El 22 de junio, el Lancet [1] publicó un artículo que eventualmente podría promover los ensayos clínicos remotos para disminuir su impacto medio ambiental. Según los autores, hace casi 14 años, el Grupo de Servicios de Salud Sostenibles (Sustainable Healthcare Coalition) concluyó que “los ensayos clínicos contribuyen sustancialmente a las emisiones de gases de efecto invernadero”, en particular mediante el uso de energía en las instalaciones de investigación y en los viajes en avión. Un estudio realizado en 2009 de 12 ensayos aleatorios pragmáticos mostró que un ensayo emitía en promedio la misma cantidad de carbono que nueve residentes en el Reino Unido durante un año. Para reducir la contaminación, el grupo propuso que se acelerara el reclutamiento, se utilizaran materiales de prueba más livianos y programas basados en la web para entrar los datos.
La Sustainable Healthcare Coalition está elaborando herramientas para que se pueda medir el impacto de los ensayos clínicos en la carga de carbono de forma más precisa, e identificar los componentes que son más contaminantes. Todos los que planeen hacer un ensayo deberían realizar una revisión sistemática y analizar los registros de ensayos para confirmar que el ensayo es necesario, y el valor de la información justifica la contaminación que se va a generar. Idealmente, los diseñadores de cada estudio deberían estimar la huella de carbono del ensayo al solicitar una subvención, y buscar formas de reducir la huella al nivel más bajo posible. Para implementar estas medidas habrá que desarrollar competencias entre los patrocinadores de los ensayos, los reguladores y los comités de ética en investigación.
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