Solicitudes y Retiros del Mercado
Caproato de 17-hidroxiprogesterona. Makena. La FDA debe retirar a Makena del mercado (The FDA must pull Makena off the market)
Adam C. Urato
Statnews, 14 de noviembre de 2019
https://www.statnews.com/2019/11/14/fda-pull-makena-lessons-from-des/
Traducido por Salud y Fármacos
Los médicos ¿deberían poder recetar y usar un medicamento que no funciona y que puede causar daño? Esa es la pregunta que tiene que responder la FDA al decidir qué hacer con un medicamento llamado Makena.
La FDA aprobó el caproato de 17-hidroxiprogesterona (Makena) en 2011 para prevenir el parto prematuro en mujeres que han tenido un parto prematuro espontáneo previo. El medicamento fue aprobado por la vía de aprobación acelerada de la FDA, que está reservada para medicamentos que tratan una enfermedad o afección grave o potencialmente mortal.
Esto ciertamente se aplica al parto prematuro (el nacimiento antes de la 37ava semana de embarazo), que es un problema importante en EE UU y en todo el mundo. En EE UU, aproximadamente el 10% de los bebés nacen prematuramente, y la tasa ha ido en aumento. Los bebés que nacen demasiado temprano, especialmente antes de las 32 semanas, tienen un mayor riesgo de muerte, y los que viven tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud y dificultades a largo plazo.
Se desconoce la causa de muchos casos de parto prematuro. Factores de riesgo como las infecciones, el tabaquismo, la raza y el parto prematuro previo pueden desempeñar un papel.
La FDA aprobó Makena en base a un solo ensayo clínico, el estudio Meis 2003, que mostró una reducción en el parto prematuro, pero ningún beneficio clínico directo, como una reducción de la mortalidad y morbilidad neonatal. La FDA condicionó su aprobación acelerada a que el fabricante de Makena, AMAG Pharmaceuticals, realizara un segundo ensayo. Los resultados de este segundo ensayo, conocido como PROLONG, se anunciaron en marzo de este año: Makena no funcionó, lo que significa que no evitó el parto prematuro.
Un comité asesor de la FDA se reunió el 29 de octubre para revisar la investigación. Testifiqué en la reunión como especialista en medicina materno-fetal, preocupado por la posibilidad de exponer a miles de madres y bebés en desarrollo a un medicamento ineficaz (o “inyecciones de hormonas sintéticas ineficaces”). Me animó que el comité recomendara retirar el medicamento, aunque muchos expertos, obstetras, observadores de la FDA y pacientes se sorprendieron por este giro aparentemente sorprendente de los acontecimientos. ¿Cómo podría un medicamento que los médicos han inyectado a mujeres embarazadas durante 16 años no ser efectivo?
La verdad del asunto es que el medicamento nunca fue efectivo.
Me ha preocupado el uso de este medicamento desde el principio. El ensayo Meis tuvo numerosos problemas, que Public Citizen y yo detallamos en una petición ciudadana a la FDA. Los dos grupos que participaron en el ensayo no fueron iguales: las mujeres que recibieron el placebo tendieron a ser un grupo de mayor riesgo con más nacimientos prematuros previos que aquellas que recibieron Makena. El ensayo se realizó en muchos sitios, y el que aportó más pacientes tuvo los resultados más sesgados. En esencia, los efectos en un centro de investigación impulsaron los hallazgos del ensayo.
En el ensayo, la tasa de nacimientos prematuros en el grupo de Makena (36%) fue aproximadamente lo que se esperaría en mujeres que han dado a luz prematuramente. El fármaco parecía ser efectivo sólo porque las mujeres que recibieron el placebo tuvieron una tasa extraordinariamente alta de partos prematuros (55%).
Además, el medicamento no proporcionó ningún beneficio clínico directo, como mejores resultados en los bebés cuyas madres lo recibieron. Como describimos en la petición, estos problemas y otros llevaron al estadístico principal de la FDA a expresar varias veces su fuerte oposición a la aprobación del medicamento, pero fue en vano.
A pesar de las deficiencias obvias del ensayo Meis, Makena no sólo fue aprobado, sino que también se convirtió en el estándar de atención. Sin embargo, los estudios de seguimiento que analizaron el uso del medicamento en la práctica clínica mostraron que no era efectivo para prevenir el parto prematuro. El tan esperado ensayo PROLONG confirmó estos hallazgos.
A pesar de la evidencia acumulada, algunos expertos, incluida la Sociedad de Medicina Materno-Fetal y el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos, organizaciones que representan a médicos como yo y de las cuales soy miembro, continúan argumentando que debemos mantener el medicamento en el mercado. Argumentan que los dos estudios principales (Meis y PROLONG) se realizaron en diferentes grupos: Meis se realizó sólo en EE UU, en una población de mujeres de mayor riesgo, mientras que PROLONG se realizó en un grupo internacional de menor riesgo.
Pero ese argumento falla cuando se profundiza en los datos. Ni siquiera los pacientes de mayor riesgo en el estudio PROLONG se beneficiaron del medicamento. De hecho, en muchos de los subgrupos de alto riesgo de PROLONG, la tasa de nacimientos prematuros fue mayor en el grupo Makena. Los que están a favor de “diferentes estudios / diferentes grupos” incluyen organizaciones que han recibido una cantidad sustancial de financiación del fabricante de Makena, AMAG Pharmaceuticals.
Otros argumentan que no parece haber problemas de seguridad a corto plazo, por lo que los riesgos asociados con la administración del medicamento palidecen en comparación con los efectos perjudiciales del parto prematuro. Sin embargo, este es un razonamiento peligroso. Makena es una hormona sintética que atraviesa la placenta y entra en el feto durante su desarrollo. Entra en el cerebro fetal, en los órganos reproductivos, y penetra en todo el cuerpo. Es posible que no veamos efectos a corto plazo con una exposición como esta, pero se desconocen los efectos adversos a largo plazo de una exposición fetal a las hormonas sintéticas.
Ya hemos discutido estos temas antes.
Dietilestilbestrol (DES) fue utilizado por millones de mujeres embarazadas para prevenir abortos espontáneos y partos prematuros desde fines de la década de 1930 hasta principios de la década de 1970. Durante décadas, se creyó que era efectivo y seguro para las madres y sus bebés en desarrollo. Los verdaderos efectos de este medicamento no se evidenciaron hasta mucho después. El DES provocó a largo plazo efectos adversos potencialmente graves para muchos de los que estuvieron expuestos a él. Una parte importante de la tragedia del DES es que, a pesar de lo que decía la promoción pública del medicamento, no fue efectivo para prevenir ni el aborto espontáneo ni el parto prematuro. La lección que supuestamente aprendimos de DES fue clara: nunca más expondríamos a las mujeres embarazadas y sus bebés en desarrollo a una hormona sintética sin tener buena evidencia de efectividad comprobada.
Y, sin embargo, 50 años después, hemos estado cometiendo el mismo error.
La historia nos juzgará mal si no sacamos a Makena del mercado y seguimos inyectando esta hormona sintética a mujeres embarazadas.