Medicamentos contra el cáncer por debajo de US$300 en países desarrollados de Europa pueden adquirirse en Latinoamérica por entre 50 y más de US$500, indica un estudio que revela una profunda desigualdad en el acceso a los fármacos.
La investigación, publicada en Applied Health Economics and Health Policy, indicó que en países europeos de ingresos altos como Reino Unido, Alemania y Francia, entre otros, alcanzan el dinero equivalente a menos de cinco días del salario mínimo para adquirir una dosis diaria de los fármacos, mientras que en países como Brasil, Colombia, México, Chile y Perú se deben destinar entre cinco y 20 días del sueldo básico para acceder a la dosis diaria de determinadas drogas oncológicas.
Si bien el trabajo describe una amplia variación de precios entre países, también sugiere que en aquellos de menores ingresos los fármacos se venden por un valor mayor al que se ofrecen en países de mejor posición económica.
Varios fármacos dan cuenta de una marcada inequidad: mientras que cien miligramos de bevacizumab (para cáncer de colon) ascienden a US$ 493 en Perú, en Reino Unido cuestan US$ 158. Mercaptopurina, droga empleada para leucemia y la más barata de las 19 analizadas en el estudio, cuesta US$ 0,89 por dosis diaria en España mientras en Colombia cuesta US$ 26.
Para las autoras del estudio, una causa de los altos precios en América Latina podría encontrarse en la falta o ineficacia de regulaciones. “No es sostenible mantener costos tan altos que limiten su accesibilidad”, señaló, por correo electrónico a SciDev.Net, Daniela Moye Holz, de la Universidad de Groninga (Países Bajos) y autora principal del estudio.
Moye advierte que el elevado precio de los fármacos repercute en que a los sistemas de salud se les hace “más difícil” tener recursos para acceder a estos medicamentos y, por lo tanto, en dar respuesta a los pacientes.
“Muchos de estos medicamentos solo pueden ser accesibles para las personas a través de mecanismos judiciales; en otros casos simplemente, si las personas no tienen cobertura de salud, no pueden acceder”, dijo a SciDev.Net la fármacoepidemióloga Claudia Vaca González, quien no participó en el estudio.
A este problema se suma, comentó Vaca González, la falta de claridad de diversas drogas sobre “los aportes reales en términos de reducción de mortalidad, sobrevida y transformación de la enfermedad” en estadios avanzados de cáncer.
“El problema es estructural; no es transparente cómo se establecen esos precios tan altos de los nuevos medicamentos oncológicos. Es un costo prohibitivo incluso para países ricos debido a que muchos de estos medicamentos entran con condiciones de monopolio al mercado”, añadió Vaca González, profesora en la Universidad Nacional de Colombia y directora del Centro de Pensamiento Medicamentos, Información y Poder.
Por su parte, Perla Mordujovich Buschiazzo, directora del Centro Universitario de Farmacología (CUFAR) de la Universidad Nacional de la Plata (Argentina), quien no fue parte del estudio, a través de un correo electrónico consideró que el estudio “comprueba la existencia de una gran desigualdad de acceso a medicamentos en distintos países del mundo”.
“Las compañías farmacéuticas a menudo ignoran el elemento colectivo de la innovación y discuten que su inversión en investigación y desarrollo (I+D) justifica los precios sumamente altos de algunos medicamentos, pero se niegan a proveer transparencia de sus costos. En EEUU, los contribuyentes invierten US$ 32.000 millones al año en I+D a través de los Institutos Nacionales de Salud”, apuntó Mordujovich Buschiazzo.
El argumento de los laboratorios no ha sido justificado, agregó la experta. “Un estudio observacional muestra que, de 99 medicamentos para cáncer aprobados por FDA desde 1989 a 2017, la ganancia media acumulada de las compañías farmacéuticas fue de US$ 14,50 por cada dólar en gasto en I+D”, afirmó.
Para la especialista, “es necesario contar con estados activos que protejan la salud de la población para lo cual es indispensable establecer regulaciones y sistemas de fiscalización de precios y facilitar mayor competencia en el mercado para poder mejorar el acceso y garantizar la sostenibilidad financiera de los sistemas de salud y también futura innovación”.