Canadá es el único país de altos ingresos del mundo que cuenta con un sistema de salud de cobertura universal que no cubre los medicamentos de venta con receta.
El Partido Liberal federal prometió “dar los próximos pasos críticos para implementar un sistema nacional de cobertura universal – conocido como pharmacare” durante las elecciones de 2019, y lo repitió en algunos discursos posteriores, pero la discusión parece haber quedada, en gran medida, arrinconada desde la pandemia.
Eso a pesar de que los canadienses siguen apoyando la cobertura universal de los medicamentos de venta con receta. Una encuesta del Instituto Angus Reid publicada el pasado otoño mostró que el 86% de los canadienses apoyan pharmacare, y el 77% dijo que aumentar la cobertura para los canadienses debería ser una prioridad importante para el gobierno.
Aunque el gobierno en minoría del Primer Ministro Justin Trudeau parece tener el apoyo político necesario para impulsar pharmacare, dado que el New Democratic Party (NDP) lo apoya plenamente, no todas las provincias lo hacen. El coste también es una preocupación, sobre todo porque los gastos gubernamentales por la covid -19 siguen acumulándose.
El resurgimiento del pharmacare
La cobertura pública y universal de los medicamentos de venta con receta se lleva debatiendo en Canadá desde hace décadas. En los años sesenta, la Comisión Hall recomendó, sin éxito, un sistema nacional de cobertura farmacéutica. El tema volvió a resurgir más recientemente en el verano de 2019, cuando un consejo asesor nombrado por el gobierno Liberal recomendó la creación de una nueva agencia de medicamentos que redactaría una lista nacional de medicamentos de venta con receta que estarían cubiertos por el contribuyente, comenzando con una lista inicial de medicamentos esenciales de uso frecuente, para el 1 de enero de 2022.
El grupo, dirigido por el ex ministro de Sanidad de Ontario, Eric Hoskins, señaló que el coste sería de Ca$3.500 millones en 2022, y aumentaría a Ca$15.300 millones en 2027, a medida que se ampliara la lista de medicamentos cubiertos. El panel también pronosticó que Canadá gastaría anualmente Ca$5.000 millones menos en medicamentos de venta con receta para 2027, “al mismo tiempo que mejoraría el acceso y todos los canadienses tendrían cobertura pública”.
La creación de un sistema de cobertura farmacéutica pancanadiense parece sencilla, en teoría, pero los expertos dicen que en la práctica es más complicada, ya que Ottawa tendría que conseguir el respaldo de cada provincia y territorio, porque el sistema de salud de Canadá está descentralizado y superar a los grupos de presión de la industria farmacéutica que están bien conectados.
“Después de haber estudiado este expediente básicamente durante 25 años, ése es el mayor reto. Hace falta liderazgo político y valor para poner en marcha un sistema que dé prioridad al ciudadano canadiense frente a los intereses de poder”.
Aun así, los cálculos son convincentes. Los canadienses gastaron la friolera de Ca$34.000 millones en medicamentos de venta con receta en 2018 y pagan más por los fármacos per cápita que países similares, excepto Estados Unidos y Suiza, según el gobierno federal. También dice que el 20% de los canadienses tienen dificultades para pagar sus medicamentos de venta con receta, y se estima que tres millones de personas no surten sus recetas por problemas de asequibilidad.
Por qué la cobertura universal de medicamentos tiene sentido
Pagar por los servicios de salud, pero no por los medicamentos tampoco tiene mucho sentido, sostiene Steve Morgan, profesor de servicios y políticas de salud de la Universidad de Columbia Británica en Vancouver.
“Si te vas a molestar en pagar los servicios médicos que diagnostican y prescriben, probablemente deberías pagar los tratamientos para mantener a la gente fuera de los hospitales, que también vas a pagar”, dice, y añade que en gran parte del país ya existe un sistema rudimentario a nivel provincial para los jubilados y las personas que reciben asistencia social. “No es que sea difícil en un sentido técnico o incluso operativo; es una política difícil”.
Conseguir que Ottawa y las provincias y territorios se pongan de acuerdo en algo sustancial es raro. El último gran éxito fue la puesta en marcha del medicare en los años sesenta. También está la cuestión de tratar con las empresas farmacéuticas, que probablemente verían reducidos sus beneficios como resultado de un programa de compra nacional.
“Todos los demás países comparables a Canadá utilizan el poder del programa para conseguir mejores precios para los medicamentos”, afirma Morgan.
Incluso Australia, que tiene uno de los programas universales de cobertura farmacéutica más caros entre los países occidentales, ahorra Ca$7.000 millones de dólares en el coste de los medicamentos en comparación con Canadá, dice el Sr. Morgan.
“No es que los canadienses no quieran ahorrar Ca$7.000 millones, sino que los fabricantes de los medicamentos que tienen un precio más alto en Canadá que en otros países no quieren ver ese ahorro. Porque para ellos son ingresos perdidos”.
La oposición a la implantación de pharmacare con un pagador único suele provenir del ala derecha del espectro político y argumenta de que sería muy costoso e innecesario.
En cambio, dicen que el gobierno debería centrarse en las lagunas de cobertura para los canadienses que necesitan ayuda para comprar los medicamentos de venta con receta, en lugar de crear una nueva prestación nacional. “Esto va a costar mucho dinero”, dice Bacchus Barua, director de estudios de política sanitaria del Instituto Fraser de Vancouver.
Por ejemplo, el estudio del Instituto Angus Reid dio a conocer que el 23% de los canadienses puede necesitar algún tipo de ayuda financiera para pagar los medicamentos de venta con receta, pero Barua cree que la respuesta no es un programa nacional.
“Desgraciadamente, las propuestas que se discuten ahora son para establecer un amplio programa de cobertura para la población en general, muchos de los cuales pueden en realidad costear bien sus propios gastos, tienen un seguro primario y hasta podrían ser millonarios”, dice.
En la actualidad, las provincias y los territorios no se ponen de acuerdo sobre el programa de cobertura farmacéutica universal, pero parecen estar unidos para solicitar más dinero para los servicios de salud a Ottawa, y el mes pasado solicitaron al gobierno federal que aumentara su participación en los costes del 22% al 35%.
Parece que Ottawa adoptará una estrategia lenta y prudente. El mes pasado se comprometió a dar a Prince Edward Island Ca$35 millones a lo largo de cuatro años para que la provincia insular pueda añadir nuevos productos a su lista de productos farmacéuticos cubiertos.
El gobierno federal calificó el acuerdo con la provincia más pequeña del país como un paso hacia un programa de cobertura farmacéutica nacional. “Es efectivamente más de lo mismo. En mi opinión, no es lo que los médicos y los pacientes querrían realmente”, afirma Nigel Rawson, epidemiólogo e investigador de política farmacéutica en Saskatoon.
“Si sólo se trata de proporcionar medicamentos esenciales, es decir, un pequeño grupo de fármacos para enfermedades frecuentes, no necesitamos un sistema nacional de cobertura farmacéutica, sino ayuda para mejorar lo que tenemos”, afirma. “Si es para garantizar que los canadienses se beneficien de los nuevos medicamentos innovadores y revolucionares que se comercializan y son asequibles y ofrecen oportunidades, está bien”.