Para controlar la pandemia por el virus SARS-CoV-2 hay que garantizar el acceso universal oportuno a las vacunas contra Covid-19 en todos los lugares del mundo, así como los insumos y la logística necesaria para su aplicación.
Para lograr este objetivo, es necesario incrementar el volumen y la velocidad de producción, garantizar precios asequibles y fortalecer el sistema logístico (almacenamiento, transporte, cadena de frío, y tener profesionales de la salud dedicados). Sin embargo, existen varias dificultades, como la escasez de materias primas y los grandes pedidos realizados por los países ricos, así como las prohibiciones y/o restricciones a la exportación (OMS, 2021; Wouters et al., 2021). Estas dificultades de acceso global son motivo de preocupación no solo desde una perspectiva ética y de justicia social, sino también porque la falta de acceso oportuno a las vacunas puede prolongar aún más la pandemia y aumentar el riesgo de que aparezcan nuevas cepas del virus contra las cuales las vacunas aprobadas no sean eficaces (Wouters et al., 2021)
En abril de 2020, la OMS anunció la conformación de la estrategia Covax para evitar un acceso desigual a las vacunas. Es una iniciativa que reúne a gobiernos, organizaciones globales de salud, productores, científicos, sector privado, sociedad civil y filantropía, con el objetivo de que los países tengan acceso equitativo a métodos de diagnóstico, tratamientos y vacunas contra Covid-19. El mecanismo Covax apoya la investigación, desarrollo y fabricación de diferentes vacunas, además de la compra conjunta de las vacunas para negociar precios bajos (Berkley, 2020). A través de esta plataforma, se asignarán dosis de vacunas a los países participantes en proporción al tamaño de su población, hasta que cada país reciba las dosis necesarias para vacunar al 20% de su población. En ese momento, se realizaría un plan para ampliar la cobertura a otras poblaciones (OMS, 2020). El objetivo es tener 2.000 millones de dosis disponibles a través del mecanismo Covax para fines de 2021 (Berkley, 2020).
El éxito del mecanismo Covax depende de que haya financiación para la compra de vacunas. En febrero de 2021, los gobiernos y otros socios habían contribuido con aproximadamente US$4.000 millones, pero según GAVI y la OMS, se necesitarían otros US$6.800 millones para alcanzar el objetivo (2.000 millones de dosis para fines de 2021) (Wouters et al., 2021).
Esta iniciativa enfrenta otro desafío y es que muchos países (inicialmente de altos ingresos) prefirieron no comprar vacunas a través de Covax, limitándose a establecer acuerdos de compra anticipada con los productores de vacunas para tener acceso prioritario a grandes cantidades de vacunas para vacunar a la mayoría de su población adulta en 2021. Lo que significa que una gran parte de la población de estos países recibiría la vacuna antes que los profesionales de la salud y las poblaciones de alto riesgo de los países más pobres. Los gobiernos de los países de altos ingresos (que representan el 16% de la población mundial) han hecho compras anticipados de al menos 4.200 millones de dosis de vacunas.
A medida que los países negocian individualmente las compras de dosis con los productores, aumenta la preocupación por el suministro de Covax, por lo que otros países se han ido animando a hacer compras por fuera de este mecanismo. Para el 3 de febrero de 2021, al menos 62 países o bloques de países habían cerrado acuerdos directos de compra. Algunos países (EE UU, Reino Unido) y regiones (Unión Europea) han reservado más vacunas de las que necesitan, cuestionando cuál será el destino de estos excesos, una vez que estos países alcancen sus objetivos. Sin embargo, la mayoría de los países no pueden hacer compras individuales y dependen del mecanismo Covax para acceder a las vacunas (Wouters et al., 2021).
En algunos países (Brasil, Italia, otros), los gobiernos subnacionales intentaron comprar vacunas contra el Covid-19, complicando aún más la situación, con el riesgo de crear desigualdades entre ciudadanos de un mismo país.
Algunos autores critican que la asignación de dosis a través del mecanismo COVAX sea proporcional a la población del país, teniendo en cuenta que las vacunas Covid-19 deben distribuirse por igual, dando prioridad a los países más afectados por la pandemia y de ingresos bajos y medios, como Brasil, donde el potencial para reducir el daño sería mucho mayor (Herzog, et al.2021).
Hasta el 15 de marzo de 2021, Covax había distribuido más de 29 millones de dosis a 46 países (GAVI, 2021). Con este panorama es poco probable que se alcance el objetivo de haber asignado 2.000 millones de dosis en 2021 (Wouters et al., 2021).
Además del mecanismo Covax, se han sugerido otras estrategias para superar las dificultades para el acceso equitativo y justo a las vacunas Covid-19. Sin embargo, hasta ahora ninguna de ellas ha logrado avances importantes. En la Organización Mundial del Comercio (OMC) la propuesta de suspensión temporal de patentes para los productos Covid-19 que presentaron India y Sudáfrica ha sido avalada por 99 países como Kenia, Mozambique, Pakistán, Bolivia, Venezuela, Mongolia, Zimbabue, Egipto, grupo africano y grupo de países menos adelantados y también la OMS y 379 ONG. Ya ha sido presentada y rechazada seis veces. (OMC, 2021; OMS, 2021; Carta de la Sociedad Civil, 2021).
Según el sitio web Outra Saúde (2021) para que la propuesta sea aprobada, se requiere el consenso de 164 países miembros, pero naciones ricas como Japón, Canadá, EE UU, la Unión Europea y algunos otros países como Brasil y Colombia no han votado a favor.
Además, la OMS propone varios acercamientos: procesos de concertación entre quienes desarrollaron las vacunas y otros fabricantes farmacéuticos con mayor capacidad de producción; procesos de transferencia tecnológica bilateral voluntaria entre la empresa titular de las patentes de vacunas y otra empresa que pueda producirlas; transferencia coordinada de tecnología que involucre a universidades, productores de vacunas y otras empresas productoras, bajo la coordinación de la OMS, lo que haría que el proceso fuese más transparente y podría potencialmente funcionar para la producción de vacunas de rutina o en otras pandemias (OMS, 2021. Pero, aún no sabemos si esto va a suceder).
Además de estos temas, recientemente, el interés y la posibilidad de que el sector privado compre vacunas parece estar aumentando, lo cual podría afectar la equidad. Las empresas privadas pueden comprar las vacunas y venderlas al público u ofrecerlas gratuitamente a sus empleados. Esto podría reducir los costos para los gobiernos, al invertir los fondos gubernamentales solo en los más necesitados. Sin embargo, el riesgo de este tipo de propuestas es romper el principio de equidad: si las empresas ofrecen vacunas fuera del calendario prioritario de vacunación del gobierno, las personas más ricas se vacunarían antes que las más vulnerables. Además, los precios de las vacunas podrían subir, los fabricantes podrían dar prioridad a los mejores compradores del sector privado y podría aumentar el riesgo de fraude y el mercado negro ilegal de vacunas (Launch & Scale Speedometer, 2021).
Los desafíos de lograr la vacunación universal en los países más pobres no se limitan a las restricciones financieras en la compra de dosis de vacunas para toda la población, sino que también hay problemas logísticos debido a la fragilidad de los sistemas de salud en estos países y a que muchas regiones son de difícil acceso o están en guerra o atraviesan graves conflictos sociales. Funciones básicas como almacenamiento, transporte, cadena de frío, disponibilidad de profesionales, etc. pueden representar dificultades enormes para los países más pobres. Cuando se requieren dos dosis, los desafíos para la universalidad de la vacunación contra Covid-19 son aún mayores, porque también requieren registros confiables y sistemas de trazabilidad efectivos para garantizar la segunda dosis. Sería conveniente que se reservara una importante cuota de dosis de inmunizadores de dosis única para los territorios de gran vulnerabilidad.
Esto hace que sea difícil o poco viable, asegurar el acceso universal, justo y oportuno a las vacunas contra el Covid-19, sobre todo en los países menos desarrollados y, dentro de esos países, a las personas más vulnerables. Ello, además de tener consecuencias éticas muy graves en cuanto a la pérdida de vidas humanas, favorecerá la circulación viral descontrolada en muchos territorios, aumentando el riesgo de que aparezcan variantes de Covid-19 resistentes a las vacunas actualmente en uso. Para evitar que esto ocurra, parece imprescindible lograr un importante esfuerzo de cooperación internacional, no solo para la provisión de un número suficiente de dosis de vacuna, sino también para dar apoyo concreto e in situ a las campañas de inmunización.
Los países y las diferentes organizaciones sociales, científicas y de la sociedad civil deben unirse para exigir vacunas para todos. El acceso universal a las vacunas contra el Covid-19 es un problema social y de salud pública mundial.
Referencias