Ética
Casi un año después, el artículo sobre el inhibidor del sistema renina-angiotensina-aldosterona (RAAS) se sigue citando. Investigadores de todo el mundo han seguido dando nueva vida a un estudio retractado, que sugirió que unos antihipertensivos de uso frecuente tenían efectos adversos en los pacientes con COVID-19.
Publicado en línea el 1 de mayo de 2020 en el New England Journal of Medicine [1], el estudio se basó en los datos de Surgisphere y afirmaba que había una asociación entre la terapia con inhibidores del sistema renina-angiotensina-aldosterona (RAAS) y peores resultados de salud de los pacientes hospitalizados por COVID-19 con enfermedad cardiovascular.
La revista retractó el artículo el 4 de junio de 2020 porque preocupaba que los datos fueran fraudulentos, y esta decisión se divulgó ampliamente. Todd Lee, MD, MPH, de la Universidad McGill de Montreal y sus colegas comunicaron que, a pesar de ello, hasta el 31 de mayo de 2021, el estudio se ha citado por lo menos 652 veces.
Según una carta que Lee y colaboradores publicaron en la revista JAMA Internal Medicine [2], solo el 17,6% de las citas verificadas reconocían o sabían que el artículo había sido retractado. Solo en mayo de este año, 11 meses después de que se retractara el artículo, se hicieron 21 referencias al mismo.
El grupo de Lee escribió: “Nuestros resultados son un reto para los autores, revisores, editores de revistas e instituciones académicas, quiénes deberían abordar mejor el tema de las citas de estudios científicos retractados y proteger la integridad de la literatura médica”.
La hipótesis de que los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (ECA) y los bloqueadores de los receptores de angiotensina (BRA) podrían ser perjudiciales para los pacientes con COVID-19 se ha planteado desde los primeros días de la pandemia, bajo el razonamiento de que el SARS-CoV- 2 ingresa en las células humanas a través de los receptores ECA2, y la regulación a la alta (upregulation) de estos receptores podría poner en riesgo a estos pacientes.
Varios grupos han refutado esto, mostrando que los inhibidores de la ECA y los BRA son seguros y quizás incluso beneficiosos en pacientes con COVID-19.
El grupo de Lee utilizó a Google Scholar para identificar 934 artículos que citaban el documento retractado. Después de excluir los documentos no revisado por pares (preprints), las citas duplicadas y los enlaces falsos que había arrojado el motor de búsqueda, se pudieron verificar 652 citas. La mayoría de las citas se utilizaron para respaldar una afirmación que hacía el artículo, y el 2,6% incluyó los datos en un nuevo análisis.
Más de un tercio de las citas se hicieron durante los dos primeros meses después de la retractación. Más de la mitad se publicaron después de tres o más meses, y un 27,8% después de 6 meses.
Lee y sus colegas explicaron: “Elegimos estudiar [este artículo] porque se retractó poco después de su publicación, los medios de comunicación divulgaron ampliamente la noticia, y no hubo controversia, como ha ocurrido con algunos estudios sobre la hidroxicloroquina y el COVID-19, el tema del otro artículo que utiliza la base de datos Surgisphere que también se retiró casi al mismo tiempo”.
Reconocieron que al depender de un único motor de búsqueda era posible que no hubieran identificado todas las citas. Los autores explicaron: “Sin embargo, no hay razón para que un estudio retractado se siga citando con tanta frecuencia en la literatura médica meses después de su retracción, y que en algunos casos se incorporaran los datos retractados en nuevos análisis”.
Referencias