Resumen
La creciente lista de opciones terapéuticas para los pacientes oncológicos genera entusiasmo. Las reuniones académicas prestan atención a los fármacos con mecanismos de acción novedosos, y la aprobación de fármacos novedosos se suele citar como una victoria de la investigación médica. Prueba de ello es el interés en el número anual de aprobaciones de medicamentos nuevos. La FDA proporciona un informe anual de las Nuevas Entidades Moleculares aprobadas por el Centro de Evaluación e Investigación de Medicamentos. El elevado número de fármacos aprobados se celebra y se equipara con una mejora en los resultados de los pacientes, así como también se celebra la eficacia de las agencias reguladoras [1]. Si bien las terapias más efectivas logran mejores resultados, el simple hecho de tener más opciones puede empeorar los resultados de formas inesperadas. Discutimos tres escenarios clínicos diferentes en los que tener más opciones puede producir peores resultados.
El nuevo fármaco puede desplazar a un fármaco antiguo que en realidad es superior.
Los medicamentos nuevos para pacientes no aptos para recibir una terapia agresiva se administran a pacientes que podrían recibir una terapia más agresiva.
Las aprobaciones que no tienen en cuenta los tejidos podrían desplazar tratamientos mejores que son específicos para ciertos tejidos.