Science Magazine publicó, en noviembre del año pasado, el artículo “Should researchers shelve plans to deliberately infect people with the coronavirus?”, en el cual Warren Cornwall visualizó diferentes posturas acerca de los ensayos clínicos de exposición para el COVID-19 [1]. A continuación, Salud y Fármacos resume dicho artículo.
A comienzos de la pandemia del COVID-19 muchos grupos de investigación anunciaron planes de poner en marcha ensayos clínicos de exposición (human challenge trials) en los que se vacuna a los voluntarios y luego se les infecta intencionalmente en un entorno controlado para acelerar el hallazgo de vacunas, monitoreando durante días o semanas. Algunos científicos se cuestionaron si esto podía realizarse éticamente y en el entretanto miles de jóvenes voluntarios se ofrecieron para participar.
El tiempo fue pasando y las autoridades médicas a nivel global adoptaron aproximaciones cautelosas de manera que en noviembre del 2020 no se había iniciado ningún ensayo clínico de exposición [2], 11 vacunas se encontraban en fase III y la de Pfizer/BioNTech y la de Moderna habían anunciado eficacia del 95%.
Con el hallazgo de vacunas altamente prometedoras los científicos están debatiendo sobre si aún se requieren ensayos clínicos de exposición.
Por un lado, investigadores en el Reino Unido siguen adelante con su plan. Christopher Chiu, inmunólogo en el Imperial College en Londres y líder de la investigación “Human Challenge Consortium” en dicho país, expresó que “aún hay muchos argumentos fuertes para avanzar con ensayos clínicos de exposición”. Esta iniciativa cuenta con el respaldo de £33 millones del gobierno; planea determinar inicialmente la mínima dosis viral necesaria para causar infección y luego realizar comparaciones entre los diferentes candidatos a vacunas.
Chiu se siente cómodo con la idea de infectar intencionalmente a personas con el virus SARS-CoV-2 porque hay cada vez más evidencia de que los adultos jóvenes tienen un bajo riesgo de desarrollar una enfermedad grave.
Por otro lado, en Estados Unidos Matthew Memoli, virólogo de la Unidad de Ensayos Clínicos del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID, por sus siglas en inglés), estaba liderando un esfuerzo emergente que, al momento de la publicación del artículo en Science, estaba detenido. La razón consistía en que los líderes del NIAID y de los Institutos Nacionales de Salud sugirieron que un ensayo clínico de exposición podría no ser necesario.
Quienes promueven los ensayos clínicos de exposición, entre quienes se encuentra Nir Eyal, bioeticista de la Universidad Rutgers (New Brunswick) argumentan que estos:
Quienes temen que estos ensayos presenten riesgos serios en el contexto actual, entre quienes se encuentra Wilbur Chen, experto de enfermedades infecciosas de la Universidad de Maryland (Baltimore) y Seema Shah, bioeticista en la Universidad de Northwestern, exponen:
Según Marc Lipsitch, un epidemiólogo de la Universidad de Harvard que está a favor de los ensayos clínicos de exposición para el COVID-19, si bien ahora no hay una necesidad inmediata, los “investigadores necesitan seguir preparándose en caso de que llegue a haber una razón para empezar a hacerlos”.
Referencias
Bibliografía