Efectos de la terapia intensiva con hipoglucemiantes en la Diabetes tipo 2
Traducido por Boletín Fármacos de: The Action to Control Cardiovascular Risk in Diabetes Study Group (ACCORD), Effects of Intensive Glucose Lowering in Type 2 Diabetes, NEJM 2008;358(24):2545-2559.
Artículo completo disponible en: content.nejm.org/cgi/content/full/NEJMoa0802743
Control intensivo de los niveles de glucosa en los diabéticos tipo 2 y problemas cardiovasculares
Traducido por Boletín Fármacos de: The ADVANCE Collaborative Group, Intensive Blood Glucose Control and Vascular Outcomes in Patients with Type 2 Diabetes, NEJM 2008;358(24):2560-2572.
Artículo completo disponible en: content.nejm.org/cgi/content/full/NEJMoa0802987
Riesgo de sangrado gastrointestinal alto asociado con inhibidores de la reabsorción de la serotonina e interacción del tratamiento con velafaxina y antiinflamatorios no esteroides y efecto de los inhibidores de la secreción ácida
Traducido por Boletín Fármacos de: de Abajo FJ, García-Rodríguez LA, Risk of Upper Gastrointestinal Tract Bleeding Associated With Selective Serotonin Reuptake Inhibitors and Venlafaxine Therapy Interaction With Nonsteroidal Anti-inflammatory Drugs and Effect of Acid-Suppressing Agents, Arch Gen Psychiatry 2008;65(7):795-803.
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Efectos de la terapia intensiva con hipoglucemiantes en la Diabetes tipo 2
Traducido por Boletín Fármacos de: The Action to Control Cardiovascular Risk in Diabetes Study Group (ACCORD), Effects of Intensive Glucose Lowering in Type 2 Diabetes, NEJM 2008;358(24):2545-2559.
Artículo completo disponible en: content.nejm.org/cgi/content/full/NEJMoa0802743
Estudios epidemiológicos han demostrado que en pacientes con diabetes tipo 2 hay una relación entre los niveles de hemoglobina glicosilada y la aparición de eventos cardiovasculares. Nosotros quisimos averiguar si la terapia intensiva para mantener los niveles de hemoglobina glicosilada en el rango normal entre los pacientes diabéticos afectos de enfermedad cardiovascular o con factores de riesgo cardiovascular tiene un impacto positivo (es decir reduce) en la incidencia de eventos cardiovasculares.
Métodos: En este estudio aleatorio se asignaron 10.251 pacientes (edad media 62,3) cuya mediana en el nivel de hemoglobina glicosilada era de 8,1% a recibir tratamiento intensivo (para obtener un nivel de hemoglobina glicosilada de 6%) o terapia estándar (para llegar a niveles entre 7,0 y 7,9%). El 38% de los pacientes eran mujeres y el 35% habían tenido un problema cardiovascular previo. La medida de impacto más importante fue una variable combinada (infarto de miocardio que no ocasione la muerte, accidente cerebrovascular que no ocasiones la muerte, y muerte por causa cardiovascular). Este ensayo clínico se interrumpió al encontrarse que a los 3,5 años de seguimiento, la mortalidad era superior en el grupo que recibió la terapia intensiva.
Resultados: Al cabo de un año, la mediana de los niveles de hemoglobina glicosilada en el grupo que recibió la terapia intensiva era de 6,4% y en el grupo que recibió el tratamiento estándar de 7,5%. Durante el periodo de seguimiento, 352 pacientes que recibieron la terapia intensiva sufrieron un evento cardiovascular comparado con 371 en el grupo que recibió la terapia estándar (razón de riesgo, 0,90; IC del 95%, 0,78 a 1,04; P=0,16). Al mismo tiempo, murieron 257 pacientes en el grupo que recibió la terapia intensiva, comparado con 203 pacientes en el grupo que recibió la terapia estándar (razón de riesgo, 1,22; IC del 95%, 1,01 a 1,46; P=0,04). Hubo mas casos de hipoglucemia que requirieron asistencia y más casos de pacientes que subieron 10 kilos de peso en el grupo que recibió la terapia intensiva (p<0,001).
Conclusiones: La terapia intensiva durante 3,5 años para conseguir normalizar los niveles de hemoglobina glicosilada aumentó la mortalidad sin disminuir de forma significativa la aparición de problemas cardiovasculares. Esta información revela algo que hasta ahora no se sabía y es que la terapia intensiva para reducir los niveles de glucemia en diabéticos tipo 2 de alto riesgo puede ser perjudicial.
Control intensivo de los niveles de glucosa en los diabéticos tipo 2 y problemas cardiovasculares
Traducido por Boletín Fármacos de: The ADVANCE Collaborative Group, Intensive Blood Glucose Control and Vascular Outcomes in Patients with Type 2 Diabetes, NEJM 2008;358(24):2560-2572.
Artículo completo disponible en: content.nejm.org/cgi/content/full/NEJMoa0802987
El efecto del control intensivo de los niveles de glucosa en diabéticos tipo 2 en los problemas vasculares sigue siendo incierto.
Métodos: Asignamos de forma aleatoria a 11.140 diabéticos tipo 2 para recibir el tratamiento hipoglucemiante estándar o un tratamiento intensivo para controlar la glucemia; este último consistió en glicazida (de liberación modificada) y los otros medicamentos que fuesen necesarios para llegar a obtener niveles de hemoglobina glicosilada de 6,5% o inferiores.
Resultados: A los 5 años (mediana) de seguimiento, la hemoglobina glicosilada media era inferior en el grupo que recibió la terapia intensiva (6,5%) que en el grupo que recibió la terapia estándar (7,3%). El control intensivo redujo la incidencia combinada de eventos (macro y microvascualres) (18% versus 20% con el tratamiento estándar, fracción de riesgo 0,9; e intervalo de confianza [IC] del 95%: 0,82 a 0,98; P=0,01) y la incidencia de eventos microvasculares serios (9,4% vs. 10,9%; fracción de riesgo, 0,86; IC de 95%: 0,77 a 0,97; P=0,01), sobre todo debido a una reducción en la incidencia de nefropatías (4,1% vs. 5,2%; fracción de riesgo, 0,79; IC 95%: 0,66 a 0,93; P=0,006) sin que tuviera ningún efecto en la retinopatía (p=0,50). No se encontraron diferencias entre el tipo de control de la glucemia y la aparición de eventos macrovasculares (razón de riesgo con control intensivo, 0,94; IC de 95%: 0,84 a 1,06; P=0,32), muerte por causa cardiovascular (razón de riesgo en el grupo tratado con terapia intensiva, 0,88; IC de 95%: 0,74 a 1,04; P=0,12), o muerte por cualquier causa (razón de riesgo con terapia intensiva, 0,93; IC de 95%: 0,83 a 1,06; P=0,28). Los casos de hipoglucemia severa fueron poco frecuentes pero se dieron más casos entre el grupo que recibió la terapia intensiva (2,7% versus 1,5% en el grupo que recibió el tratamiento estándar; razón de riesgo 1,86; IC 95%:1,42-2,4; p<0.001).
Conclusiones: La estrategia de control intensivo de la glucemia con glicazida (de liberación modificada) y los otros medicamentos que fueran necesarios para reducir los niveles de hemoglobina glicosilada a 6,5% resultaron en una disminución relativa del 10% en la incidencia de eventos macro y microvasculares, especialmente como consecuencia de una reducción en la incidencia de nefropatía del 21%.
Comentarios a estos artículos
La publicación de estos artículos se acompañó de dos editoriales -una por los Drs. Dluhy y McMahon y la otra por el Dr. Cefalu-, y de un artículo de Krumholz y Lee en la misma revista. A continuación resumimos los argumentos que presentan estos autores.
Los Drs. Dluhy y McMahon (Intensive Glycemic Control in the ACCORD and ADVANCE Trials) comparan las estrategias y resultados de ACCORD y ADVANCE, y hacen algunas recomendaciones prácticas. Los puntos más importantes de su editorial son los siguientes:
La diabetes se asocia a una esperanza de vida más corta, principalmente por la aparición de problemas cardiovasculares; sin embargo la asociación entre el aumento relativo de problemas cardiovasculares y el aumento de los niveles de hemoglobina glicosilada no es robusta. Es decir que si bien hay una relación entre la hiperglucemia y el riesgo cardiovascular, hay menos evidencia de que la reducción en los niveles de glucemia se asocie a una disminución del riesgo cardiovascular. En el estudio UKPDS (Reino Unido) los pacientes que consiguieron reducir su hemoglobina glicosilada de 8 a 7% no experimentaron una reducción en el riesgo cardiovascular (solo el grupo tratado con metformina tuvo menos problemas cardiovasculares).
La hiperglucemia tiene un impacto mas directo sobre la aparición de problemas microvasculares (insuficiencia renal y ceguera) que de complicaciones macrovasculares, y el control intensivo de los niveles de glucemia reduce las complicaciones microvasculares.
El estudio ACCORD y ADVANCE pretendían estudiar el impacto de reducir los niveles de hemoglobina glicosilada a la normalidad en el riesgo cardiovascular. Sin embargo los dos ensayos utilizaron estrategias diferentes- en los dos estudios los pacientes recibieron medicamentos distintos acompañados o no de insulina; en el estudio ADVANCE todos los pacientes recibieron glicazida y muy pocos utilizaron una tiazolidinediona (<20%), en cambio en el estudio ACCORD el 90% de los pacientes en terapia intensiva y el 58% del grupo en terapia estándar recibieron rosiglitazona. Ninguno de los estudios enfatizó cambios en el estilo de vida o en la dieta. En el estudio ADVANCE no se controlaron bien los factores de riesgo que no están asociados al control de la glucemia: solo el 50% de los pacientes estaban recibiendo tratamiento con aspirina y solo el 50% recibió tratamiento con estatinas.
Un resultado alarmante del ensayo ACCORD es que al conseguir que prácticamente se normalizase el control de la glucosa (a base de un tratamiento que combinaba la utilización de tiazolidinedionas, sulfonilureas, metformina e insulina) aumentaron significativamente las muertes por cualquier causa y por problema cardiovascular.
Para entender mejor el exceso de muertes en el estudio ACCORD los Drs. Dluhy y McMahon analizan las causas de muerte y observan que 19 de las 41 muertes adicionales se atribuyeron a “por causa inesperada o probable problema cardiovascular”, lo que podría indicar que se trataba de hipoglucemias que se clasificaron erróneamente como problemas cardiovasculares. Se sabe que la combinación de sulfonilurea e insulina se asocia al riesgo de hipoglucemia, y esa combinación se utilizó con mucha frecuencia en este estudio. Otro factor importante puede haber sido el amplio uso de la rosiglitazona en el estudio ACCORD. Si bien un meta-análisis había llegado a la conclusión de que la rosiglitazona se asocia a un aumento significativo de los infartos de miocardio y a un aumento casi significativo de muerte por causa cardiovascular, los investigadores en el estudio ACCORD concluyeron que el riesgo de muerte por problema cardiovascular no estaba relacionado con el haber utilizado rosiglitazona. Por otra parte la insulina se asocia a un aumento de peso, especialmente entre los pacientes que también reciben tiazolidinedionas o sulfonilureas. El uso tan frecuente de tiazolidinedionas en el estudio ACCORD podría explicar el aumento de peso en esos pacientes – 3,5 kilos de media en el grupo que recibió terapia intensiva pero el 28% ganaron mas de 10 kg (en el estudio ADVANCE no se detectó aumento de peso). Estos cambios de peso podrían reflejar un aumento de la grasa corporal, lo que podría explicar el aumento del riesgo. Las tiazolidinedionas también pueden provocar retención de sal e insuficiencia cardiaca.
Según los estudios UKPDS, ADVANCE y ACCORD el impacto de la reducción de los niveles de glucosa en la prevención de los problemas macrovasculares parece ser mínima, al menos durante los primeros años de tratamiento. Por otra parte, hay mucha evidencia de que el tratamiento con aspirina, estatinas y la reducción de la hipertensión arterial se asocian a una disminución de los problemas cardiovasculares, y el efecto es todavía mayor si se emplean las tres estrategias simultáneamente.
Hay que recordar que menos del 10% de los pacientes consiguen alcanzar los niveles de glucemia, presión arterial y los niveles lipídicos que recomiendan las guías. Antes de reducir los niveles recomendados hay que intentar que todos los pacientes alcancen las metas establecidas. Los niveles recomendados de hemoglobina glicosilada deben mantenerse en 7%, aunque puedan reducirse en algún paciente donde la prioridad sea disminuir el problema macrovascular (nota del editor: creo que debe querer decir microvascular). Si se establece como objetivo una hemoglobina glicosilada inferior al 7%, los clínicos tendrán que buscar el equilibrio entre disminuir los problemas microvasculares y aumentar el riesgo cardiovascular. Los médicos tampoco deben olvidarse de recomendar cambios en el estilo de vida (dejar de fumar, hacer ejercicio y controlar de la dieta), controlar la hipertensión y lípidos en sangre, y administrar aspirina.
El Dr. Cefalu (Glycemic Targets and Cardiovascular Disease) señala que los dos ensayos clínicos ACCORD y ADVANCE llegan a conclusiones diferentes en lo que respecta al control de la glucemia y la aparición de efectos cardiovasculares en los pacientes con diabetes tipo 2. En el estudio ADVANCE, los pacientes que se sometieron al tratamiento intensivo experimentaron una reducción del 10% en los efectos macro y microvasculares, principalmente por reducción de la nefropatía; sin embargo, cuando se consideraron los efectos en el sistema macrovascular, no se observó ninguna mejoría.
En el estudio ACCORD se observó un aumento de la mortalidad (por todas las causas y por problema cardiovascular en el grupo que recibió terapia intensiva), pero la tasa de infarto de miocardio que no ocasionó la muerte fue significativamente inferior en el grupo que recibió la terapia intensiva. Las tasas de accidente cerebrovascular no fatal y de insuficiencia cardiaca (tanto si ocasionó la muerte como si no) entre los dos grupos (terapia estándar y terapia intensiva) no fueron significativamente distintas.
Para explicar las diferencias entre ACCORD y ADVANCE el Dr. Cefalu menciona que la reducción en los niveles de hemoglobina glicosilada fue mucho más pronunciada en el grupo que recibió la terapia intensiva en el estudio ACCORD (se redujo en 1,4% en los primeros cuatro meses) que en los que participaron en el ADVANCE, donde disminuyó en un 0,5% en los primeros seis meses y en un 0,6% a los 12 meses. Además, el Dr. Cefalu señala las diferencias en el tratamiento farmacológico y las diferencias en el aumento de peso entre los participantes en ambos estudios; y coincide en que reducir la meta de los niveles de hemoglobina glicosilada no parece ser beneficioso desde el punto de vista de la salud cardiovascular.
El Dr. Cefalu recomienda seguir manteniendo como meta el nivel de hemoglobina glicosilada de 7%, sobre todo para los pacientes con riesgo cardiovascular elevado; y dice que de los resultados de estos ensayos no se puede extraer recomendaciones sobre el comportamiento que debería adoptarse en pacientes con bajo riesgo de enfermedad cardiovascular. En el estudio ACCORD, los pacientes que no tenían antecedentes de enfermedad cardiovascular o los que tenían niveles basales de hemoglobina glicosilada inferiores al 8% tuvieron una incidencia de problemas cardiovasculares significativamente inferior a la de los pacientes con riesgo cardiovascular más elevado.
Krumholz y Lee (Redefining Quality – Implications of Recent Clinical Trials) nos recuerdan que hay varios estudios que demuestran que lo importante no es alcanzar la meta sino la estrategia que se utilice para obtenerla. Por ejemplo, el ensayo ILLUMINATE (un estudio de Pfizer sobre el control lipídico y eventos ateroescleróticos) y los otros ensayos con torcetrapib, que hasta entonces se pensaba que podía contribuir a disminuir los niveles de LDLs y aumentar las HDLs, se tuvo que interrumpir porque los pacientes que recibieron tratamiento con torcetrapib y atorvastatina presentaron una tasa de mortalidad superior a los que recibieron atorvastatina sola, a pesar de que se había observado un aumento de las HDLs de un 72% y una disminución del 25% en el nivel de las LDLs.
El estudio sobre la salud de las mujeres (Women’s Health Initiative) reveló que el tratamiento hormonal, que contribuye a que disminuyan las LDLs, aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular. ENHANCE demostró que el ezetemibe no reduce la progresión de la aterosclerosis a pesar de que al combinarlo con simvastatina sí ocasionaba una disminución de las LDLs superior al que se obtiene al utilizar simvastatina sola. La rosiglitazona mejora el control glucémico pero también podría estar asociada a un aumento de los problemas cardiovasculares. Añadir un bloqueante de los receptores de la angiotensina a un inhibidor de la enzima convertidora de la angiotensina podría provocar una disminución mayor de los niveles de presión arterial, pero no reduce el riesgo cardiovascular y sí aumenta el riesgo de otros efectos adversos.
Entender que los ensayos clínicos son formas de probar si una estrategia funciona es todavía más importante después de la publicación de los resultados de los ensayos ACCORD y ADVANCE. Estos dos estudios utilizaron diferentes estrategias para conseguir niveles inferiores de hemoglobina glicosilada, pensando que con eso disminuiría la ocurrencia de complicaciones macrovasculares. Aunque el objetivo era el mismo, los estudios utilizaron estrategias diferentes y obtuvieron resultados distintos.
Lo que queda claro, es que hay medicamentos e intervenciones que pueden contribuir a controlar los factores de riesgo, pero su efecto en la salud de los pacientes a veces es impredecible. Claramente la forma como se interviene para modificar esos factores de riesgo es importante, sobre todo cuando se trata de intervenciones farmacológicas. Los riesgos de los medicamentos no siempre se conocen o se tienen suficientemente en cuenta.
Las guías clínicas deberían basarse no en las metas a conseguir sino en las estrategias que hay que utilizar. El impacto de las estrategias debe medirse según el impacto clínico que tengan (y deberían incluir una discusión sobre los riesgos de la enfermedad y los posibles efectos adversos vinculados a la intervención). Tenemos que estar seguros que al implementar una estrategia estamos haciendo lo mejor para el paciente.
Riesgo de sangrado gastrointestinal alto asociado con inhibidores de la reabsorción de la serotonina e interacción del tratamiento con velafaxina y antiinflamatorios no esteroides y efecto de los inhibidores de la secreción ácida
Traducido por Boletín Fármacos de: de Abajo FJ, García-Rodríguez LA, Risk of Upper Gastrointestinal Tract Bleeding Associated With Selective Serotonin Reuptake Inhibitors and Venlafaxine Therapy Interaction With Nonsteroidal Anti-inflammatory Drugs and Effect of Acid-Suppressing Agents, Arch Gen Psychiatry 2008;65(7):795-803.
Se ha informado que los inhibidores de la reabsorción de la serotonina aumentan el riesgo de sangrado intestinal alto. Dada la frecuencia de uso de estos medicamentos, este riesgo podría ser un problema de salud pública, por eso conviene estudiar los factores que pueden contribuir a incrementar o minimizar el riesgo.
Objetivos: Estudiar la asociación entre los inhibidores selectivos de la reabsorción de la serotonina (ISRS) y la terapia con hidrocloruro de venlafaxina en el sangrado gastrointestinal alto, identificar los subgrupos de pacientes que presentan mayor riesgo, y explorar si los productos que inhiben la secreción de ácidos sirven para minimizar el riesgo.
Diseño: Estudio anidado de casos y controles.
Lugar del estudio: Se utiliza una base de datos de medicina general del Reino Unido.
Participantes: 1.321 pacientes con sangrado gastrointestinal alto que fueron referidos al hospital o al especialista y 10.000 personas en el grupo control de iguales características en cuanto a grupos de edad, género y año calendario en el que acudieron al médico.
Principal medida de impacto: Riesgo de sangrado asociado al consumo de ISRS y efecto de los inhibidores de la secreción ácida.
Resultados: El porcentaje de pacientes que habían sufrido sangrado gastrointestinal y que estaban en tratamiento con ISRS (5,3%) o venlafaxina (1,1%) era mucho más alto que la proporción de sangrados en el grupo control (3,0% y 0,3%; odds ratio ajustado [OR] de 1,6; Intervalo de Confianza [IC] 95%: 1,2-2,1 y OR de 2,9 con CI 95%: 1,5-5,6, respectivamente). Se observó una interacción con antiinflamatorios no esteroideos (AINES) (OR, 4.8; 95% CI, 2.8-8.3), especialmente entre los que no tomaban inhibidores de la secreción ácida (OR de 9,1; IC 95%: 4.8-17.3) comparado con lo que sí los consumían (OR de 1.3; 95% CI, 0.5-3.3). Además, entre los que no utilizan inhibidores de la secreción ácida, parece haber una interacción con los que reciben tratamiento con antiagregantes plaquetarios (OR, 4.7; 95% CI, 2.6-8.3), comparado con los que sí utilizan inhibidores de la secreción ácida (OR, 0.8; 95% CI, 0.3-2.5).
Conclusiones: Los antidepresivos que bloquean el mecanismo de reabsorción de la serotonina parecen aumentar el riesgo de sangrado gastrointestinal alto. El aumento del riesgo puede ser particularmente importante cuando estos medicamentos se asocian al consumo de AINES. Nuestro estudio demuestra que la utilización de inhibidores de la secreción ácida reduce el aumento del riesgo.
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Joan Ramon Laporte (e-farmacos): El reciente estudio sobre hemorragia digestiva y uso previo de antidepresivos ISRS describe una asociación “positiva”. Por el contrario, un estudio de la Instituto Catalán de Farmacología (ICF), sobre más de 10.000 pacientes, publicado hace pocos meses, pasó desapercibido.
La cita es: Vidal X, Ibanez L, Vendrell L, Conforti A, Laporte JR, on behalf of the Spanish-Italian Collaborative Group for the Epidemiology of Gastrointestinal Bleeding. Risk of upper gastrointestinal bleeding and the degree of serotonin reuptake inhibition by antidepressants. A case-control study. Drug Safety 2008;31:159-68.
Da la impresión que en el asunto de la relación entre uso de antidepresivos ISRS y riesgo de hemorragia digestiva, los estudios realizados en bases de datos administrativas suelen dar asociación, mientras que los estudios basados en la entrevista directa de los pacientes y el control de un mayor numero de factores de confusión no suelen dar asociación. Dado que en principio son más fiables los estudios en los que se puede controlar de manera más precisa el posible sesgo introducido por factores de confusión, en principio y con los datos actualmente disponibles tiendo a pensar que los antidepresivos ISRS no incrementan el riesgo de hemorragia digestiva, y que probablemente tampoco incrementen el riesgo en usuarios de AINE (más de lo que lo incrementan los AINEs).
Félix Espoz (Correo Farmacéutico, 14 de julio de 2008) www.correofarmaceutico.com/edicion/correo_farmaceutico/
farmacologia/es/desarrollo/1144971.html
Que se vincule a los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS) con un posible aumento del riesgo de hemorragia digestiva no es una novedad (varios estudios lo han analizado desde 1999 con resultados dispares); sin embargo, un estudio publicado en el último número de Archives of General Psychiatry expone que este riesgo es mayor si el paciente esta siendo tratado además con antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y que se atenúa si a su tratamiento se le agregan inhibidores de la secreción ácida del estómago.
“Los antiinflamatorios no esteroideos son de uso muy común en la población, por lo que no es raro que puedan ser utilizados al mismo tiempo con los antidepresivos ISRS”, explica Francisco de Abajo, Jefe de la División de Farmacoepidemiologia y Farmacovigilancia de la Agencia Española de Medicamentos (AEMPS), y autor del estudio junto con Luis Alberto García, Director del Centro Español de Investigación Farmacoepidemiologica.
El estudio señala que de cada 2.000 pacientes que toman ISRS, uno presenta sangrado gastrointestinal, pero cuando se asocian a antiinflamatorios no esteroideos la relación pasa a ser 1 de cada 250. Aunque si se combinan con inhibidos de la secreción ácida los resultados se quedan en un afectado por cada 5.000.
Las compañías farmacéuticas ya incluyen desde inicio de esta década en los prospectos y ficha técnica información referente a que los ISRS pueden estar asociados a un incremento de la hemorragia. “Lo que no se especifica es que se debe tener precaución cuando se utilice concomitantemente con otros fármacos que faciliten el sangrado. Tampoco se dice nada sobre prevenir estos efectos con inhibidores de la secreción acida. Lo que es lógico, ya que son datos muy recientes. Tiene que estar sometido al escrutinio de la comunidad científica”, añade De Abajo.
Otro dato nuevo es que este riesgo de los ISRS podría estar compartido con otros fármacos similares, como la venlafaxina, que es un ISRS, pero también inhibe selectivamente la recaptación de noradrenalina. La venlafaxina incluye en su ficha técnica advertencias sobre hemorragia en general, pero en hemorragia digestiva no se había publicado nada hasta ahora.
El estudio analiza 1.321 pacientes con hemorragia digestiva comprobada, y 10.000 controles de población general, y para el mismo se ha utilizado una base de datos británica de atención primaria.
Práctica clínica. Miguel Gutiérrez, Jefe de Psiquiatría del Hospital Apóstol Santiago, de Vitoria, y catedrático de Psiquiatría de la UPV, señala que pese a que el estudio no establece que hay una causa efecto, ya que puede haber otras variables que no han sido metodológicamente controladas en ese trabajo que pueden explicar parte de los resultados, es interesante porque contribuye al mejor conocimiento de los efectos secundarios de los fármacos.
Señala que a los psiquiatras les preocupan los enfermos que son medicados a muy largo plazo como los enfermos bipolares, sicóticos, etc. “Por eso es muy importante conocer en profundidad los efectos secundarios”. Reconoce, además, que en la práctica clínica habitual no está protocolizado el uso de ISRS asociado a inhibidores de la secreción ácida, por lo que no es común que se utilicen, aunque espera que se generen más datos lo antes posible.