PRESCRIPCIÓN, FARMACIA y UTILIZACIÓN
Farmacia
España. Las farmacias están en una situación bastante penosa
Isabel F. Lantigua
El Mundo, 2 de abril de 2014
http://www.elmundo.es/madrid/2014/04/02/533b085c268e3ea22a8b4572.html?a=41d0%20dd8769264c90c16367d85668d96a&t=1396435734
Entra una señora con los ojos hundidos en los arcos de sus ojeras, unas medias lunas negras que denotan días de malas noches y malos sueños. Delante de ella hay un señor con multitud de recados mañaneros bajo el brazo y en el mostrador una mujer sujeta un taco de recetas que, juntas, son del grosor de una revista. La farmacia es un trasiego constante de personas, un goteo continuo de preocupaciones y alegrías, un lugar al que se va en busca de remedios para el cuerpo y para el alma.
“El trato con el público es muy gratificante. Al final te sabes las historias de los clientes y sus familias, los achaques que van teniendo… y para ellos somos como un consultorio. Nos conocen y nos preguntan mucho, porque confían en nosotros y estamos más accesibles que los médicos”, afirma Alexia Lario, propietaria de una concurrida farmacia en el madrileño barrio de Argüelles, que ha abierto sus puertas a El Mundo para mostrar lo que se ve y, sobre todo, lo que no se ve de un oficio como éste.
Más allá de esta labor de asesoramiento y de venta, Lario asegura sin dudar un instante que “la verdadera esencia del farmacéutico es la formulación”. Por eso, en la trastienda del establecimiento hay un rincón para elaborar fórmulas. Es un pequeño espacio, similar a una cocina, donde las probetas sustituyen a los cazos, un aparato sirve para mezclar y agitar bien los productos, como si de un cóctel se tratase y en vez de oler a guiso predomina el aroma del etanol. Olga, otra de las farmacéuticas, se maneja entre esos objetos como un chef en los fogones y prepara, en cuestión de aproximadamente 20 minutos, un elixir para la caída del cabello (minoxidil).
“Ésta es una de las cosas que más han cambiado en las farmacias. Hace 50 años se formulaba muchísimo, pero ahora sólo se hacen cosas pediátricas o algo que no se encuentre”, lamenta Lario, que explica que en su local (abierto en 1958) hacen tres o cuatro fórmulas a la semana. “Hay farmacias que no formulan nada y las que lo hacen pueden ser de nivel 1, 2 o 3, dependiendo de lo acondicionadas que estén. Nosotras hacemos nivel 1 (fórmulas muy sencillas, vía tópica) Para llegar a productos de nivel 3 hay que tener incluso una campana de flujo laminar para poder hacer estériles. Pero por cuestiones de espacio y economía muchas veces el local no se puede adaptar”, admite.
El orden que impera en la parte de la farmacia accesible a los clientes deja paso al caos que predomina tan sólo dos pasos detrás del mostrador. Cajas llenas y medio vacías, con los pedidos que han llegado y aún no se han podido colocar, se amontonan en un cuarto que hace las veces de almacén, al lado de la habitación donde se realizan las fórmulas. Un hueco antes de llegar a ambos espacios es un improvisado despacho, donde está el ordenador para hacer el inventario de los fármacos que entran y que faltan. Y en medio de todo hay que esquivar alguna silla con abrigos.
“Siempre estamos llenos de cajas en la parte trasera”, se justifica Alexia -actual presidenta de la empresarial madrileña Adefarma y candidata a presidir el COF (Colegio Oficial de Farmacéuticos)-, que muestra lo que abultan las cremas solares que acaban de recibir ya para la campaña de Semana Santa.
Reinventarse en tiempos de crisis
La farmacia media (en Madrid) suele tener 1,5 empleados. Pero dependiendo de la ubicación y del número de clientes, las necesidades varían. “Nosostros somos seis trabajadores en dos turnos, porque abrimos 12 horas”, dice Alexia, que se muestra preocupada por cómo ha afectado la crisis económica al sector.
“Ahora mismo estamos en una situación bastante penosa. El precio del medicamento lo controla la Administración y ha ido bajando de forma brutal durante los últimos años. Somos un sector al que le afecta mucho cualquier medida del Gobierno. Hemos tenido más de 29 medidas reguladoras de las cuales la mayoría ha venido por Real Decreto, es decir, por imposición, y van enfocadas a bajar el coste del medicamento y el gasto farmacéutico”, cuenta.
Así las cosas, “las farmacias han bajado su facturación en un 30% o 40% de media. Bajan los precios pero el número de dispensaciones sigue siendo alto, por lo que el personal que se necesita es el mismo. Una farmacia que se abra ahora tarda más de 20 años en amortizar, algo que parecía impensable en el pasado. Algunas se encuentran incluso en concurso de acreedores. Creo que estamos subsistiendo porque tenemos una distribución y unas cooperativas que nos han ayudado mucho a la hora de financiarnos”, reconoce Lario.
Pero esta farmacéutica no sólo se lamenta de la situación, sino que también hace autocrítica. “En la farmacia tenemos que cambiar el chip. No podemos quedarnos como antes para ver si subsistimos. Tenemos que entrar a ofrecer otros servicios, que son necesarios para los ciudadanos y además ahorrarían dinero a las Administraciones Públicas. Por ejemplo, el mayor número de urgencias que hay en España es por problemas medicamentosos. Por errores en las dosis, en la vía de ingesta… Y todos estos problemas se pueden detectar y evitar e igual nosotros podemos ser importantes ahí”
El sistema de alertas
De cuando en cuando saltan a los medios de comunicación noticias de que se ha retirado tal o cual medicamento. Pero son los menos. En realidad, de la mayoría de las alertas no nos enteramos. “Los fármacos pueden tener alertas de varios tipos. La puede dar el laboratorio porque haya detectado un problema de calidad en alguno de los lotes que han puesto en distribución. Normalmente son fallos menores como algo en el prospecto o en el envase. El Colegio de Farmacéuticos pasa la alerta por internet y móvil y los propios mayoristas también informan de las retiradas de los productos. Todo supervisado por la Agencia del Medicamento”, explica Lario.