Science ha publicado un artículo sobre la investigación que Didier Raoult ha estado realizando desde 2010 [1]. A continuación, resumimos los puntos que se relacionan con sus investigaciones relacionadas con la covid y con otras investigaciones realizadas durante la pandemia.
Didier Raoult es un científico senegalés que reside en Francia. Se le conoce principalmente por su trabajo sobre rickettsias y por su descubrimiento de virus grandes. Ha recibido muchos premios, incluyendo el Gran Premio 2010 de la agencia francesa de investigación biomédica INSERM. Cuenta con más de 3.200 artículos indexados en PubMed.
En 2011, Raoult asumió la dirección del IHU (Hospital Institute of Marseille Mediterranean Infection) en Marsella, uno de los seis hospitales de investigación de última generación establecidos por el gobierno del entonces presidente Nicolas Sarkozy. La IHU, que se especializa en investigar enfermedades infecciosas, se inauguró con una subvención gubernamental de €72 millones.
El IHU tiene mucho poder y cuando surgió la covid, todos querían saber las opiniones de Raoult y su instituto sobre la situación. Raoult estaba continuamente en los medios de comunicación. Las confiadas declaraciones de Raoult llamaron la atención de Fabrice Frank, un biólogo que se había mudado de Francia a Marruecos, donde fundó una empresa de tecnología de la información (TI) y observó con sorpresa cuando Raoult afirmó (con evidencia mínima, basada en investigaciones poco detalladas de China) que la hidroxicloroquina (HCQ), o el medicamento relacionado fosfato de cloroquina, era un tratamiento eficaz.
Víctor García, periodista de la revista francesa L’Express, observó que en las redes sociales los científicos expresaban escepticismo sobre las afirmaciones de Raoult, pero cuando llamó al IHU para hacer algunas preguntas, no le dieron una respuesta aceptable.
EL 11 de marzo de 2020, el ministro de salud francés, Olivier Véran, invitó a Raoult a unirse al Consejo Científico que asesoraba al gobierno sobre la respuesta a la pandemia. Unos días más tarde, Raoult y su equipo publicaron un artículo explosivo en el Revista Internacional de Agentes Antimicrobianos, informando que la IHU había descubierto que la HCQ combinada con el antibiótico azitromicina era eficaz contra la covid-19.
Aunque los resultados fueron preliminares y otros investigadores dudaron de las conclusiones de Raoult, el entusiasmo por la HCQ aumentó, y el presidente estadounidense, Donald Trump, empezó a promocionarla. El 26 de marzo, a pesar de la oposición de otros miembros del consejo científico, el ministro de salud emitió un decreto que permitía recetar HCQ a pacientes hospitalizados con covid-19.
La especialista en integridad científica Elisabeth Bik decidió analizar detenidamente el artículo sobre la HCQ. Bik, señaló varios problemas: los pacientes no habían sido asignados aleatoriamente a los grupos de tratamiento y control, lo que podría haber sesgado los resultados; y los datos de seis pacientes de los 26 tratados con HCQ fueron eliminados (incluyendo tres que fueron transferidos a cuidados intensivos y uno que murió), favoreciendo los beneficios del tratamiento. Además, se descubrió que el articulo había sido aceptado para publicación en 24 horas y que uno de los autores también era editor en jefe de la revista.
Durante las siguientes semanas, aparecieron dos estudios más escritos por investigadores de IHU, con plazos de revisión por pares inusualmente cortos, ambos en una revista en la que uno de los autores era editor asociado. Uno de esos artículos fue un segundo estudio que utilizó HCQ para tratar a 80 pacientes hospitalizados con covid-19 “levemente infectados”; casi todos mejoraron clínicamente. Sin embargo, este estudio no había sido aprobado por un Comité de Protección de las Personas (CPP)[1], pero los investigadores se defendieron diciendo que era un estudio retrospectivo.
A pesar de las críticas, los franceses seguían confiando en Raoult, y un 30% confiaba más en Raoult que en el ministro de salud.
Mientras tanto, los críticos, Frank, Gracía y Bik (entre otros), comenzaron a analizar las investigaciones de Raoult. Bik encontró más estudios que parecían carecer de la aprobación ética adecuada. García, en julio de 2021, publicó una investigación en L’Express donde decía haber encontrado 17 estudios, realizados entre 2011 y 2020, en su mayoría relacionados con personas sin hogar o refugiados, que habían utilizado el mismo número de aprobación ética, a pesar de que los estudios utilizaron diferentes métodos para responder a diferentes preguntas de investigación. Frank descubrió 248 estudios que habían utilizado el número de aprobación “09-022”, lo que representa una única solicitud al comité de ética de la IHU.
Raoult era autor de todos menos 10 de estos 248 estudios, y le dijo a Science que todos estos artículos reutilizaron el número de aprobación ética. Pero eso estaba permitido, porque ninguna de las investigaciones se rige por la ley de bioética francesa, afirmó. Muchos de los artículos involucraban a niños, y casi la mitad de ellos se habían llevado a cabo fuera de Francia (principalmente en varios países africanos).
En el artículo publicado en Science aparece un cuadro con todos los estudios que se han cuestionado por falta de evaluación ética. Los investigadores afirman que no era necesario obtenerla, a pesar de que muchos involucraban a poblaciones vulnerables.
Más de 18 meses después de que Bik cuestionara los métodos y las aprobaciones éticas en su blog, las autoridades francesas empezaron a hacer inspecciones en el IHU. En octubre de 2021, la agencia francesa para la seguridad de los medicamentos y productos para la salud (The French National Agency for the Safety of Medicines and Health Products o ANSM) dijo que detectaron violaciones de la ley y remitieron el asunto al fiscal, quién todavía estaba investigando. El gobierno francés también pidió a dos organismos de control, la Inspección General de Asuntos Sociales y la Inspección General de Educación, Deporte e Investigación, que investigaran.
Raoult dice que estas inspecciones surgieron de una “pequeña conspiración para aparentar que estábamos llevando a cabo un ensayo ilegal de un tratamiento contra la tuberculosis” (Según un informe de prensa, los pacientes de IHU con tuberculosis habían recibido tratamientos no probados). Raoult dice que las agencias no encontraron ningún ensayo ilegal y sólo tres problemas menores con otros proyectos de investigación. Sin embargo, tanto el informe de ANSM, publicado en abril de 2022, como el informe de las agencias de auditoría, publicado cinco meses después, señalaron que los pacientes de IHU habían recibido un tratamiento contra la tuberculosis no aprobado y algunos sufrieron efectos adversos graves. Según los organismos de control, esto podría constituir un delito penal. Además, describieron preocupaciones éticas similares a las planteadas por Frank, García y otros.
Los órganos de auditoría gubernamental señalaron que el IHU dependía en gran medida de su comité de ética interno, “cuya composición no garantiza suficientemente su independencia y cuyos métodos de trabajo no permiten una decisión informada”; y la ANSM describió proyectos de investigación que se iniciaron sin aprobación ética, faltaban formas de consentimiento y algunos investigadores no entendían las regulaciones éticas.
Los inspectores informaron que el INSERM, que había ayudado a fundar y administrar el IHU, se retiró del instituto en 2018. Un portavoz del INSERM dijo que había descubierto que varios proyectos de investigación no cumplían con sus estándares científicos. El CNRS se retiró en 2016 y “no tiene conexión” con el IHU desde 2019, según un portavoz.
El fiscal todavía no ha emitido su opinión sobre el caso.
A pesar del intenso escrutinio de su trabajo, en abril de 2023 Raoult y sus colegas publicaron un borrador que volvió a provocar conmoción en las redes sociales. Raoult y sus colegas analizaron datos de 30.202 pacientes con covid-19 tratados en la IHU entre marzo de 2020 y diciembre de 2021, incluyendo 23.172 que habían recibido una combinación de HCQ y azitromicina. Sin embargo, Francia había retirado el permiso temporal para tratar a pacientes con covid-19 hospitalizados con HCQ en mayo de 2020, después de que un artículo en The Lancet informara que la HCQ no era un tratamiento eficaz para el covid-19. (Este artículo fue posteriormente retractado, después de que se cuestionaran los datos, pero el estudio RECOVERY también demostró que no era efectiva).
El estudio tampoco informó ninguna aprobación por un CPP, la sección de ética enumera solo el número de referencia del comité de ética de IHU. No obstante, el 30 de octubre, el artículo se publicó en la revista New Microbes and New Infections, propiedad de Elsevier. Catorce organismos científicos, entre ellos la coalición nacional de comités de ética y la Sociedad Francesa de Farmacología y Terapéutica, firmaron una carta denunciando los problemas éticos que se publicó en Le Monde y, en junio de 2023, la ANSM anunció que había vuelto a remitir el asunto al fiscal.
En los últimos meses, el IHU ha recibido más golpes, comenzando con la retractación de dos artículos de Scientific Reports en octubre de 2023 por falta de pruebas de supervisión ética en Níger y Senegal, donde se realizaron los estudios. Los dos estudios forman “parte de una investigación más amplia sobre posibles problemas éticos en varios artículos”, según el portavoz.
Las revistas de PLOS han señalado casi 50 artículos más de IHU con expresiones de preocupación, como parte de una investigación en curso que Retraction Watch informó en diciembre de 2022. En noviembre de 2023, la junta directiva del hospital de Marsella dijo a la agencia de noticias AFP que “condenaba enérgicamente” el estudio masivo con HCQ. El IHU dijo que “compartía” la reacción de la junta del hospital. Y Elsevier anunció que New Microbes and New Infections había abierto una investigación por preocupaciones éticas en los artículos de IHU publicados en la revista.
En diciembre, los ministros franceses de salud e investigación pidieron a un organismo disciplinario que supervisa los hospitales universitarios que iniciara un proceso contra los tres coautores de Raoult en el estudio masivo de covid-19, que trabajan en el IHU, pero no contra Raoult, quien se jubiló en el verano de 2021.
La pelea ha pasado factura a los críticos. No solo han enfrentado abusos por parte de los seguidores de Raoult en las redes sociales sino que también se han quejado con sus superiores en el lugar de trabajo y Raoult los ha amenazado con acciones legales. De hecho, llevo a juicio a Bik, pero perdió.
Algunos dicen que la respuesta institucional de Francia ha sido inaceptablemente débil. Ha habido “fracasos en todos los niveles”, dice García: en el Ministerio de Salud; en el sistema de justicia; dentro de la junta de hospitales universitarios y regionales, que supervisaba al IHU; y en ANSM, que sólo llevó a cabo una inspección completa cuando se publicaron noticias en los medios de comunicación. Los editores de revistas también han tardado demasiado en reaccionar.
En Francia, la estrecha relación entre los poderes políticos y las instituciones científicas también es responsable de la demora en la respuesta institucional.
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