La OMC se enfrenta a una crisis existencial, a pesar de un resultado razonable en la Duodécima Conferencia Ministerial. La única forma en que la OMC puede resucitar es asegurándose de que la agenda de negociación esté anclada en los Objetivos de Desarrollo Social (ODS) y no en los estrechos intereses de sus miembros más poderosos. La OMC también debe tener en cuenta el papel cambiante del Estado.