Resumen
Cada año 9 millones de mujeres son diagnosticadas con cáncer en todo el mundo. El cáncer de mama es el más diagnosticado a nivel global, seguido del cáncer colorrectal en los países de renta alta y del cáncer de cuello de útero en los países de renta baja. La supervivencia del cáncer está mejorando y cada vez más mujeres experimentan efectos a largo plazo del tratamiento oncológico, como insuficiencia ovárica prematura o menopausia precoz.

El tratamiento de los síntomas de la menopausia después del cáncer puede ser difícil y más grave que en la menopausia natural. Los síntomas de la menopausia pueden ir más allá de los sofocos y los sudores nocturnos (síntomas vasomotores). Los síntomas inducidos por el tratamiento pueden incluir disfunción sexual y alteraciones del sueño, del estado de ánimo y de la calidad de vida. A largo plazo, la insuficiencia ovárica prematura puede aumentar el riesgo de enfermedades crónicas como la osteoporosis y las enfermedades cardiovasculares.

Diagnosticar la menopausia después de un cáncer puede ser complicado, ya que los síntomas menopáusicos se pueden solapar con otros síntomas frecuentes en pacientes con cáncer, como la fatiga y la disfunción sexual. La terapia hormonal menopáusica es un tratamiento eficaz para los síntomas vasomotores y parece ser segura para muchas pacientes con cáncer. Cuando la terapia hormonal está contraindicada o se evita, la evidencia emergente apoya la eficacia de los tratamientos no farmacológicos y no hormonales, aunque la mayor parte de la evidencia proviene de mujeres mayores de 50 años con cáncer de mama.

El estrógeno vaginal parece seguro para la mayoría de las pacientes con síntomas genitourinarios, pero hay pocas opciones no hormonales. Muchas pacientes reciben servicios inadecuados para tratar los síntomas de la menopausia tras el tratamiento del cáncer, y se necesita más información sobre modelos de atención rentables y centrados en la paciente para esta creciente población.