Ética
Hace unas semanas, el CEO de Johnson & Johnson, Alex Gorsky, dijo en el programa “Today” que los investigadores de J&J que trabajan en una vacuna contra el coronavirus son “como los héroes de los hospitales”, que luchan por salvar pacientes.
Este es un mensaje que le gusta transmitir. En las últimas semanas, Gorsky ha hablado sobre el esfuerzo de J&J en “Today” de NBC y dos veces en CNBC y en Fox. Nadie le preguntó sobre los altos precios de los medicamentos, el papel de J&J en la crisis de los opioides o las demandas que afirman que su talco para bebés causó cáncer.
J&J y el resto de la industria farmacéutica han aprovechado la crisis del coronavirus para pulir una imagen empañada por los medicamentos inaccesibles, las demandas contra sus patentes y la epidemia de adicción a opioides.
Según Michael Kinch, jefe de los Centros para la Innovación en Investigación Biotecnológica (Centers for Research Innovation in Biotechnology) de la Universidad de Washington en St. Louis, el beneficio potencial es claro: si las compañías farmacéuticas pueden producir una vacuna o terapia exitosa contra la mayor amenaza infecciosa del siglo, “tal vez puedan liberarse de parte de su mala reputación”. Complementó expresando, “Me pregunto si esa es parte de la motivación”.
Recientemente, un alto ejecutivo de la industria farmacéutica le dijo: “Cuando entré en esta industria, éramos la más respetada del mundo. Ahora estamos peor que la del tabaco”.
Pero, si alguno de los productos nuevos se comercializa y le fijan un precio, se desconoce cuál de las firmas que están tratando de acaparar la atención (J&J para las vacunas, Gilead por su antiviral o Abbott por sus equipos para hacer pruebas) merece u obtendrá el liderazgo.
El cambio de imagen surge tras lo que según los críticos han sido décadas en que la industria ha invertido poco en vacunas y medicamentos para las enfermedades virales más comunes, y ha estado favoreciendo a los medicamentos más lucrativos que son menos importantes para la salud pública. Los críticos dicen que la industria habla de servir los intereses públicos mientras trata de obtener grandes ganancias, minimiza el papel del gobierno como socio en la investigación y exagera sus perspectivas de éxito.
En el programa “Today” de NBC, Gorsky dijo que el candidato a vacuna de J&J “tiene una gran probabilidad de ser eficaz contra el virus COVID-19”.
Pero el Dr. Paul Offit, co-inventor de una vacuna contra el rotavirus y profesor de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania, dijo que Gorsky “todavía no lo sabe”. Dadas las dificultades para desarrollar una vacuna y la gran posibilidad de fracaso, “deberíamos ser humildes con respecto a este virus y a la probabilidad de que [la vacuna] proteja”.
Hace tres años, el presidente Donald Trump dijo que las compañías farmacéuticas “se salían siempre con la suya (getting away with murder)” y cobraban cantidades enormes por los medicamentos. En cambio, a principios de marzo, durante una reunión en la Casa Blanca tildó a los directores ejecutivos de la industria farmacéutica de “genios” y les dijo “estamos muy orgullosos” de su trabajo.
J&J está produciendo una serie de ocho episodios llamada “El camino hacia una vacuna” (The Road to a Vaccine), donde la personalidad de CNN, Lisa Ling, entrevista a funcionarios, pacientes y científicos de la compañía. Un perfil sobre Gorskyque publicó el Financial Times fue tan halagador que la compañía emitió un comunicado de prensa sobre el mismo.
Pfizer, que recientemente comenzó los ensayos en humanos de su vacuna contra el coronavirus, dice en un nuevo anuncio “Cuando la ciencia gana, todos ganamos” (b). Daniel O’Day, CEO de Gilead, dijo el 3 de mayo en “Face the Nation” de CBS que los ejecutivos de la compañía “reconocen el sufrimiento humano, la necesidad humana”. Gilead tiene los derechos de propiedad intelectual sobre el antiviral remdesivir.
PhRMA (Pharmaceutical Research and Manufacturers of America), el mayor grupo de cabildeo de esta industria dice en una nueva campaña “Volvemos a la normalidad a través de la ciencia” (b).
Funcionarios de la administración Trump, incluyendo al Dr. Anthony Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas del grupo de trabajo que asesora al presidente sobre el coronavirus, dicen que en 12 a 18 meses podría haber una vacuna, mucho más rápidamente que el tiempo que se ha requerido para desarrollar cualquier otra vacuna.
Funcionarios de la industria dicen que este calendario sería inconcebible si no hubiera habido investigación previa por parte de las compañías farmacéuticas.
La portavoz de PhRMA, Priscilla VanderVeer dijo: “Hay 70 vacunas contra Covid-19 en desarrollo y con varias de ellas ya se están haciendo pruebas en humanos… Mucho de esto está sucediendo porque la industria cree en las vacunas, y muchas compañías han invertido en vacunas”.
A lo largo de los años, el gobierno federal ha entregado decenas de millones de dólares a J&J para su programa de investigación en vacunas. Funcionarios de esta compañía dicen que su experiencia reciente en el desarrollo de una vacuna contra el Ébola y posibles vacunas contra el VIH, el zika y otros insectos les permite avanzar rápidamente. Además, dicen que recientemente ampliaron su planta ubicada en los Países Bajos y puede producir cientos de millones de dosis al año.
No obstante, autoridades independientes dicen que las compañías farmacéuticas se han estado alejando de la investigación en vacunas durante décadas. Ganan mucho más dinero al tratar dolencias crónicas con píldoras o inyecciones regulares durante años que con la prevención de enfermedades (c).
Kinch dice que “Hemos desmantelado mucha capacidad para desarrollar vacunas, porque desde el punto de vista económico son poco atractivas, … Si se observa, el número neto de infecciones prevenibles por vacunación no ha cambiado en unos 20 años”.
Las vacunas exitosas que se han desarrollado recientemente incluyen las del papiloma humano, el Ébola y la nueva vacuna contra el herpes zóster. Sin embargo, Offit dice que actualmente solo cuatro compañías fabrican vacunas para el mercado estadounidense, menos que las 27 que había en la década de 1950 y las 18 en 1980.
Offit amplía diciendo que “las vacunas se administran una o pocas veces en la vida… Nunca serán productos de grandes ventas” (c).
Las compañías farmacéuticas que en los últimos años invirtieron en posibles vacunas contra el Ébola, el SARS (síndrome respiratorio agudo severo), el zika y otras infecciones perdieron dinero cuando se desvaneció la preocupación por estas enfermedades.
La investigación en vacunas está en manos de pequeñas empresas de biotecnología, académicos financiados por el gobierno y organizaciones sin fines de lucro, como la Fundación Bill y Melinda Gates. La Organización Mundial de la Salud enumera 83 vacunas candidatas potencialmente útiles contra el coronavirus, casi todas en fases tempranas de desarrollo.
El Dr. Walter Orenstein, profesor de la Universidad Emory y ex director del programa de inmunización de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE UU dijo que este número “muestra que hay bastante capacidad para las fases del desarrollo”, y quizás también para su fabricación.
Pero las pequeñas empresas no pueden asumir los costos significativos de comercializar los medicamentos: testarlos en humanos y luego fabricarlos y distribuirlos. Solo una gran empresa puede hacerlo.
El 11 de febrero, Fauci lamentaba que ningún gran fabricante de medicamentos de EE UU se hubiera comprometido a fabricar una vacuna contra el coronavirus. Dijo que era “muy difícil y frustrante”(d).
Desde entonces, a medida que se ha ido diseminando la enfermedad y el mercado potencial ha ido creciendo, la división Janssen de J&J y una colaboración entre Sanofi y GlaxoSmithKline han respaldado posibles vacunas, al igual que Pfizer.
El 30 de marzo, J&J y la administración Trump anunciaron una asociación en pro de las vacunas que incluye una inversión pública de US$456 millones, pagada por los contribuyentes estadounidenses, y una contraparte similar por parte de la empresa. El 16 de abril, Moderna, una pequeña empresa de biotecnología dijo que recibirá hasta US$483 millones en fondos federales para acelerar el desarrollo de su candidato a vacuna (e).
David Mitchell, fundador del grupo de consumidores “Pacientes por los Medicamentos Asequibles” dijo que, con tanta inversión pública, las empresas beneficiadas deberían informar detalladamente cómo se gastan esos recursos.
El dinero volverá a ser un problema. En febrero, Alex Azar, secretario de Salud y Servicios Humanos, dijo que no podía prometer que una vacuna contra el coronavirus sería asequible para todos. O’Day dijó recientemente que Gilead, cuyas acciones este año han aumentado un 20%, al comercializar remdesivir se guiará por los “principios de asequibilidad”, pero no ha establecido un precio (Nota de Salud y Fármacos, ahora ya lo ha hecho y como se informa en este boletín su precio está muy por encima de los costos de producción y del umbral de costo-efectividad).
J&J ha dicho que ofrecerá su vacuna “sin fines de lucro durante la pandemia”. Es el único desarrollador que hasta ahora ha prometido limitar sus ganancias por las vacunas contra el coronavirus. Mitchell dijo que la compañía debería explicar lo que eso significa y comprometerse a renunciar a todas las ganancias por el tratamiento, no solo durante la emergencia.
Mitchel expresó: “Cuando se involucra a los contribuyentes, deberíamos poder participar en determinar el precio y las ganancias… Hay muchos aspectos de la historia de Johnson & Johnson que muestran por qué se debe ser cauteloso al tratar con ellos”.
Un portavoz de J&J no respondió a la solicitud de comentarios sobre la propuesta de Pacientes por los Medicamentos Asequibles.
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Notas Salud y Fármacos: