Las grandes farmacéuticas y sus cabilderos tienen un mensaje para el Congreso: no suban los impuestos a la industria que les entregó rápidamente las vacunas contra el Covid-19.
Los ejecutivos de las farmacéuticas, los cabilderos y los consultores se están movilizando para pelear contra lo que se ha convertido en una amenaza para los beneficios de las farmacéuticas: un amplio acuerdo entre muchas de las economías más grandes del mundo para armonizar los impuestos corporativos en todo el planeta. A principios de este mes, 130 países acordaron las líneas generales de un acuerdo que, entre otras cosas, establecería un impuesto corporativo mínimo del 15% en sus países, reduciendo las oportunidades de evasión tributaria a nivel internacional.
El esfuerzo que lleva varios años en discusión se aceleró en los últimos años, es una forma de gravar de manera más equitativa a los gigantes tecnológicos de EE UU. Muchas de esas empresas han dicho que apoyan el acuerdo porque simplifica los impuestos en todo el mundo, a pesar de que aumente sus facturas fiscales.
Sin embargo, las grandes compañías farmacéuticas están rechazando silenciosamente la reforma. El esfuerzo se produce al mismo tiempo que la industria está luchando contra las propuestas de EE UU para reducir los precios de los medicamentos. Los abogados y los funcionarios de las empresas estiman que la reforma tributaria, si se adopta, podría costar cientos de millones de dólares adicionales al año a algunas de las mayores empresas farmacéuticas.
Eso ha provocado una disputa en el Congreso y en Europa. En reuniones privadas del sector y en discusiones con el personal del Congreso, los ejecutivos de las compañías farmacéuticas y los cabilderos quieren utilizar el papel de la industria en la pandemia como un elemento de presión, según personas familiarizadas con ese esfuerzo. “Lideramos el mundo en la respuesta a esta pandemia”, así es como un ejecutivo de una compañía farmacéutica describió un mensaje clave de la industria.
“Ciertamente hay un halo de protección por el covid”, afirmó Ipsita Smolinski, de Capitol Street, una firma estadounidense de consultoría en políticas de salud. Lo que no está claro es cuánto podría proteger eso a las compañías farmacéuticas del impulso global por subir los impuestos. “Creo que ese halo desaparecerá”, sentenció.
Las empresas estadounidenses Johnson & Johnson y Pfizer Inc. han asumido un papel de liderazgo en algunas de las discusiones, según personas involucradas. Pfizer, la compañía con sede en Nueva York que con BioNTech SE de Alemania entregó una de las primeras vacunas contra el covid-19, se ha unido a sus pares que advierten en Washington que impuestos más altos podrían debilitar a las empresas estadounidenses y hacerlas vulnerables a adquisiciones extranjeras, según personas familiarizadas con las comunicaciones.
Pharmaceutical Research and Manufacturers of America, la cámara de las empresas farmacéuticas innovadoras, dice que no participa en discusiones sobre cambios amplios a la política tributaria, pero un vocero afirmó que los miembros del grupo son “conscientes del impacto que tanto los grandes cambios impositivos como los cambios extremos en los precios de los medicamentos pueden tener en la competitividad global de nuestro país”.
Las empresas farmacéuticas son particularmente vulnerables a los cambios tributarios propuestos porque tienen operaciones globales y venden productos en todo el mundo. Y al igual que las grandes empresas de tecnología, muchas gastan grandes sumas en investigación y desarrollo y actualmente pagan impuestos donde se basan las operaciones o donde han registrado la propiedad intelectual clave. Al igual que Silicon Valley, muchas compañías farmacéuticas tienen estructuras complejas que favorecen su establecimiento en los países con impuestos más bajos.
“Las farmacéuticas han invertido mucho en planificación tributaria y han puesto muchos intangibles en paraísos fiscales”, afirmó Richard Collier, que enseña derecho tributario internacional en la Universidad de Oxford y asesoró en diseñar los parámetros del impuesto global. La conclusión para la industria es: “el terreno ha cambiado para peor”.
Las compañías farmacéuticas también se benefician de los subsidios gubernamentales y de otras ayudas para atraer trabajos e investigación, algunas de las cuales podrían permanecer fuera del alcance de las reformas tributarias.
Durante la última década, las 20 compañías farmacéuticas más grandes del mundo informaron una tasa impositiva efectiva global de alrededor del 17%, en comparación con una tasa de alrededor del 21% para las 20 compañías de tecnología más grandes del mundo, ambas más bajas que las tasas reportadas por grandes compañías en otros sectores, excluyendo China, según un análisis para The Wall Street Journal realizado por el profesor de finanzas de la Universidad de Nueva York, Aswath Damodaran. La tasa impositiva efectiva es una estimación de la obligación tributaria de una empresa como porcentaje de los ingresos. Puede diferir de lo que realmente paga una empresa.
Según otras medidas, el análisis muestra que la industria farmacéutica y la de tecnología son menos inusuales y pagan en impuestos aproximadamente lo mismo que otros sectores como porcentaje de la capitalización de mercado, y más como porcentaje de los ingresos. Los contrastes se derivan en parte de fuertes exenciones tributarias para la investigación.
Las empresas individuales difieren entre sí en las tasas impositivas efectivas. J & J (Johnson & Johnson) informó tasas impositivas efectivas de 10,8% y 12,7% en 2020 y 2019, respectivamente.
Según el análisis del profesor Damodaran, la tasa impositiva efectiva de Pfizer durante la última década fue del 5,8%, la más baja de las compañías farmacéuticas más grandes. Uno de los factores que ha contribuido es la gran ganancia relacionada con los impuestos que Pfizer obtuvo en 2017, que se relacionó con la reforma tributaria en EE UU. Ese año, Pfizer tuvo una tasa impositiva negativa, según los estándares de contabilidad globales. Pfizer informa una tasa impositiva efectiva ajustada que excluye los cargos únicos y que la empresa describe como un reflejo de las operaciones en curso. Esa tasa ajustada, este año, es de aproximadamente el 15%.
Los ejecutivos y abogados farmacéuticos dicen que quieren certeza y simplicidad y advierten que los impuestos más altos podrían obstaculizar el tipo de investigación y desarrollo riesgosos que llevaron al rápido despliegue de las vacunas Covid-19 y las terapias pandémicas. “La industria farmacéutica se verá muy afectada”, afirmó un alto funcionario, especialista en impuestos, de J & J que ha estado estrechamente involucrado en las conversaciones sobre políticas impositivas. Las empresas tendrán menos para invertir en investigación y desarrollo, afirmó el funcionario.
Las enormes inversiones de la industria en investigación y desarrollo son “fundamentales para la salud y el bienestar de los humanos, como se demostró durante la pandemia por Covid-19”, afirmó un vocero de J & J. Si los cambios impositivos reducen el gasto en investigación, sentenció, tendrán “un impacto negativo en los nuevos medicamentos, vacunas y tratamientos”.