El esfuerzo de cuatro décadas para elaborar una vacuna contra el VIH sufrió un duro golpe la semana pasada con la noticia de que Janssen Pharmaceuticals, una división de Johnson & Johnson, suspendía el único ensayo clínico de fase avanzada de una vacuna que se estaba haciendo. Los resultados demostraron su ineficacia.
“Me decepcionó el resultado”, afirma Mitchell Warren, director ejecutivo de AVAC, una organización que aboga por la prevención del VIH para acabar con el sida. “Fue un revés en la búsqueda de una vacuna”. Así que hay que volver a empezar, se están haciendo varios ensayos clínicos de fases iniciales a pequeña escala y otros más podrían incluirse en el plan de investigación.
Desde 1982, cuando los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE UU bautizaron por primera vez el síndrome como “SIDA”, ha habido años de miedo y muerte que han dado paso a sorprendentes avances científicos en la comprensión y el tratamiento del SIDA.
Pero el santo grial siempre ha sido encontrar una vacuna que impida que las personas se infecten con el VIH.
“Sólo hemos logrado erradicar una enfermedad [en humanos], la viruela, y se logró con una vacuna”, afirma la Dra. Susan Buchbinder, directora de investigación en prevención del VIH del Departamento de Salud Pública de San Francisco y profesora de la Universidad de California en San Francisco.
Los avances médicos en materia de sida incluyen medicamentos antirretrovirales (TAR) para suprimir el virus y controlar la enfermedad; y fármacos para la profilaxis preexposición (PPrE) para prevenir la transmisión del VIH si las personas no infectadas que se ven en riesgo los toman correctamente. En la actualidad, casi 29 millones de los 38 millones de personas infectadas con VIH en el mundo tienen acceso a medicamentos antirretrovirales que salvan vidas, según ONUSIDA.
Pero el acceso a los medicamentos que se usan en la PrEP ha sido mucho más lento, y en 2020, el 97% de los 940.000 usuarios mundiales de la PrEP vivían en sólo 30 países, según la Organización Mundial de la Salud.
Y una vacuna contra el VIH sigue estando frustrantemente fuera de nuestro alcance. Eso contrasta con el menos de un año que se tardó en desarrollar vacunas contra el covid-19 que evitan las enfermedades graves, hospitalizaciones y la muerte en la mayoría de los casos.
Entonces, si los científicos pueden hacerlo tan rápidamente para el covid-19, ¿por qué no pueden conseguir una vacuna para prevenir el VIH?
Una gran parte de la razón, dice Warren, es la velocidad a la que muta el virus del SIDA. “El mundo ha rastreado las variantes de covid”, afirma. Esas variantes incluyen Alfa, Beta, Delta, Omicron y subvariantes. Pero el VIH es mucho más variable. “Hay más variantes del VIH en el cuerpo de una persona pocos días después de la infección que todas las variantes que ha habido de covid”. Eso significa que incluso mientras se desarrolla una vacuna para atacar al VIH, el virus puede estar mutando y quedaría fuera de su alcance.
El trabajo de una vacuna consiste en enseñar al sistema inmunitario a reconocer la enfermedad y crear anticuerpos para combatirla. Hasta ahora, eso no ha funcionado con el VIH.
“El sida se integra en el sistema inmunitario. Muta con increíble rapidez, lo que lo convierte en un blanco móvil para el sistema inmunitario”, afirma el Dr. Bruce Walker, director del Instituto Ragon del MGH, el MIT y Harvard, que reúne a científicos e ingenieros para comprender mejor el sistema inmunitario. “Mientras tanto, el sistema inmunitario está siendo destruido por el propio virus”.
Otro factor que ayudó al rápido desarrollo de una vacuna contra el covid-19, algo que no se ha visto en el VIH, es que el sistema inmunitario del organismo, por sí solo, ayuda a la mayoría de los pacientes a recuperarse. De los 663,6 millones de personas en todo el mundo que tenían casos confirmados de covid-19, 6,7 millones han muerto desde el inicio de la pandemia, según la OMS. Incluso antes de que las vacunas estuvieran disponibles, la mayoría de las personas se recuperaban de la infección por covid-19. Las vacunas han mejorado sus probabilidades de no infectarse o de recuperarse si se infectan. “las vacunas [covid-19] que tenemos enseñan al sistema inmunitario del cuerpo a hacer lo que hace de forma natural, eliminar el virus, sólo que más rápido”, afirma Warren.
“Pero nadie elimina el sida de forma natural”, añade. “Con el VIH, estamos intentando crear una vacuna que haga algo que la naturaleza no hace por sí misma”. Las personas no superan la infección por VIH del mismo modo que superan la gripe o incluso el covid-19.
En lugar de eso, viven con el VIH, gracias a los nuevos medicamentos que reducen la carga viral a niveles indetectables. Y los medicamentos de la PrEP, cuando los toman correctamente las personas no infectadas, pueden prevenir nuevas infecciones.
¿No es eso suficiente, incluso sin una vacuna? ¿Por qué seguir buscando el santo grial del sida si la PrEP puede detener la propagación de la enfermedad?
“La realidad es que, sí, seguimos necesitando una vacuna”, afirma Walker. “En las partes del mundo donde el sida sigue siendo más prevalente, la PrEP no siempre está disponible”. Aunque el coste de la PrEP ha bajado en la mayoría de los países de renta baja a menos de US$100 al año, puede ser difícil para quienes viven en zonas remotas acceder a los fármacos, y el persistente estigma del sida puede hacer que la gente sea reacia a tomar pastillas. Para otros, puede ser difícil o imposible adherirse al régimen diario de pastillas, o a la inyección cada dos meses, y cuando no hay adherencia se torna ineficaz. “En teoría, si todo el mundo tuviera acceso a la PPrE y todo el mundo la tomara religiosamente, quizá no necesitaríamos una vacuna. Pero los humanos no somos perfectos”.
Aunque el fracaso de la vacuna contra el VIH de Johnson & Johnson fue decepcionante, nadie se da por vencido. “No se puede trabajar en el ámbito del VIH si no se mantiene cierto optimismo”, afirma Warren.
Hay destellos de esperanza. En marzo, por ejemplo, los Institutos Nacionales de Salud pusieron en marcha un pequeño ensayo inicial de tres vacunas experimentales contra el VIH utilizando la nueva tecnología de ARN mensajero (ARNm), que se utilizó en el desarrollo de las vacunas covid-19 de Pfizer y Moderna.
Buchbinder afirma que la Red de Ensayos de Vacunas contra el VIH, una colaboración internacional centrada en la evaluación de vacunas para prevenir la transmisión del virus tiene “toda una cartera de ensayos de vacunas por probar”. Son ensayos pequeños y de fases tempranas, que aún no están cerca de determinar si son eficaces para detener la transmisión del VIH en un gran número de personas. Pero “hemos aprendido muchísimo de cada ensayo [de vacunas contra el VIH]”, afirma. “Tengo esperanzas”.