productos farmacéuticos, y otros solo tenían patentes de proceso y no de producto. Eso no impidió que los científicos innovarán. De hecho, las patentes impiden que los científicos puedan construir sobre lo que ya han descubierto otros, lo que no solo impide la innovación, sino que genera duplicidades e ineficiencias].
A pesar de la resistencia de la industria, la pandemia ha unido a los sectores público y privado de manera nunca antes vista, dijo la Cámara de EE UU.
“Hay una enorme movilización, sin precedentes, por parte de las empresas a favor de la I + D, y en cierta medida se han sumado los gobiernos y otras organizaciones no gubernamentales”, dijo Robert Grant, director de política internacional en el GIPC a The Independent [Nota de Salud y Fármacos: si las empresas están invirtiendo tanto ¿Por qué son renuentes a dar a conocer su cuantía?).
“Muchas de las compañías están colaborando con el gobierno y entre sí para compartir conocimientos científicos, investigación, licencias, etc. Realmente es un esfuerzo colectivo considerable, que no suele verse en ausencia de una crisis. La idea de que estos monopolios terminan en precios exorbitantes es un poco fantasmagórica”.
El Sr Kilbride también reconoció la peligrosa posibilidad de que los gobiernos se esfuercen por asegurar los suministros de vacunas y tratamientos que necesitan para sus propias poblaciones, en lugar de priorizar los esfuerzos globales para luchar contra Covid-19, como ya se ha visto con las órdenes de compra anticipadas que han hecho algunos países.
“Ciertamente, ha visto como ha surgido parte de ese nacionalismo en ciertos gobiernos, incluido el nuestro”, dijo. “Pero la comunidad empresarial es verdaderamente global. Las empresas que representamos investigan, fabrican y distribuyen en todo el mundo.
“Creo que se dan cuenta de que, a corto plazo, evitar la interrupción de la cadena de suministro es absolutamente crítico para ofrecer las soluciones que todos queremos. Un enfoque colaborativo para la producción y la distribución de esos productos es absolutamente esencial”. [Nota de Salud y Fármacos: Se puede preguntar a las empresas ¿Por qué rehúsan colaborar con la OMS, que está preparando un plan legítimo y equitativo de distribución a nivel mundial, en base a la necesidad y no en el poder adquisitivo?]
“Definitivamente, el nacionalismo de las vacunas no es la respuesta”.