Políticas
EE UU y Canadá
Cómo la industria farmacéutica, que está siendo atacada todos lados, sigue ganando en Washington (How pharma, under attack from all sides, keeps winning in Washington)
Nicholas Florko, Lev Facher
Statnews, 16 de julio de 2019
https://www.statnews.com/2019/07/16/pharma-still-winning/
Traducido por Salud y Fármacos
No parece importar los tuitees furiosos del presidente Trump, cuán intencionadamente la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, lance una crítica, o cuán astutamente el secretario de salud Alex Azar redacte un cambio regulatorio.
La industria farmacéutica sigue ganando en Washington.
Según los cabilderos y representantes de la industria, solo en el último mes, los fabricantes de medicamentos y el ejército de cabilderos que contratan presionaron a un senador republicano para que no adelantara un proyecto de ley que hubiera limitado algunos de sus derechos de propiedad intelectual. Se las arreglaron para diluir otro antes de agregarlo a un paquete legislativo para reducir los costos de la atención médica. Los cabilderos también convencieron a otro legislador republicano, que una vez que había opuesto rotundamente a las tácticas de la industria para alargar la protección de patentes, a comprometerse públicamente a suavizar su propia legislación sobre el tema, como informó STAT el mes pasado (https://www.statnews.com/2019/06/21/pharma-win-congress-patents/).
Incluso fuera del Congreso, encontraron una forma de bloquear quizás el mayor logro de la administración Trump contra la industria en los últimos dos años: un proyecto de regulación que hubiera requerido que las compañías farmacéuticas incluyeran los precios en los anuncios de televisión.
Los fabricantes de medicamentos, para inmiscuirse en el campo minado de la política, han utilizado con éxito a docenas de cabilderos y han dedicado sumas récord para defender sus intereses en las decisiones que toma el gobierno federal. Pero también están utilizando una estrategia aparentemente nueva: este año, los CEOs de la industria han dirigido sus donaciones a las campañas de un par de legisladores republicanos vulnerables, y luego les han pedido que no alteren el modelo comercial de la industria.
En más de una docena de entrevistas de STAT con una variedad de empleados de la industria, personal del congreso, cabilderos, analistas de políticas y grupos interesados en abaratar los precios de los medicamentos, surge una desconexión inconfundible. A pesar de que Washington ha intensificado sus ataques retóricos a la industria y ha centrado sus esfuerzos de formulación de políticas en controlar los altos precios de los medicamentos, las estrategias de cabildeo y defensa de la industria farmacéutica han impedido que tanto los legisladores como la administración Trump logren avanzar sus estrategias contra los medicamentos de venta con receta.
Las grandes farmacéuticas (Big Pharma) ha reemplazado a las grandes tabacaleras (Big Tobacco), como el poder más brutal de todos agentes poderosos que operan en Washington”, dijo el senador Dick Durbin (Demócrta por el estado de Illinois) en un comunicado a STAT. Durbin, quien recientemente vió como la industria se opuso con éxito a su propuesta para restringir algunas de las estrategias de la industria para alargar sus patentes, agregó que “Pharma sigue estafando a las familias y a los contribuyentes estadounidenses gracias a los miles de millones que tiene”.
No se puede atribuir todo el éxito a la industria; un Congreso fracturado y la falta de acuerdo entre los asesores de atención médica más importantes del presidente Trump también han hecho su contribución.
Las grandes farmacéuticas, el grupo de cabildeo más grande en el Congreso, declinó hacer comentarios para este artículo. Pero los líderes de la industria discutieron ampliamente en contra de los intentos para controlar los aumentos de precio y la manipulación de las patentes, argumentando que eso podría sofocar irremediablemente la innovación médica.
La batalla está lejos de terminar, y los representantes de la industria y los cabilderos rápidamente dicen que lo peor, para ellos, aún está por llegar. Señalan varias iniciativas legislativas en curso, incluyendo las del Comité de Finanzas del Senado, que podrían tener un impacto directo en la forma como establecen los precios en Medicare (https://www.statnews.com/2019/07/10/trump-advisers-support-cap-price-hikes/). También están esperando para ver si los demócratas de la Cámara de Representantes pueden cerrar un acuerdo de precios de medicamentos con la Casa Blanca para permitir que Medicare negocie al menos algunos precios de medicamentos. Otra regulación pendiente, que detestan los fabricantes de medicamentos, podría vincular las decisiones de precios de Medicare a un índice de precios internacionales (https://www.statnews.com/2019/07/05/trump-executive-order-favored-nation/).
También lamentaron la decisión que la administración Trump tomó la semana pasada de abandonar un cambio de política que habría terminado con los reembolsos de una porción del precio de los medicamentos (https://www.statnews.com/2019/07/11/trump-abandons-rebate-rule/), lo que, según la industria farmacéutica, podría haber dado a los fabricantes de medicamentos más espacio para bajar sus precios voluntariamente.
“¡Nos están matando!”, Dijo un cabildero de la farmacéutica a STAT.
Por supuesto, la decisión supuestamente devastadora de la administración Trump de abandonar esa propuesta simplemente mantiene el status quo.
El día de San Valentín, el senador Thom Tillis (republicano por Carolina del Norte) recibió una lluvia de muestras de afecto que es comunr en Washington: una avalancha de contribuciones a su campaña, muchas de ellas en el límite federal de US$2.800 para un candidato por donante o US$5.000 para un comité político afiliado [Hay formar legales de sobrepasar estos límites que una buena parte de la población no conoce o no puede usar, véase a pie de la noticia la nota a].
Una donación vino del CEO de Pfizer, Albert Bourla, quien donó US$5.000 a Tillis y otros US$10.000 al senador John Cornyn (R-Texas) y a los comités de campaña asociados. Otro vino de Kenneth Frazier, un alto ejecutivo de Merck. El comité de campaña de Tillis eventualmente cobró cheques de los CEOs y otros ejecutivos de alto rango de esas compañías, así como de Amgen (AMGN), Eli Lilly, Sanofi (SNY) y Bristol Myers-Squibb, además de dos funcionarios de su grupo gremial PhRMA. Seis cabilderos de una firma que trabaja con PhRMA, BGR, también se unieron para contribuir con US$100.000 a un grupo de legisladores republicanos y a los responsables de campaña del partido.
Según informes publicados el lunes, en el último trimestre, Tillis recaudó US$64.500 adicionales de los comités de acción política de la industria farmacéutica.
Una portavoz de Pfizer (PFE) se negó a comentar sobre las contribuciones de Bourla, y los representantes de las otras compañías no respondieron a la solicitud de comentarios de STAT.
Tillis fue uno de los pocos legisladores individuales, en muchos casos el único, a quien los ejecutivos escribieron cheques personales durante el actual ciclo electoral. Si bien los CEOs de la industria farmacéutica con frecuencia contribuyen a los comités políticos para influir en el liderazgo del Congreso, la amplia gama de ejecutivos que donaron específicamente a Tillis es notable, particularmente teniendo en cuenta la franqueza con que habla de asuntos relacionados con la industria farmacéutica.
Si bien los cabilderos rechazaron la idea de que las contribuciones a las campañas influyen directamente en los votos, las donaciones dirigidas específicamente a un candidato en particular podrían ser un excelente ejemplo del sistema que utiliza en Washington para recompensar la lealtad, y de cómo las industrias protegen sus intereses.
El mismo PhRMA PAC que donó a Tillis ha hecho donaciones generosas en los últimos años: casi US$200.000 durante el ciclo de campaña de 2018, aproximadamente el 58% del monto fue para los republicanos. Durante ese ciclo, los PAC de la industria farmacéutica donaron US$10,3 millones en total, según el Center for Responsive Politics. La cifra que donaron dos años antes era aún mayor: un total de US$12,2 millones solo a PACs alineados con la industria.
No es casualidad que la industria farmacéutica haya mantenido su reputación de estar entre los grupos de presión más poderosos del país, dijo Sheila Krumholz, directora ejecutiva del Center for Responsive Politics, una organización que rastrea la influencia política.
“Su acceso e influencia van más allá de este Congreso o incluso de la administración”, dijo Krumholz en una entrevista, y agregó que “estaba tratando de encontrar evidencia” de que había disminuido.
Pharma tiene la fama de ganar en política, a menudo gracias a los legisladores que más reciben de los millones que donan anualmente las corporaciones farmacéuticas, los empleados y los departamentos de política de la industria.
A pesar de que la retórica se ha intensificado, la industria ha trabajado en silencio para aislarse de cualquier cambio legislativo importante.
Tomemos, por ejemplo, un reciente acercamiento de Cornyn, el republicano de Texas que recibió algo de dinero para la campaña, al igual que Tillis. Recientemente, en febrero, Cornyn parecía posicionarse como el raro líder republicano que expresa la ira del Congreso contra la industria farmacéutica. En una audiencia ampliamente publicitada ante el Comité de Finanzas del Senado, se enfrentó cara a cara con el CEO de AbbVie (ABBV), Richard González, y lo presionó para que explicara por qué la compañía había solicitado más de 100 patentes para Humira, su exitoso medicamento para la artritis.
Poco después Cornyn introdujo legislación para tomar medidas enérgicas contra la acumulación de patentes, en inglés usan la palabra ‘thicketing’, es decir matorral, para referirse a la táctica de una compañía farmacéutica de acumular decenas, si no cientos, de patentes para proteger un medicamento de la posible competencia genérica.
Las grandes farmacéuticas se movilizan
(https://www.statnews.com/2019/06/21/pharma-win-congress-patents/).
Las empresas innovadoras reclutaron a sus aliados en el Congreso, incluyendo a Tillis, para presionar a Cornyn para que revisara significativamente el proyecto de ley, y tuvieron éxito. La versión del proyecto de ley que finalmente aprobó el Comité Judicial del Senado había sido despojada del lenguaje que habría facultado a la Comisión Federal de Comercio para perseguir la acumulación de patentes. En cambio, el proyecto de ley limitaba la cantidad de patentes que un fabricante de medicamentos podría reclamar en una demanda de patentes.
La nueva versión del proyecto de ley perdió “mucha fuerza” y “resolvía un problema más limitado y de forma limitada”, dijeron los defensores del acceso a los medicamentos a STAT cuando se introdujo el cambio por primera vez.
Está lejos de ser el único ejemplo de las intervenciones agresivas de la industria para diluir la legislación.
“En muchos sentidos, son como [la Asociación Nacional del Rifle], porque tienen un poder increíble para aplastar cualquier opinión negativa, y para ignorar los efectos negativos de esas cosas”, dijo Pallavi Damani Kumar, una profesora de comunicación de crisis de American University que trabajó para la industria farmacéutica en la gestión de sus relaciones con los medios de comunicación. “Simplemente demuestra lo increíblemente astutos que son”.
Los cabilderos de la industria farmacéutica también lucharon con éxito para evitar que otra propuesta contra las patentes de la industria farmacéutica del senador Bill Cassidy (R-La.) y Dick Durbin (D-Ill.) se incluyera en un paquete bipartidista que abordaba los precios de medicamentos y transitaba por el Comité HELP del Senado. La legislación habría permitido que la FDA aprobara versiones más baratas de medicamentos, incluso cuando el producto más caro estuviera protegido por ciertas patentes.
La propuesta de Cassidy nunca llegó al paquete HELP. Como lo expresó el cabildero que lamentaba la retirada de la regulación de los reembolsos, Cassidy “se calmó” ante la presión de la industria.
En las últimas semanas, la industria se había centrado en Cassidy en particular, por temor a que rompiera con muchos de sus colegas republicanos y apoyara limitar algunos aumentos de precios de los medicamentos comprados por el programa Medicare, una propuesta que hasta ahora solo han impulsado los demócratas.
“Al Sen. Cassidy no le importa lo que piensen los cabilderos: hará lo mejor para los pacientes”, dijo Ty Bofferding, portavoz de Cassidy. “Sen. Cassidy luchó para que el comité incluyera la Ley Remedy en el paquete, a pesar de la fuerte oposición de la industria farmacéutica”.
El comité finalmente incluyó la mitad de las disposiciones del proyecto de ley, agregó, así como otras cuatro leyes destinadas a evitar que la industria explote el sistema de patentes.
La industria farmacéutica también logró una victoria al diluir otra propuesta de la senadora Susan Collins (R-Maine) que estaba en ese paquete y que habría impedido que los fabricantes de medicamentos demandaran por patentes que no hubieran informado a la FDA. La versión del proyecto de ley que se incluyó en el paquete no impide que los fabricantes de medicamentos demanden, sino que ordena a la FDA a crear una lista pública de compañías que no divulgan sus patentes.
“Este cambio es una gran victoria para los fabricantes de medicamentos”, dijo a STAT Michael Carrier, profesor de la Universidad de Rutgers y experto en la manipulación de patentes. “Los fabricantes de medicamentos no parecen estar muy preocupados por que los avergüencen”.
Matthew Lane, director ejecutivo de la Coalición contra el Abuso de Patentes, también agregó que el alterado proyecto de ley “ya no parece estar haciendo mucho”.
Sin embargo, no todos los cambios aprobados por las farmacéuticas redundan en su propio beneficio. Los expertos en patentes y los reguladores federales también habían expresado preocupación por parte de la propuesta del proyecto de ley. El proyecto de ley de patentes de Cornyn fue particularmente controvertido.
“Estas disposiciones alientan a los burócratas celosos a buscar cualquier tipo de solución, motivados políticamente por la popularidad de los esfuerzos por reducir los precios de los medicamentos y los beneficios políticos de ser percibido como alguien que persigue esos fines”, escribión Kevin Noonan, abogado de patentes en McDonnell Boehnen Hulbert & Berghoff en un blog reciente, en referencia a la versión original del proyecto de ley de Cornyn.
Los interesados en abaratar los precios de los medicamentos dijeron que los cabilderos incluso han logrado convencer a los legisladores para que introduzcan alguna legislación que, según dicen, ha favorecido explícitamente a la industria farmacéutica, incluyendo la legislación centrada en la propiedad intelectual que permitiría a los fabricantes de medicamentos patentar genes humanos.
Ese proyecto de ley en particular (https://www.statnews.com/2019/06/18/dc-diagnosis-pharma-patents/) “acabaría con el esfuerzo bipartidista por controlar la forma en que la industria farmacéutica explota el sistema de patentes”, dijo la Coalición contra el Abuso de Patentes. Y no eran el único grupo preocupado por este tema. La Unión Estadounidense de Libertades Civiles y más de otros 150 grupos escribieron el mes pasado a los legisladores oponiéndose al proyecto de ley.
La lista de victorias políticas de las grandes farmacéuticas continúa: las compañías farmacéuticas y los grupos de pacientes aliados con ella obligaron a la administración Trump a retroceder una propuesta para realizar cambios relativamente menores en la llamada política de clases protegidas de Medicare. Actualmente, se requiere que Medicare cubra todos los medicamentos para ciertas afecciones, incluyendo la depresión y el VIH. La administración Trump propuso en noviembre que los planes privados de Medicare pudieran eliminar de sus formularios ciertos medicamentos de esas clases, por ejemplo, cuando los medicamentos eran simplemente nuevas formulaciones de una versión anterior y más barata del mismo medicamento, o cuando un medicamento aumentara su precio. Pero la oposición de la industria farmacéutica ayudó a convencer a la administración de que debía incrementar ese esfuerzo.
Hace una semana, la industria logró su mayor éxito, hasta ahora. Tres de las compañías farmacéuticas más grandes del país, Amgen, Eli Lilly y Merck, prevalecieron en una demanda para anular el requisito de la administración Trump de divulgar los precios de lista de los medicamentos en los anuncios televisión.
La falta de acción del Congreso, a pesar del entusiasmo demócrata y el empuje bipartidista, es una prueba más de la capacidad de la industria para evitar la derrota.
A medida que las docenas de demócratas que se postulan para presidente aumentan su retórica anti-farmacéutica, tanto Trump como los progresistas han comenzado a preocuparse por si los esfuerzos de Washington han consistido en mucho ruido y poca fuerza. Quedando solo dos semanas para el receso de agosto y con la campaña de 2020, algunos defensores del control de precios temen que la ventana de oportunidad para implementar una decisión audaz se cierre rápidamente.
Peter Maybarduk, quien lidera las iniciativas sobre los precios de los medicamentos para el grupo de defensa Public Citizen dijo “Es terrible que, habiendo tenido ese Congreso durante seis meses, no se haya aprobado legislación significativa sobre el tema número uno que los estadounidenses esperan de este congreso”, dijo. “El Congreso necesita mejorar su desempeño”.
Incluso algunos cabilderos de la industria farmacéutica han comenzado a decir a sus clientes que es probable que la fecha límite para que este Congreso actúe sobre el precio de los medicamentos sea fines de septiembre.
Los cabilderos de la industria farmacéutica aún insisten en que no están ganando.
Argumentan que el enfoque incesante en los precios de los medicamentos, el volumen de propuestas de políticas sobre el tema y la creciente atención de los votantes muestra que la industria farmacéutica ya no es una fuerza intocable en Washington.
Varios cabilderos señalaron que la industria había revertido recientemente su postura sobre la Ley CREATES, un proyecto de ley que permitiría que los fabricantes de medicamentos fueran demandados por bloquear el acceso de competidores de menor costo durante años. Hasta el año pasado, la industria farmacéutica se oponía firmemente, pero en un esfuerzo por impulsar una codiciada prioridad de la industria a través del Congreso, la industria farmacéutica abandonó su oposición al proyecto de ley. Ahora, la legislación ya ha superado los principales comités de la Cámara y el Senado y parece que se convertirá en ley.
“Hay muchas otras cosas que están avanzando y que en otro momento la industria farmacéutica nunca hubiera respaldado”, dijo otro cabildero de la industria farmacéutica. Ese cabildero insistió en que las victorias de los fabricantes de medicamentos no fueron egoístas, sino que fueron intentos de la industria de mantener a raya “ideas horribles”.
El espectro de nuevos cambios radicales también persigue a la industria farmacéutica. La imprevisibilidad del presidente Trump exacerba aún más ese miedo. Cuando el presidente comentó la semana pasada que redactaría una orden ejecutiva para crear una política de precios de medicamentos para “naciones favorecidas” provocó que cayera el precio de las acciones de las empresas farmacéuticas, y que se movilizaran a sus cabilderos.
Y a medida que avanza la campaña presidencial de 2020, la presión sobre la industria farmacéutica seguramente aumentará. En los dos primeros debates presidenciales demócratas, una gran cantidad de candidatos disfrutaron la oportunidad de vilipendiar a “Big Pharma”.
El exvicepresidente Joe Biden, el principal candidato a liderar la contienda demócrata lanzó un amplio plan de precios de los medicamentos el lunes, que incluye limitar la cantidad que los fabricantes de medicamentos pueden cobrar por ciertos medicamentos.
Esta confluencia de factores ha dejado al pequeño ejército de cabilderos de la industria farmacéutica conmocionado.
Como dijo el segundo cabildero: “No siento que estoy ganando”.
El inteligente cabildeo y las contribuciones de campaña de Pharma no explican todo: por pura suerte, la industria se ha beneficiado de un Congreso fracturado y una Casa Blanca a menudo caótica.
La mayoría demócrata de la Cámara de Representantes, por ejemplo, ha tenido problemas para elaborar un plan coherente de ataque. El ala más liberal del partido demócrata se ha peleado abiertamente con la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, por los principios del plan de precios de los medicamentos de los demócratas de la Cámara, obligando a los comités correspondientes a hacer ajustes.
La administración también se ha visto afectada por las luchas internas, particularmente entre el secretario de salud Alex Azar y Joe Grogan, ex cabildero de Gilead y principal asesor político de Trump. Y ha tenido problemas para convencer incluso a los republicanos de que apoyen algunas de las propuestas más creativas de Trump, como un plan para limitar los pagos de medicamentos en EE UU en base a los precios en el extranjero.
El Senado también merece algo de crédito. En febrero pasado, durante una audiencia de alto perfil, los CEOs de la industria farmacéutica no fueron directos con el Comité de Finanzas del Senado. Ese comité también ha luchado durante meses por elaborar un paquete de reformas al precio de los medicamentos que pudiera obtener el apoyo bipartidista.
Las luchas internas han obligado al comité a retrasar repetidamente un plan para revisar esa legislación. Y los demócratas en ese comité están cada vez más impacientes, tanto que han comenzado a presionar al comité para que tome medidas audaces o pierdan el apoyo demócrata al paquete general.
“Es hora de que este comité tome medidas”, todos los demócratas del comité, excepto dos, escribieron a los presidentes del comité Sens. Chuck Grassley (R-Iowa) y Ron Wyden (D-Ore.) en una carta del 11 de julio obtenida por STAT “Esperamos apoyar un paquete final que garantice cambios significativos al status quo”.