Nuevas Vacunas: viejas realidades con nuevas controversias
Carlos Zamora
Grupo de Ética y Ensayos Clínicos en Costa Rica
Una serie de nuevas vacunas han aparecido en el mercado gracias al desarrollo de la industria y de la tecnología.
La aparición de estos nuevos productos expone una serie de viejas realidades del mercado farmacéutico y de los sistemas de salud, y una variedad de nuevas controversias de carácter social, económico y ético.
Las nuevas vacunas aparecen como productos novedosos en mercados cada vez más desequilibrados por el enorme poder de la industria farmacéutica y la gran debilidad de los sistemas públicos de los países pobres.
Estas nuevas vacunas han sido pensadas, diseñadas y producidas para los países desarrollados pero la industria pretende venderlas en todos, conquistando para ellos los fondos de los sistemas públicos. Estas relaciones no necesariamente se adaptan a las realidades de los países pobres.
La variada oferta de nuevas vacunas, que aunque tengan una demostrada efectividad, no necesariamente encajan con las realidades epidemiológicas ni con las posibilidades de los países en desarrollo. Cada país tiene diferentes realidades epidemiológicas que afectan el beneficio de una determinada vacuna. Las condiciones ecológicas de los agentes infecciosos y de las poblaciones también son factores que determinan la utilidad de las vacunas. Y sumado a esto aparecen además controversias no bien explicadas sobre la eficacia y seguridad de algunas nuevas vacunas en los contextos sociales de los países latinoamericanos.
La incorporación de nuevas vacunas en los esquemas públicos de los países pobres inevitablemente implica el uso de los escasos recursos financieros con la consecuente reducción en el financiamiento de otros programas de salud. Estas decisiones implican modificar las prioridades nacionales y solo pueden tomarse después de tener evidencias sólidas y datos robustos sobre los beneficios de cada una de las nuevas vacunas. Los países deben entonces prepararse para realizar análisis responsables para decidir la mejor manera de utilizar los fondos públicos disponibles para los programas sanitarios.
Sería deseable que esos estudios fuesen hechos de manera propia e independiente de la eventual presión de la industria. Aunque sea esperable que para soslayar las grandes controversias sobre los beneficios reales de una nueva vacuna, la industria farmacéutica presione a través de los medios y de los gobiernos a los sistemas públicos para incorporar nuevas vacunas sin tomar en cuenta otras repercusiones para los sistemas de salud. Los costos de esas algunas de estas nuevas vacunas son muy elevados y superan, por ejemplo, el gasto per capita en salud de muchos países.
La promoción de nuevas vacunas bien podría estarse haciendo sobre criterios falsos de equidad y apoyando un cierto clientelismo político mediatizado por la difusión de infundados temores hacia la población.
Abogamos por el derecho a la salud y el mejoramiento en la protección de la salud de las poblaciones latinoamericanas. Pero las medidas y decisiones se deben concebir en el amplio marco de las condiciones de salud determinadas principalmente por la pobreza y las relaciones sociales.
Es por eso que los escasos recursos de salud deben usarse de la manera más racional posible en pro de la salud pero no para ocultar las verdaderas causas de algunas enfermedades.